Con la verdad por delante, también es la semana dónde se han explayado terroríficamente los totalitarios demócratas, desde un tal Sicilia, de apellido evocador, hasta el inefable Pachi López, el hijo del gran Lalo, pasando por el Doctor Sánchez, explicando lo que entienden por democracia. Según ellos consiste en un procedimiento electoral, sea o no más o menos manipulado, del que nace la verdad y la Ley absoluta contra la que no se puede oponer ningún filtro, ni contra poder judicial, ni procedimientos a respetar. Es decir la democracia asamblearia y/o aclamativa que ignora que una democracia es, en su esencia, un sistema de Leyes y contrapoderes. Recuerdan terroríficamente aquél que dijo que las Leyes del Reich prevalecían sobre la Constitución alemana…
Esas cosas han seguido pasando la semana pasada, pero en realidad sólo son un paso más, acelerado y precipitado tal vez, de lo que empezó hace mucho tiempo. Este modesto Casandra que lleva lustros avisando les pregunta: ¿Cuándo empezó todo?
¿Cuándo se suprimió el recurso previo de Constitucionalidad? ¿Cuándo se rompió el pacto Constitucional de tener un tercer poder profesional haciendo que políticos partidistas eligieran a jueces? ¿Cuándo un juez dijo que España no era una democracia militante (como si eso existiera)? ¿Cuándo el Constitucional legalizó a Bildu contraviniendo al Supremo?¿Cuándo el TC no fue una sección más del Supremo? ¿Cuándo se cedió suicidamente Educación y Sanidad? ¿Cuándo se creó una mesa de negociación entre Gobierno Nacional y Gobierno Regional para diseñar una “España plurinacional” de entelequia sin apoyo democrático? ¿Cuándo se permitió ser diputado español sin jurar ni prometer la Constitución sino ciscándose en ella? ¿Cuándo miramos todos para otro lado mientras se machacaba a millones de españoles abandonados, con clientelismo, amedrentamiento, discriminación, intimidación, opresión en regiones norteñas? ¿Cuándo….
Seguro que tendrán Ustedes muchos cuándos y más acertados que los nuestros. No sabemos realmente cuándo empezó todo, sólo sabemos que ha acabado mal. Como el Perú de Vargas Llosa.
Eso no significa que los demócratas patrióticos hayamos perdido, tal vez se esté atisbando una reacción de suficiente masa crítica supra partidista. Pero sí significa que, llegados a este punto, hasta para “enmendallo”, toca sufrir.