Análisis y Opinión

La desconfianza en el dinero fíat: causa de la pujanza de las criptomonedas

DINERO REAL Y DINERO REAL

· Por Pablo Sanz Bayón, Profesor de Derecho Mercantil, Facultad de Derecho – ICADE, Universidad Pontificia Comillas

Miércoles 23 de septiembre de 2020
La proliferación en los últimos años de las monedas virtuales, y principalmente aquellas basadas en tecnología criptográfica (criptomonedas), responde a un conjunto de factores multidimensionales y concomitantes. Aunque constituye una realidad compleja y quizá algo etérea para los profanos, los factores catalizadores de las criptomonedas tienen como elemento común la desconfianza que el dinero fíat -especialmente el dólar- ha generado en la economía mundial. La desconfianza en el dinero fiduciario, emitido sin límites y sin respaldo por los principales bancos centrales del mundo, se debe en buena medida a las políticas monetarias de expansión cuantitativa de la oferta monetaria que se implementaron como respuesta a la crisis financiera internacional de 2008. Políticas todavía más intensificadas a raíz del colapso de los mercados internacionales y al proceso de desglobalización subsiguiente a la crisis pandémica de 2020.

La teoría monetaria moderna puesta en marcha por los principales bancos centrales faculta al Estado a emitir todo el dinero que supuestamente necesita para reactivar la demanda interna ante la emergencia de una crisis. Pero esta política está conduciendo a la economía global hacia una peligrosa situación de deflación del precio de muchos activos y simultáneamente de inflación de los precios reales para los consumidores normales. La Reserva Federal, por ejemplo, ha creado más dólares en unos pocos años que en el resto de su historia, desde su fundación en 1913. Una de las consecuencias de esa creciente y masiva emisión de dinero es, paradójicamente, el aumento de las desigualdades entre ricos y pobres. La razón es que quienes se benefician mayormente de los intereses al 0%, del nuevo dinero emitido y también de los programas de compra de activos financieros por parte de la banca central son los propietarios y gestores de los oligopolios bancarios y corporativos. Estos utilizan los nuevos fondos inyectados para impulsar el valor de sus propias acciones bursátiles (efecto Cantillon), mientras que el resto de los consumidores financieros quedan atrapados dentro de un sistema financiero que les obliga a endeudarse a intereses más altos y con condiciones más estrictas a fin de intentar reflotar sus economías domésticas y sus pequeños negocios (préstamos hipotecarios, crédito al consumo, etc.). De hecho, el impresionante endeudamiento privado mundial alcanzado en los últimos años también contribuye precisamente a la legitimación social de esta política monetaria que busca un abaratamiento de la deuda. Esto hace que en la práctica todos los agentes de la economía apoyen que se emita más moneda.

La paulatina pérdida de la función de depósito de valor del dinero fíat debido a estas inmensas expansiones monetarias y crediticias ha servido para estimular los procesos de innovación e inversión en la tecnología digital que sirve de infraestructura para un sistema monetario y de pagos alternativo al fiduciario-bancario tradicional. Alternativa tecnofinanciera que pretende descentralizar y desintermediar el sistema bancario y monetario mediante redes cibernéticas y procesos criptográficos sujetos a protocolos informáticos y capas de desarrollo de iniciativa libre y consensuada. Las criptomonedas son a este respecto un elemento entre muchos que integran un ecosistema tecnofinanciero que busca distribuir y desconcentrar el poder en el mercado, reduciendo la capacidad de intervención de los poderes públicos y de las autoridades financieras centrales.

Junto con las políticas monetarias expansivas de la última década, potenciadas ante la eclosión de la pandemia en el primer semestre de 2020, se encuentra la progresiva intermediación a la que se han sometido las transacciones mercantiles en los últimos tiempos. Si se observa el desarrollo del mercado bancario mundial en las últimas décadas, se advierte una tendencia a la concentración y megafusión de las propiedades y del control corporativo. Unos oligopolios bancarios y de empresas de servicios de pago copan la casi totalidad del mercado mundial. El crédito y el uso de estos medios de pago se sustentaba en la confianza de los consumidores en el intermediario. Pero la paulatina pérdida de esta confianza a colación de la crisis financiera de 2008 -que ha marcado la última década-, coadyuvó al desarrollo de nuevos sistemas de tecnología digital financiera (FinTech) en los que se elimina la intermediación como factor determinante de las transacciones.

Los intermediarios tradicionales son amenazados por la competencia de nuevos actores (plataformas) que lanzan aplicaciones electrónicas y cibernéticas basadas en sistemas criptográficos que otorgan una seguridad tecnológica alternativa a los sistemas oficiales. Estos nuevos sistemas permiten el registro de toda la información requerida por las partes favoreciendo la reducción de los costes de transacción por la ausencia de intermediación. Esta era precisamente la idea primigenia del misterioso fundador de Bitcoin, Nakamoto, supuesto artífice del diseño de la más célebre de las criptodivisas. Hoy esta idea se materializa en todo un ecosistema global y digital de comunidades descentralizadas pero regidas por una programación informática en parte preestablecida y en parte consensuada.

