Tres aparentes “anécdotas personales” nos invitan a reflexionar con Uds. escarbando, esta semana, por si fueran indicativas de algo más… En primer lugar recordamos que nuestro Ministro de Exteriores, Señor Albares, que tanto prometía profesionalmente y que tanto empieza a confundirnos, aseguraba que había que confiar en la diplomacia para resolver el conflicto sobre Ucrania y que… ¡no había que pensar en situaciones futuras que no deseamos! Este conflicto, trascendental en este momento, y lo suficientemente complejo como para no tener cabida en este modesto billete, nos recuerda a Yalta y a la crisis de los misiles cubanos entre RUSIA y EE.UU. Ojalá la diplomacia permita un acuerdo para una nueva situación estable de paz, con el sentido común y el respeto a vidas humanas y sufrimientos que supuso el fin de la “crisis” de los misiles. Pero, por el contrario, es obligación fundamental e ineludible de los Gobiernos prever y anticiparse, si se puede, a escenarios futuros posibles o probables. Y, si bien no creemos en la posibilidad de una guerra abierta, puede que el escenario más previsible sea el de una guerra económico-comercial, con particular incidencia en productos básicos y energéticos, que acarrearía un gran empobrecimiento para el conjunto de nuestras Autonomías, eso que llamamos España. Y encomendamos muy enérgicamente al Señor Albares y a los Gobiernos de España que piensen intensamente en ese escenario futuro y prevean…
En segundo lugar, hemos leído del Ministro impuesto por Doña Ada Colau, Señor Subirats, su afirmación de que Unidas Podemos había traído al Gobierno de “España”, sea lo que signifique ahora ese vocablo, “una nueva agenda… y otra manera de hacer política” (sic). Nada que objetar a esa evidencia de Perogrullo, lo preocupante es que no recuerde que esas agendas y nuevas políticas que nos han impuesto fueron votadas ¡Por el 13 % de los votantes activos! Y con el fuerte rechazo de gran parte de la población, incluido del Presidente del Gobierno actual y del PSOE…hasta el día de la votación. Un Ministro de Universidades debería cuestionarse la calidad ética y democrática de esa imposición, amén de que no tiene mucho interés traer una nueva agenda y una nueva forma de hacer política si son destructivas, violentas, sectarias, separatistas…
Finalmente, la semana pasada hemos visto a un pro hombre, camisa llamativa a lo Gila, a un teléfono pegado. Como indicaba nítidamente su cartera plantada en el más absurdo y visible lugar de su mesa de despacho, se trataba de nuestro Excmo. Presidente de Gobierno. La ridícula torpeza de los técnicos propagandísticos no pasa de ser una anécdota que los españoles, que, afortunadamente no han perdido el sentido del humor ante la adversidad, han sabido estigmatizar cruelmente, en particular a través de la sagrada tradición del chiste, que hoy se llama “meme”. Pero lo que puede ser inquietante detrás de esta desafortunada campaña del ridículo es su propia existencia. ¿A qué viene y qué se pretende con enseñar a nuestro Presidente de Gobierno hablando por teléfono, con ambas manos, en su labor cotidiana? ¿Saben de otro ejemplo en Europa? ¿Hemos visto alguna vez a Merkel, Macron, Draghi, Van der Leyden, o al Papa Francisco en campaña semejante? Si esta nueva ocurrencia significase que Moncloa apuesta por otra faceta del totalitarismo, la más penosa, que es el culto a la personalidad, la salida del abismo de nuestra democracia será muy grotesca y más difícil.