La rivalidad entre Estados Unidos y China continuará en 2023, pero el aspecto económico a ambas potencias les interesa que esté lo más impoluto posible, ya que ambas naciones se juegan mucho y mientras Joe Biden, a quien vienen enterrando desde que inició su Presidencia, ha logrado que tanto la inflación como el desempleo remitan, Xi Jinping ha afrontado su política de «covid cero» muy cuestionado por su falta de previsión y con un PIB a la baja que dificultará que la República Popular China se corone como la primera potencia mundial.
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Nos volvemos a remontar a principios de 2020. De nuevo, Europa, EEUU y otros muchos países no se fían de los datos chinos, y la preocupación es alta cuando en el país se ha visto, por las recientes protestas internas a levantar las restricciones, una inquietud que muestra que la vacuna china no ha sido un éxito y la inmunidad tampoco ha sido efectiva. De ahí que cuando China anunció que reabre sus fronteras la mayoría de los países ha empezado a pedir controles en todos sus aeropuertos a los viajes procedentes de China. Xi Jinping ha reforzado su tercer mandato viendo cómo el país siembra dentro y fuera de sus fronteras mucha desconfianza y hasta cierto miedo a volver a tiempos pasados.
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