No cabe duda de que el conflicto en Ucrania ha provocado un sufrimiento humano inexplicable. Pero también ha tenido implicaciones profundas en la economía y los mercados. Ha expuesto las líneas de fallo en las cadenas de suministro de por sí frágiles, ha generado riesgos de estanflación en la economía global, y ha planteado interrogantes respecto a la seguridad energética y de alimentos.
¿Cómo pueden los inversores posicionarse para defenderse contra las consecuencias adversas?
El foco está nuevamente en el oro
Los riesgos geopolíticos suelen catalizar la demanda de oro. Si bien ha habido momentos en el pasado en los cuales el oro ha estado parado, posteriormente se volvió a reactivar tras la ocurrencia de un evento geopolítico. Esto también fue válido en lo que fue la antesala de la Guerra del Golfo y después de los ataques del 11 de septiembre.
Desde el comienzo de la guerra de Ucrania, el oro se ha beneficiado de la fuerte demanda proveniente tanto del posicionamiento sobre futuros como de la demanda física a través de los productos cotizados. Durante las últimas semanas, el oro se ha mantenido bastante firme a pesar del incremento de los rendimientos de los bonos del Tesoro de EE. UU. y la fortaleza del dólar, los cuales son factores que normalmente afectan a su valor. Parecería que la demanda del oro como activo refugio está más que compensando estos efectos adversos.
En la renta variable, los inversores continúan buscando calidad
Al igual que el oro podría estar en una cartera lista para brindar una protección bajista en el momento que más se necesita, las exposiciones a la renta variable también pueden hacerse de manera más robusta para resistir la incertidumbre. Si estalla un riesgo geopolítico, quizás ya sea demasiado tarde para que los inversores incrementen su protección. Por lo tanto, lo que los inversores necesitan, es una exposición “para todos los climas” que pueda ofrecer un carácter defensivo en períodos de estrés sin renunciar al potencial alcista cuando los mercados cotizan fuertemente al alza.
Los inversores cada vez más identifican a la calidad como el factor que ofrece el equilibrio deseado. Definimos a la calidad como las compañías que cuentan con una situación financiera saludable y que generan efectivo a través de modelos de negocio sólidos. Las compañías rentables tienden a estar en condiciones de resistir la volatilidad de mercado. Las compañías de calidad también tienden a tener un poder de fijación de precios mayor, es decir, que los retrocesos de mercado no les provoca un impacto tan significativo sobre sus márgenes como usted esperaría. Asimismo, estas compañías tienen generalmente menores niveles de deuda, lo que las hace estar mejor preparadas para entornos donde los tipos de interés están al alza -otra dinámica que vemos que se está jugando ahora-.