Shein, la exitosa tienda de moda “online” china que se ha convertido en poco más de diez años en un serio competidor de los gigantes del sector textil gracias a un modelo de negocio de precios bajísimos, velocidad de vértigo en el lanzamiento de diseños nuevos, una gran habilidad para seguir las tendencias, y una enorme popularidad en las redes sociales (Tik Tok e Instagram, sobre todo), podría sufrir el boicot de consumidores e inversores tras el destape de su cara más oscura. La semana pasada Greenpeace y Bloomberg han sacado a la luz los “trapitos sucios” de Shein. La investigación de Greenpeace afirma que las trabajadoras en las fábricas de la marca de moda china tienen jornadas laborales de 11 horas al día, 29 días al mes, sin descansos. Sus salarios son bajos y pueden recibir penalizaciones por errores. Además, las instalaciones tienen las salidas de emergencia bloqueadas o enrejadas.
Uno de los puntos más alarmantes del estudio es la presencia de sustancias tóxicas en los productos de Shein. Zapatos y botas con niveles altos de sustancias como los ftalatos y el níquel, que pueden ocasionar daños en las vías respiratorias, en el sistema reproductor, náuseas y cáncer. Pero si con esto no teníamos suficiente, el estudio de Bloomberg revela que prendas enviadas a Estados Unidos por parte de Shein estaban hechas con algodón procedente de la región china de Xinjiang, acusada, según varios informes, uno de ellos de las Naciones Unidas, de trabajos forzosos a la minoría musulmana uigur.
Esta nueva alarma social demuestra que los precios bajos y la generación de beneficios han dejado de ser el valor fundamental de consumidores e inversores.
Este es otro escándalo de violación de derechos humanos, en pleno desarrollo de un Mundial de fútbol que ha puesto en tela de juicio a Qatar y al ecosistema del deporte en general. Lo que todavía no se puede determinar en este caso es si, a largo plazo, “el impacto neto” del mundial para Qatar, será positivo o negativo. Más allá de las denuncias internacionales, está claro que esto es mucho más que un Mundial para el pequeño país que se enriqueció en tiempo récord y que ahora busca afianzarse como actor geopolítico clave bajo una imagen más moderna y progresista.