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¿NOS TIENE QUE DAR ENVIDIA DE LA TRANSICIÓN?

Libertad de Prensa en momentos de poca libertad

Hoy en día sería imposible una foto de Pablo Iglesias riéndose con Núñez Feijóo, igual que en 1978 se hicieron juntos en el Club Siglo XXI Santiago Carrillo y Manuel Fraga. Debería darnos envidia de su tolerancia y respeto mutuo.
Hoy en día sería imposible una foto de Pablo Iglesias riéndose con Núñez Feijóo, igual que en 1978 se hicieron juntos en el Club Siglo XXI Santiago Carrillo y Manuel Fraga. Debería darnos envidia de su tolerancia y respeto mutuo.

· ¿Hay menos Libertad de Prensa ahora que durante la Transición?. Yo entiendo que si

By José Luis Barceló Mezquita
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jlbarceloelmundofinancierocom/9/9/27
martes 07 de febrero de 2023, 17:47h

Ha habido tiempos mejores para la Libertad de Prensa, la verdad. Tiempos en los que los medios de comunicación no dependían de los dispendios de las Administraciones Públicas, y en los que los políticos o los candidatos o los empresarios concurrían a los debates, tertulias y convocatorias sabiendo que se enfrentaban, no a una maraña de hienas, como parecen hacer creer ahora cuando ven un micrófono preguntándoles, sino a unos profesionales sin restricciones que, con respeto y cultura, formulaban preguntas discretas, con retroceso, sabiendo que las respuestas iban a ser la que fueran. De ahí nacieron fórmulas tan consabidas y nunca recuperadas como las del Club Siglo XXI, donde incluso se fumaba y se venía güisqui, tertulias, cenas y comidas como las capitalinas en los restaurantes Jai Alai o Mayte Commodore, y centros de pensamiento en la época como Cuadernos para el Diálogo, que no sobrevivió a la Transición, fundada por Joaquín Ruiz-Giménez, y cuya publicación se suspendió en 1978, justo el año de la aprobación de la Constitución.

Los que hemos acumulado ya unos pocos años nos sorprende que, desde el punto de vista de la libertad de expresión y de prensa, hubiera precisamente más libertad hace más de 40 o 50 años incluso que ahora. Un periodista hacía su trabajo y punto, y el político, si podía, el suyo.

Tengo amigos mayores que yo que todavía escriben columnas en diarios y que mutilan literalmente sus escritos todos los días en el ejercicio de la autocensura, algo que nunca había ocurrido.

Es una verdadera vergüenza lo que estamos viviendo los periodistas, los que ejercemos la profesión.

He llegado a la triste conclusión de que los regímenes de los Estados, sean totalitarios o no, siempre verán a la Prensa y a los Periodistas como “enemigos de sus políticas”, y nunca más nos van a defender como algo necesario para regular los estados democráticos ni los sistemas parlamentarios: si te enfrentas al Gobernante, serás su enemigo. No un controlador o un Cuarto Poder.

Y no nos tenemos que ir muy lejos: con contemplar el espectáculo del Poder Judicial ya sabemos los que nos espera a los periodistas en ejercicio: control de los Medios de Comunicación, control del accionariado, control en las campañas de publicidad… la muerte en vida.

Suele hablarse de los Medios como el IV Poder, detrás de los clásicos poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, tal cual los describió Montesquieu, quien argumentaba que “todo hombre que tiene poder se inclina por abusar del mismo, y avanza hasta que encuentra límites”. Precisamente para evitar los excesos antidemocráticos “hace falta que por la disposición de las cosas, el poder detenga al poder”.

El jurisconsulto norteamericano Benjamin Cardozo decía que la “libertad de expresión es la matriz, la condición indispensable de casi cualquier otra forma de libertad”.

Tiende a afirmarse que una sociedad sin libertad de pensamiento jamás será una sociedad libre, y la paradoja existe en los sistemas autocráticos o dictatoriales donde, existiendo Prensa y Medios, los mismos están sujetos al control estricto del Estado y de los respectivos Gobiernos. La actual desinformación empleada por casi todos los gobiernos sean democráticos o no, nace en la década de los años 50 del siglo XX, y forma parte de los aparatos de guerra mediática y de propaganda ya durante la llamada Guerra Fría. El propio vocablo “desinformación” procede de la palabra rusa “desinformatsiya”, siendo el ex alto funcionario de la inteligencia rumana de los tiempo de Ceaucescu, Mihai Pacepa, uno de sus mayores propulsores y estudiosos.

