Análisis y Opinión

Reforma laboral: Derogación vs Modificación

CENTRARSE EN LA SOSTENIBILIDAD DE LAS EMPRESAS PARA GARANTIZAR LA CREACIÓN DE EMPLEO

· Tras meses de preparación, presiones de Europa ligadas a la entrega de Fondos post-covid, la necesidad acuciante de aumentar el fondo de pensiones, de recuperar el número de empleados y cotizantes, y de potenciar el crecimiento económico, la llamada reforma laboral, parece que pronto saldrá del horno

Tirso Gracia | Sábado 25 de diciembre de 2021

Los partidos que sustentan al Gobierno querían, deseaban, y pretendían por simple decisión política, sin más, “derogar” las modificaciones legislativas introducidas en el mercado laboral el 12 de febrero de 2012. Una buena reforma que permitió la agilidad de las decisiones empresariales en momento durísimos de enorme crisis económica y destrucción de empleo.



Nuestro mercado de trabajo se caracteriza por la alta temporalidad y el desempleo, en más un 30 %, de los menores de 24 años, lo que, sobre el papel, lleva a escandalizar a las autoridades europeas, que poco entienden cuáles son las causas de esas dos circunstancias en la realidad de este país.

Respecto a la tasa de desempleo juvenil, creo que se explica por ser un país donde la población universitaria supera el millón y medio de personas, y con la característica de un tardío abandono del núcleo familiar respecto a otros países de Europa.

El Gobierno ha aprovechado la impresión que causa nuestro mercado de trabajo en las instituciones europeas para desenterrar el hacha de la “derogación”, de la que no se hablado durante los primeros años de Gobierno sociopodemita, y poner en marcha una pretendida derogación de la reforma laboral anterior, yendo de más exigencia a menos.

No obstante, la temporalidad, no es causa del mal de nuestro mercado de trabajo, sino una consecuencia. Y seguimos en ello como si fuera el caballo de batalla de los males de nuestra economía.

La temporalidad contractual se explica perfectamente en un país fuertemente ligado a sectores económicos ligados a negocios cíclicos e inciertos como el turismo, comercio, restauración, logística, agricultura y construcción, con desproporcionada y fácil protección conciliatoria, con la histórica herencia del contrato temporal no causal del RD 1989/84 del partido socialista, con unos periodos de prueba muy cortos en la legislación común, y más cortos en los convenios colectivos sectoriales, llegando a ser, incluso de sólo 15 días, o los riesgos de nulidades y costes de salidas ante necesidades de recortes económicos o productivos, que facilitan la percepción de deber contratar a las personas trabajadoras con certeza de finalización prevista en los contratos. No defiendo la temporalidad fraudulenta, simplemente intento entender su uso masivo.

Hoy hay que decir que no habrá derogación, ya que:

No se ha incrementado el coste indemnizatorio fijado en la reforma de 2012 en 33 días por año trabajado.

No se ha vuelto a introducir, la mal orientada autorización administrativa de los despidos colectivos, totales o parciales, que determinaban la continuidad o entierro de una compañía.

No se van a modificar los aspectos que proponía el Gobierno y los sindicatos, como la práctica desaparición de los contratos temporales.

No se va a ligar la contratación temporal a la nulidad cuando se determinara que la causa temporal era inexistente.

No se van a introducir las limitaciones a la subcontratación hasta hacerla insignificante.

No se va a cercenar la flexibilidad laboral ligada a modificaciones de jornada, horario, distribución del tiempo de trabajo, etc.

Ni tampoco, finalmente, se permitirá la total subordinación de los convenios de empresa a los sectoriales.

No, no habrá derogación, porque en situaciones de crisis, como la que tendremos en 2022, hay que ayudar a quienes facilitan el empleo privado, el que aporta riqueza, hay que facilitar la contratación, manteniendo la temporalidad, ampliando los periodos de prueba, reformando una Ley de huelga que data de 1977, anterior al nacimiento de algunos de nuestros ministros, permitirles la flexibilidad para adaptar sus recursos humanos a los inevitables, rápidos e inciertos, cambios económicos de cada sector, y generar normativas que den seguridad jurídica, ya que no hay nada peor para el capital invertido en la economía de mercado, que no ofrecer seguridad.

En definitiva, se debe facilitar la sostenibilidad y crecimiento de nuestras empresas, como sostén y garantía de una economía solvente que sea capaz de atraer el talento nacional, y la inversión extranjera que tanta falta nos hace.

Finalmente, creo que seguimos centrándonos en lo insustancial, en lugar de centrarnos en lo Capital.