Les parecerá un chiste, pero es una gran “première” en Europa, la historia del Gobierno autoasesinadito donde el Gobierno de un país a la deriva se dedica a combatir al Gobierno del mismo país a la deriva. ¿Quién decide, preguntarán Ustedes, en este tema? Pues La Ricarda. A tan ilustre nombre de rancio abolengo catalán responde una ignota laguna, que Doña Yolanda Díaz acaba de descubrir como octava maravilla del mundo, gastando nuestros impuestos en hacer turismo de oposición en vez de combatir el paro, ese insignificante aspecto de la sociedad española. Porque resulta que nuestro conglomerado podemita en sus diversas marcas, incluida la de Colau, ha declarado la guerra feroz a cualquier intento de ampliar el aeropuerto por ahí, ya que supone un intolerable impulso al letal (indiscutiblemente letal) cambio climático que afrontamos. Nunca imaginó La Ricarda que su laguna sería un elemento clave de una dinámica geológico espacial de soporte académico incierto y nebuloso, como para deber sacrificar, sin discusión, la prosperidad y bienestar de los españoles del futuro. Cosa que el Presidente de la cosa, Don Pere (pronúnciese Pera) Aragonés ha proclamado con toda firmeza, pero reduciendo el sacrificio a los hispano catalanes.
Es posible que no haya mal que por bien no venga, ya que dudamos mucho que con nuestra gran escasez de recursos la manera óptima de utilizar 1700 millones de euros, en este momento, sea ampliar un aeropuerto, y en esa región en particular.
De hecho tras el disparate del no-Gobierno, el otro de la exageración acientífica de la histeria ecológica, el añadido de un alto representante del Estado español que pasa del Estado y quiere favorecer a unos españoles a costa de otros, conviene añadir otra evidencia que nos recuerda La Ricarda. Con la verdad por delante es ésta: no habrá crecimiento inclusivo, solidario ni igualitario hasta que no exista un Ministerio de desarrollo territorial que estudie y decida las grandes inversiones del Estado, con repercusión nacional y Europea, considerando toda la globalidad socio-económica de toda España. Lo demás es politiquería destructiva, creadora de agravios y empobrecedora.