Tiene sentido y una lógica aplastante que las citadas medidas, tan reaccionarias, que tanta involución representan y tanto retraso, que tan lejos nos llevan hacia atrás, como los cangrejos, en términos de bienestar y confort las dicte un poder de orientación comunista, porque es la línea histórica del comunismo la que define su capacidad para aportar atraso y miseria al pueblo mientras las autoritarias o totalitarias elites que promueven esta ideología de perdedores mantienen su estatus o lo incrementan.
La pregunta es: ¿en sentido inverso, desde ese pueblo a esas elites incapaces, se aceptarían también directrices y consejos y sugerencias? Dada la ruina que están sembrando quienes se han convertido en máquinas de producir iniciativas despóticas, ¿aceptarían por parte de los ciudadanos una guía también con 50 medidas para que, por fin, acreditasen algún tipo de mérito y uso verdadero de la razón y acertasen en sus cometidos?
Aún más: ¿de qué clase de autoridad o legitimidad o competencia se cree investido el bloque socialcomunista, que de tanta ineptitud está haciendo gala, para ordenar pautas de conducta a la población, conduciéndola de acuerdo con sus caprichos o sectarias ideas como a un rebaño o a un conjunto de vacas mansas?
Sorprende que el gobierno más grande de Europa, con más gasto político y con mayor número de altos funcionarios arbitrariamente enchufados confíe casi en la resistencia infinita de la gente para ser atropellada e insultada, constantemente, sin tregua. Pero sorprendería, mucho más, que esa gente atropellada e insultada no respondiera y se defendiera en las citas electorales que ya, en el inicio de curso político, asoman. Porque, como en los regímenes más oscuros, el ejercicio de la oposición ha devenido en el ejercicio del derecho a la autodefensa.