Pero el perroflautismo, hoy en España, encaramado a los sillones del poder o bajo los focos de los medios, es algo muy distinto y peor. Es una corriente que en su mensaje destila odio, que defiende planteamientos revanchistas, que ampara y hasta promueve la violencia; y que, en esencia, se ubica en las antípodas de la educación y en la inmensísima mayoría de las ocasiones, del conocimiento; esto es, se asocia muy directamente con el analfabetismo, la ignorancia y la pereza.
Exactamente la intervención torpe, desgarbada, incendiaria, pueril, gritona y ridícula, en suma, de la alumna de la Complutense que en materia audiovisual está tocada paradójicamente con las mejores calificaciones, es el síntoma de cómo ese perroflautismo es tóxico para la convivencia de cualquier sociedad y para el propio avance y crecimiento en la calidad de nuestro sistema educativo.
En una línea que ya iniciaran hace casi una década los precursores de Podemos, muchos de ellos (como ha acreditado el tiempo) ignorantes y vagos, con un expediente académico ramplón y una hoja profesional de servicios en blanco, quienes hoy se pretenden presentar como referente de la educación pública conforman una verdadera horda de asalvajados y serían la vergüenza de cualquier nación civilizada.
En este punto, y ante semejante panorama, no es cuestión de que la derecha ‘dé la batalla cultural’, una formulación tremendamente manida. Es algo más sencillo, más transversal y de más amplia base pero que igualmente requiere de valentía: todo aquel que en el ámbito académico se oponga al totalitarismo, al pensamiento único y a la difusión de la ideología comunista debería hoy comprometerse, dar un paso, no dejarse arrollar por la espiral del silencio.
El sistema educativo es demasiado importante como para dejarlo en manos de políticos. Menos aún de quienes hoy nos representan. Si en las aulas y los claustros, más allá de la esfera propiamente académica no hay un despertar en defensa de la libertad (empezando por la de información, opinión y cátedra), el sistema educativo español estará a medio centímetro de la bancarrota, quebrado por neandertales como la que ha asaltado esta semana la tribuna de la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense, haciéndolo de forma insuperablemente tosca y atrabiliaria.