España probablemente constituya hoy el mejor ejemplo (por tanto, el más dramático y patético) entre los países de su entorno. El afán de abusar del poder (y quebrar el principio de división) por parte de personas rabiosamente indoctas, de auténticos ineptos, es hoy tal que incluso hemos visto cómo hace apenas horas sus degeneradas prácticas han generado una reacción de ‘personas de edad’ (ex ministros y ex diputados socialistas), éstos sí con experiencia y vida vivida, que se han rebelado contra las gravísimas heridas que hoy desde el gobierno -PSOE y Podemos- se están asestando a nuestra democracia.
La denominada Asociación para la Defensa de los Valores de la Transición, integrada por individuos de distinta procedencia política, en un momento absolutamente trascendental y procedente está intentando liderar o al menos lanzar un aldabonazo sobre lo inevitable: la necesidad de contestar, y hacerlo con fuerza e inmediatez, a la gravedad de los cambios que está intentando introducir el bloque socialcomunista para beneficiar a los golpistas y corruptos de la peor calaña.
Urge una contra ofensiva ante una involución tan lesiva, ante un retroceso tan delirante, ante acciones acumuladas -reiteradísimas- que se encuadran fuera totalmente de la ley. Incluso urge tocar la campana, a más abundamiento, para frenar definitivamente la avenida de esta plaga de nuevos representantes públicos que vienen a configurarse como las peores uñas de la peor madera: los ‘nuevos déspotas iletrados’, que hacen cada día bandera de su ignorancia mientras, subidos a una apisonadora, trituran enteramente los derechos y las libertades que tantas décadas y tantos siglos se ha luchado por conquistar. ¿Despertará la sociedad civil española a tiempo?