En esta línea, la misiva expone que “para mantener el mismo nivel de capital, los bancos de la UE necesitarán con esta normativa un importe ingente adicional que muy posiblemente no se alcance con lo que las restricciones de líneas y el incremento de costes serán seguros”.
ASSET propone retoques adicionales para no perjudicar el actual funcionamiento del sistema bancario en diferentes áreas:
· Trade Finance: que el CCF (Credit Conversion Factor), que según propuesta de la UE debe estar en el 50%, se limite al mínimo propuesto, es decir, al 20%.
· Derivados: equiparar los costes de los derivados a los del mercado americano estableciendo también en 1 o inferior dicho parámetro.
· Project Finance: el tratamiento de estos proyectos a efectos de regulación bancaria está lejos de ser óptimo al alejarse de estimar la calidad y riesgo real de los proyectos. Con la regulación bancaria en mano, las exposiciones a proyectos de infraestructura reciben un tratamiento diferente con respecto a las exposiciones generales, considerándolas como una categoría específica de préstamos especializados con una lata ponderación de riesgo o como alternativa contar con calificaciones internas, pero en cualquier caso, impidiendo reconocer estos proyectos como riesgo bajo.
· Empresas sin calificación crediticia (rating): no todas las entidades utilizan calificaciones externas para determinar el riesgo de una operación. Algunos se basan en métricas internas. El principal problema es que para las entidades que sí utilizan estas calificaciones externas, cuando no hay calificación crediticia disponible, estas operaciones reciben una ponderación de riesgo que las penaliza, sin tener en cuenta ningún otro aspecto. Es necesario un tratamiento más beneficioso de las empresas sin rating, que puedan traducirse en mejores condiciones para ellas si realmente la percepción real del riesgo es favorable.
El Secretario General de ASSET, Luis Calaf, cierra la carta destacando dos puntos clave. En primer lugar, el impacto de la pérdida de competitividad para la banca europea en comparación con la banca extranjera, que utiliza diferentes reglas de juego para los mismos servicios. Y, en segundo lugar, la necesidad de conseguir "excepciones" (aunque sean por un tiempo) según la casuística de cada país, mientras el mercado se adapta a la implementación total de Basilea III.
“Los impactos colaterales de un mal tratamiento de las operativas se verán sin duda en la economía real e impactarán a la competitividad de nuestras empresas”, concluye Calaf.
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