Desde finales del siglo XIX y principios del XX, uno de los mayores contrapesos de los Poderes del Estado han sido precisamente los medios de comunicación, de ahí el intento de los gobiernos por su control, que balancean a los otros tres poderes de forma que la Prensa y el resto de medios más modernos, como la Televisión, la Radio o los actuales medios digitales, sirve como un fiel independiente que corrige los excesos del resto de poderes.

No es la Prensa y los Medios un tipo poder clásico, no está ligado teóricamente al Estado ni a la Administración del mismo, pero precisamente por su carácter independiente actúa eficazmente para otorgar una mayor transparencia y control en la gestión de lo Público.

En España, con una Constitución, la de 1978 que va alcanza en 2023 los 45 años de efectividad, la libertad de expresión aparece recogida en su artículo 20, que reconoce y protege los derechos "a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción", y "a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión”.

Es profundamente necesario que exista y se defienda la Libertad de Prensa y Expresión, y que se creen nuevas empresas periodísticas, libres e independientes de los grandes Grupos Mediáticos que suelen estar de una manera o de otra ligados a los llamados “poderes fácticos”, que son los que hacen posibles las cosas.

Pero no es de recibo que las cúpulas de los partidos ninguneen o nieguen la entrada a periodistas o medios de comunicación porque les resulten molestos: hoy será ese Medio o ese periodista y mañana serás tú, el periodista que lee esta columna. En cuanto seas molesto. Últimamente he contemplado estupefacto el rechazo que el compañero Javier Negre, fundador del Grupo EDA TV (Estado de Alarma, Informa Radio y Edatv.news) sufre en determinados escenarios políticos y me provoca rechazo y repugnancia. Es intolerable, y es una tendencia que debe ser rechazada por todos los periodistas que ejerzan noblemente su profesión: si te doblegas al poder, estaremos acabados en la búsqueda de la verdad y la objetividad. Y es raro y doloroso que no salga ningún compañero a defenderle. No acudiremos en el momento apropiado a defender a nuestros amigos o compañeros y cuando vengan a por nosotros no habrá quien nos defienda. Esa es la máxima de la tradición totalitaria.

E incluso algunas disciplinas del periodismo, como el de investigación, habría que darlas por muertas si crece esta tendencia: no, no puedes investigar esto ni lo otro, ni hay fuentes que tu puedas ver, no lo quiere tal político y el Juez que manda la investigación come de su mano. Adiós.

El Derecho a la Libertad de Expresión es un derecho íntimamente ligado a la Libertad de Pensamiento y de Prensa, derechos que se recogen en la mayor parte de las constituciones de las Democracias liberales y parlamentarias, y que suele asociarse como relevante y fundamental para poder ejercer otros derechos y participar activamente en una sociedad y un mundo libre y democrático.

Existe, sin embargo, un tipo de prensa y medios, en el que también trabajan periodistas, que es el de la Prensa de los países que no responden al corte de Democracias Parlamentarias. Sin embargo, esta prensa cumple también su papel informativo, aunque no de creación de opinión, y contribuye a formar una opinión que suele tender a la del sostenimiento del Poder del Estado.

Tristemente, esta paradoja también se da, en otra dimensión, en los países llamados “libres”, pues los medios quedan sujetos al control del Estado por medios de las campañas publicitarias que los sostienen, y pocos periodistas son los que disfrutan realmente de libertad de expresión para escribir sus artículos, redactar sus noticias o elabora sus reportajes. Las más de las veces, terminan recibiendo indicaciones desde la Dirección del medio que, en algunos casos, acaban incluso con la censura de lo que es publicadle y no es publicable. Los limites quedan en la mente de los autores de los escritos, los escritores, los filósofos y los periodistas, quienes finalmente pueden tener en sus manos la posibilidad de publicar informaciones que no deben ser del interés o dominio público, porque como decía George Orwell, “libertad de expresión es decir aquello que la gente no quiere oír”. La verdad será siempre incómoda, tanto al gobernante como al ciudadano administrado, y muchas guerras, como la de Vietnam o la Guerra del Golfo, han tenido como protagonista más a la ocultación de la verdad acerca de lo que estaba ocurriendo que la transparencia y el detalle en tiempo real.

