En realidad, las primeras patentes llegan de la mano del cambio en el ámbito del transporte. La generalización del uso de bicicletas y vehículos sirvieron para que se comenzara a estudiar cómo conseguir un firme que fuera uniforme, duradero y que, en un entorno húmedo como Inglaterra, permitiera circular sin apenas peligro. Ahí es cuando comenzaron a registrarse las primeras patentes asfálticas.
Ya en el siglo XX si hubo un detonante que demostró la importancia del uso de este tipo de soluciones en las vías de comunicación fue la Segunda Guerra Mundial. La necesidad de construir pistas de aterrizaje para permitir los aterrizajes de los aviones aliados en cualquier rincón.
Hoy en día no se entiende una carretera, camino o incluso pista de aeropuerto que no lleve por base este tipo de brea, arena y gravilla que ha servido para facilitar el tránsito de todo tipo de vehículos durante su relativamente corta historia.
Pensar en zonas donde hoy sigue siendo necesaria una proyección integral es hacerlo, por ejemplo, de Canarias. Con La Palma a la cabeza y numerosos desarrollos urbanísticos en muchas de las otras islas, es uno de los enclaves en los que, actualmente, más demanda hay. “Sin duda, es un sector que, aunque siempre estable, tiene momentos en los que la importancia se multiplica, como es el caso de la reconstrucción de vías de comunicación cuando se han visto comprometidas por elementos ajenos al control humano” explican desde Conasfal.