Análisis y Opinión

Yolanda Díaz se confiesa antes de ir al Vaticano…

Enrique Calvet ha sido europarlamentario y es Presidente de ULIS.

LA VERDAD POR DELANTE

· Por Enrique Calvet, ex europarlamemtario y Presidente de ULIS

Enrique Calvet | Lunes 13 de diciembre de 2021

Uno de los síntomas reconfortantes de que todavía nos queda sana juventud de espíritu es la capacidad que aún poseemos de sorprendernos. Viene a cuenta esto en nuestro conciso billete, que esperamos importune a muchos, por la doble estupefacción que nos producen los actos de la Ema. Vicepresidenta Yolanda Díaz, o mejor dicho, por las reacciones ante dichos actos. Nos maravilla, de entrada, los ríos de tinta y los callos en los dedos tecleadores que ha provocado la visita de dicha Vicepresidenta al Papa Francisco. ¿Qué importancia política real tiene esa audiencia? Con la verdad por delante, no tiene ni el menor alcance, ni para ultramontanos cristianos viejos ni para fanáticos comecuras.



Ya sea porque se trate de una visita de Estado rutinaria (Francisco es un Jefe de Estado) ya sea porque estemos en una táctica menor para blanquear la imagen interior de nuestro Gobierno o el porvenir político de la señora Díaz, que se empeña en demostrar que NO está a la izquierda de “este PSOE”. Como decía el General de Gaulle, es la espumilla de la ola de fondo política. Lo triste es que tal anécdota rellene horas y horas de información y tertulias. La infantilización a nivel de tebeo de la información política es muy peligrosa en sociedades democráticas inmaduras (y con nefasto sistema educativo) que deben votar cada tanto desde un supuesto nivel de conocimiento.

Pero poco pesa lo expuesto frente al asombro que nos produce la reacción popular e/o informativa, absolutamente menor y efímera frente a las declaraciones fundamentales de la misma Vicepresidenta, de enorme trascendencia política. Según ella manifestó, ella misma y su equipo estaban plenamente al tanto de la peligrosidad que entrañaba la COVID en los inicios de la primera ola y la asunción de riesgo que suponía cebar la bomba atómica del 8-M y otras manifestaciones masivas, como espectáculos deportivos. Cosa por cierto muy fácil de admitir tanto por documentos que se han ido conociendo como por el ejemplo vivo y contundente de la Italia de la época. Según manifestó la Señora Díaz, alertó al Gobierno español que decidió pasar de su advertencia e incluso invitarle a un discreto silencio y complicidad con la actitud del Gobierno de optar por los réditos ideológicos antes que por la prudencia salvífica. Afortunadamente la complicidad no le llevó hasta asistir a la manifestación del 8-M ya que motivos totalmente ajenos a su voluntad le impidieron acompañar a sus compañeras y “compañeres” a la manifestación. Todo, absolutamente todo, de esta actitud de Yolanda, es de gran enjundia política. Y no nos referimos a las consecuencias espantosamente letales de la “equivocación” del Gobierno ni pretendemos asociarnos a exageraciones deleznables que imputan al Gobierno intenciones criminales, nos mantenemos en el terreno de la política. ¿Por qué lo dice ahora, tan tarde, la Vicepresidenta? ¿Por qué con tanta soflama y frivolidad? ¿Por qué no dimitió a la vista de las atroces consecuencias de que no le hicieran caso? ¿Por qué no hay réplica del actual Presidente de Gobierno? ¿Por qué no la cesan?Y, sobre todo, ¿Por qué no hay un debate, un análisis,una presión mediática y una reacción pública exigente o indignada? Sólo en lo político, la actitud del Gobierno de entonces, optando por la temeridad ideológica a corto en vez de por la prudencia para el bien común vital y la del Gobierno de hoy, que pasa del tema, así como las declaraciones seráficas de Yolanda Díaz son muy reveladoras de un concepto de sociedad, de una visión de la acción de Gobierno, del papel colosal de ciertas ideologías y de sus consecuencias concretas, que los votantes tienen que analizar muy mucho antes de ir a votar informada y responsablemente. Les aseguramos que la visión del bien común que rezuma el hecho de las declaraciones y sus reacciones condiciona infinitamente más nuestro futuro que los rizos de la Vicepresidenta al asistir a una audiencia vaticana. “¡Penitenciagite!”