Emprender siendo mujer conlleva siempre un sinfín de retos que superar y muros que derribar. Verónica Castilla, fundadora y directora creativa de Cooklab, lo sabe bien. En su caso, emprender fue la forma de compaginar su vocación (la gastronomía) con la maternidad, que conllevó un desafío añadido al tener uno de sus hijos necesidades especiales que requerían de mayor atención. “No querer depender de nadie hizo que tuviese que organizarme mejor, lo que supuso que tuviese que aprender más rápido y esforzarme al máximo”, comenta. El primer paso fue adquirir el reconocido y exigente título Grand Diplôme Le Cordon Bleu, uno de los más prestigiosos del sector. Muchas fueron las personas que animaron a Verónica a desistir de su carrera profesional y verdadera pasión, “a centrarme en mi familia y el cuidado de mis hijos por el mero hecho de ser una mujer independiente con niños que cuidar”, prosigue. Pero Verónica hizo caso omiso a tales consejos y decidió escuchar a su instinto, “hoy me alegro tanto de haber tomado esa decisión”. Ahora el laboratorio creativo que es Cooklab, se ha convertido en uno de los caterings más exclusivos, tanto que ha logrado enamorar a las mayores empresas y corporaciones (a quienes por ahora se dirige principalmente). Entre su cartera de clientes han pasado Universal Pictures, Disney, Repsol, Kellogg’s, Spotify y Renfe. No es para menos, más de quince años de experiencia y aprendizaje le avalan. ¿Su gran secreto? Verónica creó una fórmula de negocio diferenciadora de experiencias inmersivas que traspasan las líneas de la gastronomía y la decoración. La guinda del pastel es la personalización de cada propuesta desde cero. “Me apasiona el arte de recibir, de agasajar, de los detalles”, cuenta.
Así, sus viajes de juventud y sus primeros pasos laborales que comenzaron en el turismo, fueron nutriendo un universo complejo en el que la tradición servía como base a la innovación, la modernidad e incluso la sorpresa. “Para mí la gastronomía engloba mucho, es un acto multisensorial e inmersivo, es un escenario”, afirma Castilla. “Es el sabor, por supuesto, pero también el olor, el sonido de un bocado al encontrarse con diferentes texturas, la decoración, el servicio, el diseño y la presentación”. Un concepto que sigue rompiendo esquemas aún a día de hoy.
“En Cooklab seguimos un proceso poco habitual, nada está estandarizado, ni siquiera existen menús”. Cada encargo se inicia desde cero, como un lienzo en blanco sobre el que Verónica y su equipo de decoradores y creativos multidisciplinares toman la gastronomía más visionaria como eje en torno al que orbitan en perfecta armonía infinidad de detalles, todos ellos guiados por una temática o un concepto concreto que Cooklab traduce en eventos que transportan a los invitados a un viaje sensorial. Tuvo un proyecto de un fondo de inversión donde creó para la puesta en escena una analogía con el mundo del ajedrez, para la presentación de los chicles Five hasta los olores estaban relacionados con los cinco sabores.
La empresa también idea y organiza acciones tanto para empresas de menor tamaño como para eventos privados, así como asesoramiento gastronómico para restaurantes. “Mi filosofía de negocio es la atención personalizada, muy cercana. Mi mayor ambición es captar la esencia de lo que buscan y expresarlo en todos los idiomas que engloba la gastronomía”, explica la CEO de Cooklab.
Si Verónica Castilla vuelve la vista atrás es consciente de las dificultades que ha debido superar, pero también de todas las alegrías. Sin embargo, hoy se siente más empoderada, más fuerte, con más confianza en sí misma. “Muchas veces las personas ponemos excusas para no dar saltos y creo que si tienes una pasión debes seguirla y eso te hará imparable”.
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