Sociedad

Carlos Vico: "Lo que mueve el Mundo, es la fe"

Carlos Vico.

EL EXPERTO EN SUPERVIVENCIA

· Por Edward Martin, corresponsa de "El Mundo Financiero" en Barcelona

Edward Martín (Corresponsal en Barcelona) | Jueves 27 de enero de 2022

Carlos Vico Jiménez (Igualada, Barcelona, 1980- ) conoce muy bien el significado de la palabra sobrevivir. Tras cruzar montañas, desiertos y parajes helados, haber bailado con la muerte poniendo su vida en riesgo para salvar la de otros y haber pasado por innumerables situaciones de peligro, de la A a la Z, el fundador de la escuela de supervivencia SurvivalXtreme y creador del acrónimo 'PAREPIA' (Para - Respira – Piensa - Actúa) tiene muy claro que la vida es una oportunidad única para disfrutar de ella, aprender y compartir conocimientos a través del respeto. A la propia vida y a los demás.



Nos citamos en una céntrica cafetería barcelonesa. Si un servidor es puntual, nuestro protagonista lo es aún más. Hombre prudente y conciso, Carlos escucha y observa a su interlocutor con suma atención. Tras romper el hielo y tomar un café, entramos en materia. Afirma que cualquier persona puede salir airosa de un reto de supervivencia. Esbozando una sonrisa, afirma que no hace falta ser un híbrido entre Rambo o MacGyver para salvar el pellejo. Tan sólo es recomendable seguir una serie de pautas de comportamiento. Porque nadie está libre de verse en una situación límite. No es necesario perderse en un paraje inhóspito, pues la supervivencia, asevera, es parte de nuestro día a día. En nuestra conversación, Carlos repasa situaciones reales donde la duda no tiene sitio y en las que decisiones cruciales deben ser tomadas en cuestión de minutos. Desde una crisis laboral o de pareja, hasta un enfrentamiento con un hijo rebelde. En suma, la supervivencia se basa en saber interpretar y gestionar una amenaza. Como nuestros lectores comprobarán, si alguien sabe gestionar bien sus emociones en circunstancias muy complicadas, actuar con calma y decisión en las más variadas situaciones de peligro, ese es Carlos Vico.

¿Somos realmente conscientes de los peligros que nos rodean?

Nunca lo somos. Y realmente no tiene la menor importancia. Porque lo que cuenta es saber reaccionar y gestionar una situación que pone a prueba nuestros recursos y capacidades. Pondré un ejemplo: en un entorno urbano, el mero hecho de cruzar una calle supone un ejercicio de confianza, de fe ciega. El cerebro se formula preguntas como ésta: ¿Pararán cuando me vean cruzar por el paso de cebra? El conductor y el peatón son partícipes de un acto de confianza mutua, de una muestra de respeto que es lo que condiciona un resultado positivo, sin daño ni peligro. Por tanto, el respeto y la fe mueven el mundo en el que nos desenvolvemos. A un nivel más profundo y filosófico, creo que el mayor peligro que nos amenaza son los dogmas. La verdad absoluta no existe. Existen los hechos y diferentes puntos de vista sobre ellos.

¿Cuál puede ser el detonante de una situación de supervivencia?

Fíjese bien en este detalle: nuestro cerebro es una poderosa máquina generadora de autoengaño. Seguro que ha escuchado muchas veces lo siguiente: “Me gusta irme a la montaña porque me da paz”. Es un error muy común. La noche se encargará de cambiar nuestra percepción y alterar nuestro estado de ánimo trayendo inquietud e incertidumbre. El escenario es el mismo; sólo ha variado la cantidad de luz. Ahora la inquietud y la preocupación se han apoderado de ti. El pánico es el dueño de la situación y hay que gestionarlo para actuar y sobrevivir. “El miedo es de cobardes”, ¡cuántas veces nos habremos escuchado esa frase! El miedo es la mente lanzando consecuencias derivadas de nuestros puntos débiles ante una situación. Nos da una información que hay que escuchar y gestionar de forma continua para empujarnos a mejorar. Y hay que conquistarle. La supervivencia no es sino la prueba definitiva de que uno es capaz de gestionar su mente en situaciones adversas. Es una lucha contra uno mismo, contra su instinto y que nos empuja a reaccionar sin sopesar la acción ni sus consecuencias.

¿Y cómo debemos prepararnos mentalmente?

