China y EEUU han logrado firmar la primera fase de un acuerdo comercial que supone una tregua después de año y medio de tensiones que han perjudicado a los dos países con rebotes importantes a terceros, un acuerdo que habrá que ver su eficacia en los próximos meses y más cuando Donald Trump aspira a ser reelegido como presidente estadounidense y nadie descarta cualquier otra maniobra para ganarse el voto más conservador del país. De momento, Donald Trump se reserva aranceles para garantizar el cumplimiento de los acuerdos y disponer así de más medios para luego negociar la segunda fase del acuerdo suscrito, pero esta tregua le cuesta a China 179.380 millones de euros (200.000 millones de dólares) anuales en compras de productos y servicios estadounidenses.
O sea, 44.845 millones de euros en productos agrícolas y ganaderos como soja o cerdo, otros 50.000 millones de euros en energía, 40.000 millones de euros en servicios financieros y otros 75.000 millones de euros en manufacturas.
Para los expertos, los 40.000 millones pactados en el acuerdo firmado en las últimas horas encierra la premisa de que sólo si lo demanda lo requiere, de ahí cierta inseguridad de lo que luego pueda hacer China, es decir, son cifras muy altas en su conjunto que originan desconfianza en el cumplimiento final.
Los expertos resaltan que el récord de adquisiciones chinas en productos de granja, en 2012, estaban en 25.900 millones de dólares, por lo que ahora China tendría que comprar mucho con el único propósito de almacenarlo.
Veremos qué ocurre en los próximos meses, pues Trump por ahora no levanta todos los aranceles pretendía China, un asunto que queda a dilucidar cuando haya que negociar la segunda fase del acuerdo comercial que todavía no tiene fecha y que sólo los ha levantado en los productos más sensibles de compra para los ciudadanos estadounidenses como ordenadores, teléfonos, ropa o juguetes, aunque mantiene los que pesan sobre importaciones por 360.000 millones de dólares, que forman la esencia de las ventas anuales chinas a EEUU.
Por otra parte, China ha logrado que EEUU saque al “gigante asiático” de la lista de los que penaliza por alterar artificialmente el precio de su moneda, pero Pekín se han resistido a negociar la ciberseguridad y a acabar con los subsidios a empresas estratégicas. O sea, un asunto que queda para una segunda fase del acuerdo y que coincidirá con la campaña electoral estadounidense que Trump utilizará a su favor al considerar que ha logrado el “mayor acuerdo de todos los tiempos”.
En suma, si al final se produjeran grietas en este nuevo acuerdo que pone fin momentáneamente a la guerra comercial entre China y EEUU o hubiese un incumplimiento del pacto las consecuencias políticas para Trump son inmensas de cara a su reelección con un electorado muy fiel que no quiere que sus bolsillos se vean mermados cuando compren productos chinos.
El pacto deja en suspenso la guerra de aranceles que lleva desestabilizando a los mercados desde hace dos años, de ahí cierto escepticismo, pero aún queda un largo camino hasta el acuerdo definitivo, que ya sería en la segunda fase.
Precisamente una de las grandes preocupaciones tras este acuerdo comercial radica en que la Cámara de Comercio de la Unión Europea (UE) en China teme que la promesa de Pekín de comprar 200.000 millones de dólares (179.380 millones de euros) de bienes estadounidenses en dos años como parte de este pacto firmado entre Pekín y Washington provoque un descenso de las compras de productos europeos.
La guerra comercial entre EEUU y China contribuyó a lo largo de 2019 reducir un 14,6 por ciento el valor de los intercambios entre ambos países, hasta los 485.887 millones de euros, mientras las exportaciones de China a EEUU bajaron un 12,5 por ciento el pasado año, hasta llegar a los 375.720 millones de euros y luego las compras de productos estadounidenses bajaron un 20,9 por ciento hasta los 110.155 millones de euros, según datos oficiales de la Administración Nacional de Aduanas de China.
Las tensiones comerciales entre las dos mayores economías mundiales han tenido profundas consecuencias para todos, y ahora veremos como dice la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, si este acuerdo sirve para rebajar las tensiones pero pide "avanzar hacia un pacto integral que apoye un sistema de comercio global más abierto, estable y transparente".