Así, desde la Transición se viene reclamando una Ley de Mecenazgo que permitiría a las empresas invertir en arte beneficiándose de algunos aspectos fiscales. El pintor Emilio Fernández Galiano, en declaraciones a Europa Press ha señalado que no es entendible que un empresario se pueda deducir como gasto si compra un tresillo para su despacho pero no pueda hacerlo si adquiere un cuadro. En este sentido, ha reclamado a la Administración pública “una mayor sensibilidad artística”, concluyendo que “no somos buenos consumidores de arte pese a que somos una fábrica de artistas como pocas en Europa”.
Galiano se recuerda, casi sin saber leer, con un lápiz o un pincel entre las manos, confeccionando ya sus primeros trazos. Madrileño de adopción, nacido en Sigüenza, no contempla que la inspiración sea un don natural sino que, por el contrario, hay que trabajarla y se desarrolla fruto de la experiencia, el oficio y el transcurrir de los años.
Se define como “intuitivista”, entendiendo por tal el estilo de un neoexpresionismo moderno con el que deja al espectador un alto margen para la interpretación. Sus retratos cotizan al alza, intentando con ellos “captar el alma”. Ha pintado a toreros, a políticos… de hecho, le han encargado un retrato de Felipe González, y lo ha hecho alguien que, cuando trascienda su nombre, producirá a buen seguro sorpresa, según adelanta.
“No me vale pintar a través de una foto, sino que tengo que conocer al retratado para plasmarlo”, apostilla Galiano, que añade que, volviendo a la inversión en arte, “en España parece que tienes que ser una Kopplowitz o un Botín para tener una colección decente, y no es así”.
Ha vendido obras en distintos países de Europa y hoy Emilio Fernández-Galiano reclama que los poderes públicos favorezcan las galerías de arte, como foco de cultura y negocio. En su caso, llevará una exposición a la Casa de Castilla la Mancha en Madrid. Será el próximo mes de febrero.