Lo primero, es aprender a diferenciar entre miedo y pánico. El pánico es miedo irracional y lo conforman cuatro patrones básicos de actuación aprendidos de los animales durante miles de años: agresión, huida, bloqueo y sumisión. El miedo por el contrario es racional, identifica la amenaza y me da las posibles consecuencias a enfrentarla, instándome a buscar las mejores estrategias para minimizar riesgos. El autoconocimiento es básico, hay a quien le sudan las manos, a quien se le tensa el cuello, quien tartamudea… Son disparadores que nos indican que estamos entrando en pánico. En mi caso, mi propuesta de solución se resume en 'PAREPIA' (Para - Respira – Piensa - Actúa). Paramos, deteniendo la inercia que la situación está provocando. Respiramos, de forma consciente y destruyendo el foco de la amenaza. Acto seguido, pensamos que está pasando creando una estrategia y, por último, actuamos de forma adaptativa.

¿Por qué no nos enseñan a afrontar situaciones de riesgo en la escuela primaria?

Porque no interesa. El miedo y la incertidumbre son herramientas que el poder emplea para manipularnos desde tiempos inmemoriales. Si no existe el temor, se actúa de una manera que impide ejercer el control sobre los demás, ya sea en grupo o individualmente. Si formas a los ciudadanos, los conviertes en seres autónomos con capacidad de respuesta, pensamiento crítico y de decisión. Y esas mismas decisiones pueden (o no) ir en una dirección totalmente opuesta a los intereses de quienes mueven los hilos y toman las decisiones que nos afectan directamente.

Carlos, usted enseña a afrontar peligros, someter al miedo y tomar decisiones acertadas en situaciones extremas. La vida nos pone al límite ¿Cuándo y cómo llegó a su propio límite?

En Groenlandia. Fue un cambio total en mi vida, una catarsis. Cuando pasas por algo así, tu concepto de la vida, tu forma de valorarte y valorar a los demás cambia para siempre. Me vi en una situación hasta entonces desconocida. Una placa de hielo cedió bajo mis pies y caí al agua. Tras salir con toda la ropa empapada, y a temperaturas bajo cero, empezó la auténtica prueba de supervivencia. Debía encender un fuego para calentarme y no contaba con nada convencional (Groenlandia es un desierto de hielo y piedra). El tiempo corría en mi contra y mis sentidos se iban entumeciendo. Luché contra el dolor, el bloqueo corporal y el mental. Y caí en la cuenta de que algunas prendas de ropa estaban fabricadas con derivados del petróleo y podían arder. No quería morir congelado y debía confortar a mi cuerpo para que no bloquease mi mente. Tras pasar un calvario personal en medio de unas condiciones climáticas espantosas -el huracán Álex agitó una gran tormenta de nieve- me rescataron en aquel páramo helado tras catorce agónicas horas que me llevaron al límite.

¿Y cuál es la gran lección que aprendió?

No sólo recibí una lección. Para mí también fue una cura de humildad. La experiencia vivida caló muy hondo en mí y me marcó para siempre. En esos momentos, en los que vi mi vida pender de un hilo, tuve claro qué es importante y qué no lo es. Lo material no tiene valor. Y la realidad me golpeó con toda crudeza y me confirmó que si mantenemos la calma encontraremos la solución adecuada donde sea. Da igual si estamos en el desierto, la playa o la oficina. La primera prioridad es acabar de raíz con las malas inercias. Hay que actuar para bloquear el instinto de supervivencia de inmediato y que no impida fluir a la creatividad y a la imaginación que son las que producen las soluciones que necesitamos aplicar con urgencia.

Si Parar, Respirar, Pensar y Actuar es una regla de oro para sobrevivir al peligro. La clave es saber aplicarla. ¿No le parece?

¿Cuántas veces, ha pensado, tras una discusión, que debería haber dicho esto o aquello? Mientras se está invadido por el pánico no hay acceso a la creatividad ni la imaginación. Al romperse el efecto túnel, vuelve a la racionalidad y con ello a sus capacidades de gestión. No debemos olvidar que la mente humana lleva miles de años preparándose para contrarrestar amenazas. Para sobrevivir, hay que bloquear el instinto de supervivencia y romper todo lo que mantenga atadas a la creatividad y a la imaginación. Una persona que sabe cómo gestionar saca siempre el mejor partido de cualquier situación, pues mantiene la mente atenta, absorbe información y crea las mejores estrategias de éxito. Si somos conscientes de ello, dominaremos nuestro entorno. Es una cuestión de autoconocimiento y práctica continua.

Por último, ¿No Sería bueno contar con una especie de kit todoterreno de supervivencia?

Voy a romperle los esquemas. No es necesario un kit. Todo está en la mente y depende de su actitud. No se trata sólo de que, si tiene la oportunidad, aprenda técnicas que le permitan afrontar situaciones de riesgo como hacer fuego o construirse un refugio. Se trata de que cambie su enfoque sobre la vida y sepa sacar partido a cada situación. Yo puedo vivir en la montaña, unos en la ciudad y otros pasarán la mayor parte de su vida en una oficina. El entorno es indiferente. El único factor invariable en cualquier situación de supervivencia es el individuo y si controlamos este factor, controlamos la operación y el resultado.

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