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Se presagia un "invierno negro": la energia de los pobres, el gas butano , sube ya un 35% anual

LAS COLAS DEL HAMBRE VUELVEN CON FUERZA

Los ERTEs ya están pasando a EREs, muchas empresas y negocios Pymes ya saben que cierran

Redacción | Martes 05 de octubre de 2021

De la pandemia quedan ahora las situaciones más dramáticas, prácticamente con “familias en la UCI”, sin ayudas, sin ingresos, sin trabajo, con una deuda de alquiler y de facturas de la luz que va creciendo, y que les sitúa ahora al borde de la calle, son “family homeless” made in Spain, son familias sin hogar. Y ahora no tienen ni dinero ni para el transporte público, por lo que no pueden recoger los alimentos en las colas del hambre. Los ERTEs ya están pasando a EREs, muchas empresas y negocios Pymes ya saben que cierran, y muchas familias vulnerables se quedan sin trabajo. La vulnerabilidad ha aumentado en España en número y en la gravedad entre las familias vulnerables, que vuelven a estar condenadas a ir a las “colas del hambre” Con el fin del estado de alarma, se redujo al 50% las familias que acudían a las “colas del hambre”. Muchos fueron llamados de nuevo al trabajo. Sin embargo, la precariedad de los empleos, a veces de tan solo 4h y con salarios que no llegan a cubrir la subida de los gastos del alquiler y los gastos de luz, han originado que estas mismas familias vuelvan de nuevo a las “colas el hambre”, pero esta vez en una situación de pobreza y vulnerabilidad mucho más dramática que en pandemia.



Especialmente vulnerables son los niños en edad escolar, víctimas de desahucios. Fruto de los mismos, estos menores experimentan el “fracaso escolar” y patologías diversas como consecuencia del estrés y el síndrome de las “neveras vacías”.

Aumenta de nuevo la pobreza “materno infantil” en las ciudades hasta límites nunca vistos antes desde la segunda guerra mundial y la postguerra civil española. Ha llegado a tocar hasta un 24% de todos los hogares españoles.

Ese hecho no ocurre así o es menor en las zonas rurales, donde la pandemia y la pobreza apenas se han sentido, o siguen sin tener consecuencias graves para las familias. En este entorno rural, la solidaridad, los recursos agrícolas y el mayor vínculo familiar, hace que se “arropen” mejor unas familias con otras en cuanto a las necesidades básicas de alimentación y vivienda.

Por su parte, en las grandes urbes ya no se quiere a los niños. Propietarios de viviendas en las ciudades afirman que “no aceptan mascotas, ni niños ni embarazadas”, todos ellos son un riesgo para los agentes inmobiliarios y los propietarios en las grandes ciudades. Una madre gestante o un menor a cargo es sinónimo de “desempleo” o de que “no les van a pagar”, porque “nadie contrata a una embarazada”. Además “los niños menores de 3 años, carecen de guardería gratuita, lloran y son molestos en las viviendas” de las grandes urbes.

En consecuencia, se puede afirmar que las ciudades se constituyen actualmente en una “trampa mortal” para las familias numerosas vulnerables, especialmente para las que tienen menores a cargo.

Todas las familias vulnerables sufren ya la “pobreza extrema” y reclaman allí donde van el pago de “facturas de luz, alquiler, ropa, zapatos, mantas, estufas de gas, y bombonas de gas…”. Ya no se usa la calefacción en las casas de los pobres.

La “pobreza energética” genera que muchas familias vulnerables usen el “gas butano” como alternativa, es la “energía de los pobres”, pero esta energía ha subido un 35% en el último año.

Ya ocurrió durante “filomena” y ahora en nuestro otoño post pandemia, otra vez empieza a subir de manera alarmante con la llegada del invierno. Mantas, bombonas, incluso neveras a gas, todo lo “que demandan los hogares pobres” han subido hasta un 100% su precio. El impacto sobre las familias pobres será letal.