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INFORME INSTITUTO FLOSSBACH VON STOTCH

Países emergentes y en desarrollo: diferentes países, diferentes retos

Saldo de cuenta corriente como porcentaje del PIB
Saldo de cuenta corriente como porcentaje del PIB

  • Por Pablo Duarte, analista senior del Instituto Flossbach von Storch.

miércoles 18 de mayo de 2022, 09:28h

La inflación, las salidas de flujos de capital y los altos precios de las materias primas afectan a los mercados emergentes y en desarrollo de distintas formas. Los países que mantuvieron la independencia de sus bancos centrales durante la pandemia estarán en mejores condiciones de navegar las turbulencias actuales. El ajuste de la política monetaria de la Reserva Federal estadounidense (Fed), temido desde el verano pasado en los mercados emergentes y en desarrollo (MEs), ya está en marcha. Además, el imprevisible desarrollo de la guerra de Ucrania y las sanciones económicas contra Rusia están provocando altos precios de las materias primas e incertidumbre en los mercados. En general, esto coloca a los MEs en una posición difícil. Pero algunos sufren más que otros. Mientras unos países se benefician del auge de los precios de las materias primas, otros están cerca de la moratoria de sus deudas. La salida de capitales y el aumento de los precios de las materias primas están afectando con especial fuerza a los países en los que la pobreza, la corrupción y la economía informal aumentaron como consecuencia de la pandemia del Covid-19 y de los cierres gubernamentales.

A corto plazo, la inestabilidad económica y política aumentan en los países que dependen de las importaciones de productos básicos y tienen una elevada deuda pública. Los cambios institucionales que se hicieron durante la pandemia para permitir la financiación monetaria del gasto público conllevan mayores riesgos de estabilidad a más largo plazo.

Salida de flujos de capital y deuda

Con el estallido de la pandemia del Covid-19, los mercados emergentes experimentaron inicialmente una “parada súbita” de flujos de capital, porque los inversionistas internacionales abandonaron los países en busca de activos seguros. Los países con altos déficits de cuenta corriente son especialmente vulnerables en estas situaciones porque dependen en gran medida de capital internacional. Un déficit de cuenta corriente significa que un país exporta menos de lo que importa y, por lo tanto, los ingresos procedentes de las exportaciones no alcanzan a cubrir las compras del exterior. Este vacío tiene que llenarse con capital extranjero.

Entre los 6 mercados emergentes más grandes, sólo China y Rusia tuvieron un superávit de cuenta corriente durante la mayor parte de la última década, es decir, exportaron más bienes y servicios de los que importaron. Brasil, India, Sudáfrica y Turquía registraron importantes déficits por cuenta corriente hasta poco antes del estallido de la pandemia del coronavirus. Con la pandemia, Sudáfrica consolidó su cuenta corriente y registró un superávit del 3% del PIB a finales de 2021. Tras una breve corrección en 2020, los déficits de India, Brasil y Turquía volvieron a

aumentar en 2021, incrementando su vulnerabilidad en un nuevo escenario de salida de capitales.

Dado que las salidas de capital devalúan la moneda nacional, la cantidad de deuda denominada en moneda extranjera es especialmente importante. Esto aumenta la carga de la deuda, lo que puede provocar dificultades de pago a empresas y gobiernos. En Turquía, Brasil y Sudáfrica, la deuda denominada en moneda extranjera ha aumentado considerablemente en los últimos años. A finales de 2020, era casi el 60% del PIB en Turquía, el 36% en Brasil y el 26% en Sudáfrica. En Rusia (23%) e India (14%), la deuda era menor en 2020 que en 2015.

Otras debilidades: El sector bancario y las instituciones

El aumento de la deuda pública nacional también puede ser problemático. La deuda pública relativa al producto interno bruto aumentó tras la pandemia del coronavirus. Además, los bancos aumentaron considerablemente sus tenencias de deuda pública nacional porque, especialmente en los países en desarrollo y emergentes, el sector bancario ha sido el principal comprador de bonos de deuda de los gobiernos. Un estrecho nexo entre gobierno y bancos amplifica los efectos de las salidas de capital y del incremento del tipo de cambio sobre la estabilidad del sector financiero local. Una moratoria de pago del gobierno pondría más presión sobre los balances de los bancos, reduciendo así la disponibilidad de financiación para el sector privado y frenando el crecimiento.

Las instituciones se han debilitado en algunos países durante los años de la pandemia. Para contrarrestar las consecuencias económicas de las medidas de confinamiento, los programas de ayuda fiscal en algunos países emergentes y en desarrollo han sido cofinanciados por una "política monetaria no convencional". Al igual que la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central Europeo, algunos bancos centrales de los mercados emergentes han comprado bonos del Estado y de empresas a gran escala. Tailandia, México y Croacia anunciaron los primeros programas de compra de bonos a principios de marzo de 2020. En la mayoría de los países, fueron necesarios cambios legislativos y en Brasil incluso una enmienda constitucional para permitir la financiación monetaria de la política fiscal. Estos cambios debilitan la independencia de los bancos centrales, refuerzan el dominio fiscal y pueden socavar la confianza que tanto ha costado conseguir a algunos bancos centrales.

También existen instituciones débiles en forma de poder político autoritario y de corrupción. En Turquía y en la India, varios gobernadores de los bancos centrales fueron cambiados o presionados para terminar sus mandatos a principios de 2021. El nivel de aplicación del estado de derecho, de por sí muy bajo, disminuyó en los mayores MEs en 2020 y 2021. Especialmente con el aumento de las presiones inflacionistas, unas instituciones sólidas son un ancla importante de estabilidad.

Antes de la pandemia es después de la guerra

Ya en 2019, antes del estallido de la pandemia del Covid-19, las protestas, algunas de ellas violentas, en países como India, Colombia, Chile, Egipto y Sudáfrica mostraron el descontento de los ciudadanos con las circunstancias económicas y políticas nacionales. La pandemia reorientó inicialmente la atención pública hacia las infecciones, las mascarillas y las vacunas. Sin embargo, tras bambalinas, los cierres locales y la desaceleración del crecimiento mundial dañaban aún más los cimientos de la prosperidad económica de los países. El Banco Mundial estima que entre 2019 y 2020 el número de personas que vivían en extrema pobreza aumentó en 97 millones. En general, se espera que el número de personas en situación de pobreza extrema haya aumentado hasta los niveles de 2015.

Con la guerra de Ucrania y el incremento de los tipos de interés en EE.UU., dos choques afectan a los mercados emergentes al mismo tiempo. En primer lugar, las salidas de capital, que ejercen presión sobre el tipo de cambio y, por tanto, sobre los precios y la deuda soberana. En segundo lugar, el aumento de los precios de las materias primas y los alimentos, que incrementan las presiones inflacionistas. Para defenderse de las salidas de capital, un gran número de bancos centrales subieron sus tipos de interés básicos. Hasta dónde pueden llegar los bancos centrales dependerá de su dependencia política. Las consecuencias de las subidas de los tipos de interés dependen, entre otras cosas, de la deuda pública y de las tenencias de bonos del Estado en los bancos comerciales. El aumento de los precios de las materias primas puede amortiguar la presión sobre el tipo de cambio de los países exportadores netos y proporcionar una recuperación a corto plazo. Para los importadores netos, puede significar una crisis de abastecimiento.

En el entorno actual, además de las vulnerabilidades macro a las salidas de capital y al aumento de los precios de las materias primas, las instituciones monetarias son importantes. Aquellos países que no sacrificaron la independencia de sus bancos centrales en la pandemia para financiar el gasto público podrán afrontar mejor las turbulencias actuales.

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