En la mencionada publicación editorial, realicé una completa y exhaustiva investigación sobre su cuidada formación profesional y económica que lo llevó a la Universidad de Berkeley, en Estados Unidos, un centro universitario del que salieron más de 30 premios nobeles y donde se codeó, nada más y nada menos, que con el ex presidente Bill Clinton cuando era una joven promesa del Partido Demócrata. Allí escribió la que iba a ser su primera tesis doctoral, que no leyó dado que presentó otra sobre el crecimiento industrial, pero que vio la luz en el libro Economía e Innovación, que aboga por un crecimiento a largo plazo de la economía basado en la innovación tecnológica.
Me sorprende que un dirigente que fue condenado judicialmente por defraudar a la seguridad social sea el que encabece una campaña de desprestigio contra Antonio Miguel Carmona, que, ante todo, es una persona idónea para un puesto de responsabilidad en Iberdrola. Hablar de puertas giratorias me parece obsceno y totalmente fuera de lugar ya que Carmona no ocupó nunca un cargo de responsabilidad en el gobierno nacional y su horizonte político se situó siempre en Madrid, donde fue concejal del Ayuntamiento de la capital y diputado en la Asamblea regional y, en mi opinión, debió ser alcalde en 2015 -Esperanza Aguirre y Begoña Villacís le ofrecieron sus votos- o, al menos, vicealcalde, entrando en el gobierno de Manuela Carmena. Estoy seguro que hubiera evitado el desastre que fue esa administración municipal, a la que los madrileños le dieron la espalda en 2019. No existe, por tanto, ningún régimen de incompatibilidad ni tampoco una prohibición de que con su currículum laboral haga lo que estime oportuno y conveniente en libertad, algo que, por cierto, me entristece tener que salir a defender en los tiempos que corren.
También me llena de estupor que sean algunos renombrados acólitos del presidente del gobierno, Pedro Sánchez, los que ahora se rasguen las vestiduras por la incorporación de Antonio Miguel Carmona en Iberdrola cuando fueron ellos los que intentaron la muerte política y civil del polifacético economista, quitándole la portavocía del grupo municipal y, en plena campaña, apoyando la candidatura de Manuela Carmena en lo que se llamó el ticket Gabilondo-Carmena, impulsado desde la mismísima calle Ferraz. Una sorprendente operación que se inició con la defenestración, unos meses antes, de Tomás Gómez, cuando había ganado unas primarias de acuerdo a los estatutos de esta formación política. Ya se han escrito muchos ríos de tinta sobre estos hechos que son de conocimiento público y que hablan del carácter dictatorial y la falta de escrúpulos que tiene el sanchismo, por lo que no hay nadie en su sano juicio que vincule a Carmona con la actual dirección del PSOE, una dirección que ha abandonado las tradicionales banderas del socialismo.
Otra cuestión radica en la oportunidad y en el contexto en el que se realiza el anuncio de su fichaje por la compañía del sector eléctrico que, a mi juicio, conlleva importantes riesgos ya que algunas personas pueden ver contradictorio su discurso mediático con el hecho de estar en Iberdrola. No obstante, considero que Carmona es una persona que sabe tender puentes y aunar discursos diferentes y contrapuestos en circunstancias muy adversas, por lo que creo que puede ejercer una importante labor en ser un enlace o punto de encuentro entre la sociedad, el gobierno y el sector eléctrico, un sector que sufrirá bastantes cambios en el futuro y que tendrá que adaptarse a los parámetros globales y europeos de un mundo libre de emisiones.
Vaticino, con el conocimiento que me dio publicar un libro sobre él, que se guarda un as en la manga y que nos volverá a sorprender en el mediano plazo. Al margen de que este es un contrato laboral privado, Carmona ha demostrado en toda su trayectoria saber sobresalir desde posiciones muy complicadas. Esta vez no será la excepción.
(*) Nicolás Ferrando es director de Artelibro y ha publicado una veintena de ensayos sobre la historia de Madrid. Es autor de Todo por Madrid, una biografía autorizada de Antonio Miguel Carmona en el año 2017, distribuida por Ediciones La Librería.