En este sentido, como apunta Alonso Candelario en su trabajo “Monedas virtuales. implicaciones en la política de prevención de blanqueo de capitales y retos para la profesión del auditor” (2019), el reto al que se enfrentó Nakamoto consistió en establecer un sistema que garantizase el funcionamiento de una moneda que no se pudiera intercambiar más de una vez (a lo que Nakamoto se refirió como el problema del “doble gasto”, cuyo término en inglés es “double spending problem”). Para solucionarlo, ideó una tecnología que permitiera que la red de participantes validase las transacciones de manera descentralizada, sin necesidad de la intervención de una entidad que centralizase la información: se trataba de la tecnología de registros distribuidos o cadena de bloques (DLT/Blockchain).

La desconfianza en el sistema monetario y bancario se encuentra pues en el epicentro del origen de las criptomonedas, aunque éstas también persiguen fines más ambiciosos que la simple aportación de utilidad a los intercambios comerciales. No es casualidad, por tanto, que las criptomonedas apareciesen en el año 2008, coincidiendo temporalmente con la crisis financiera mundial, que sumió al sistema financiero en una crisis de confianza que luego se tradujo en una expansión cuantitativa de la oferta monetaria para introducir liquidez en la demanda, llevando a muchos Estados, empresas y particulares a niveles de endeudamiento sin precedentes históricos. Un proceso que se ha acelerado todavía más en el transcurso del año 2020. Precisamente el Foro de Davos de 2021 llevará por lema “The Great Reset”, pues el colapso del sistema financiero actual pide un “reinicio” que dé lugar a un nuevo comienzo bajo otros principios monetarios diferentes.

La inyección de tanta masa monetaria para rescatar Estados, bancos y grandes empresas permitió inflar los mercados bursátiles y sostener hasta la actualidad los programas de compra de deuda pública y corporativa. La aplicación de estas medidas como instrumento de estímulo ante el doble crash económico mundial de 2008 y 2020 está teniendo básicamente dos principales implicaciones. Por una parte, una soterrada e indirecta devaluación de la moneda de muchos países, comenzando por el dólar, que lógicamente ha precarizado la situación de amplios sectores sociales en todos los países dolarizados o muy dependientes del billete verde. La impresionante subida de la cotización del oro (casi un 20% en un año) expresa precisamente la devaluación y agotamiento del dólar. Y por otra parte, un extraordinario incremento de la deuda estatal en todo el mundo. El incremento de la deuda solo puede revertirse a través de la reducción del déficit y esto está suponiendo crear dinero y deuda cada vez más baratos, estableciendo tipos de interés cada vez más bajos o incluso negativos, e incrementando los ingresos públicos, que mayoritariamente provienen del aumento de los tributos aplicados a los contribuyentes netos, esto es, a los trabajadores formales y en general a las clases medias ahorradoras.

La crisis de 2008 puso de manifiesto que la creación de dinero fiduciario sin respaldo tangible puede comportar el riesgo de generar una reactivación artificial del mercado de capitales, disimulando el masivo empobrecimiento social con amplios volúmenes de liquidez dineraria. Esto condena a la clase media y trabajadora a una mayor presión fiscal y a su precarización profesional y social. Las criptomonedas surgen en este momento histórico como alternativa, fuera del perímetro estatal y bancario oficial, para tratar racionalmente de articular un circuito de pagos seguro, gracias a una criptografía avanzada, que canalice y garantice el valor del ahorro y de las inversiones. Se trata de “despolitizar” el medio de pago y los depósitos de valor, atribuyendo a un activo (token digital) una capacidad de actuar como reserva de valor, pero sin depender de las injerencias e intereses del binomio formado por políticos y banqueros. En este contexto, mientras sigan persistiendo las pérdidas de poder adquisitivo por la devaluación encubierta del dinero fíat, parece obvio que la inversión, tenencia y uso de los activos digitales criptomonetarios tendrá cada vez más sentido financiero.

*Para ampliar conocimiento sobre el impacto de las disrupciones tecnológicas en el sector financiero y la respuesta regulatoria, consúltense los siguientes trabajos del autor:

Sanz Bayón, P., “An outlook on the role of Finance Regulation under the Fourth Industrial Revolution”, Archives of Business Research, Vol. 6, Nº 10, 2018, pp. 423-434 (En coautoría con L. Garvía).

Sanz Bayón, P., “Desafíos jurídicos del mercado ante la revolución digital”, en AA.VV., Estudios de Derecho Mercantil y Derecho Tributario. Derechos de los socios en las sociedades de capital, consumidores y productos financieros y financiación de empresas en el nuevo marco tecnológico, Thomson Reuters Aranzadi, Madrid, 2019, pp. 251-282.