La “desinformación” es la nueva escalada hacia la libertad de expresión, y con ella juegan los servicios de inteligencia de la mayor parte de los países del Mundo. En los países con sistemas democráticos, la desinformación es empleada incluso por los partidos políticos, haciendo uso de un nuevo canal de comunicación, las Redes Sociales e Internet, que escapan al diseño clásico de los tres cantes de comunicación que empleaban los Medios, y que han consistido a lo largo de la historia en la Prensa en papel, las cadenas de Televisión y las emisoras de Radio.

Con la legada de Internet se abre un a nueva puerta a los Medios de Información, que tienen primeramente en Internet un enemigo o competidor difuso y más tarde un aliado. Internet y las Redes Sociales no son medios de comunicación, sin embargo contribuyen altamente y de manera eficaz a la distribución de Informaciones. No serán noticias como las tradicionales, pero son informaciones, muchas veces sin modular por el periodista. Hoy en día todo el mundo tiene una cámara en el bolsillo de su chaqueta o del pantalón, el de su teléfono móvil. Cualquier ciudadano puede tomar un video o fotografía de algo que acontece en un momento dado y publicarla a través de redes sociales en vivo y en directo, y con estas nuevas posibilidades nace el reportero ciudadano.

El único canal tradicional que no se ha visto impactado de manera definitiva por la aparición de Internet ha sido la Radio, que se realiza de manera prácticamente igual que hace medio siglo: alguien delante de un micro que habla y su voz se transmite hacia los altavoces de los receptores. La manera de transmitir la radio si ha variado, las ondas de FM u Onda Media son hoy la manera menor utilizada de escuchar radio, que hoy se ve potenciada con Internet, llegando a lugares antes insospechados: desde un hotel de cualquier céntrica capital de cualquier continente uno puede estar escuchando tranquilamente la emisora local de su barrio. Cuñas de publicidad se generan para las emisoras de la misma manera que antaño, y la publicidad en la radio no se ha visto colapsada por Internet y su publicidad propia, como si ha ocurrido sin embargo en la Prensa o la Televisión, cuya convergencia con Internet y el mundo digital es determinante para su futuro y para el futuro real de los medios de comunicación.

En buena parte, podría afirmarse que el futuro de la libertad de prensa, expresión y opinión a a depender de manera certera en la manera en que evolucione el control de Internet y la manera en la que los ciudadanos hacen uso de las Redes Sociales y de la información que fluye por ella.

Precisamente un problema complementario estriba en la manera en la que los ciudadanos accedemos a la información a través de Internet. Si antaño leíamos un diario en concreto o escuchábamos una emisora, e incluso estábamos suscritos al periódico que nos llegaba a casa, éste solía ser solo uno que concordaba bastante con nuestra línea de pensamiento y valores. Hoy los ciudadanos obtenemos solamente la información que nos interesa a través de cuentas concretas de Redes Sociales, discriminando el resto de la información. Si, por ejemplo, nos interesa solamente la información sobre carreras de Fórmula 1, recibiremos un montón de información precisa sobre este tipo de carreras a través de nuestra red social, pero no sabremos nada del resto de las cosas que pasan si no mostramos inclinación a preocuparnos por ellas y las buscamos debidamente.

Otro efecto de la aparición de Internet y estas nuevas maneras de buscar información es la pérdida de lealtad al Medio. Antiguamente, la suscripción nos mantenía atados al estilo del medio, incluso cogíamos cariño a determinados columnistas con los que nos identificábamos. También nos ayudaba a fortalecer nuestras convicciones y valores.

Internet ha difuminado este pilar que cumplían los medios de comunicación, llevándonos a un terreno inseguro en el que todo parece lo mismo, hay abundancia de información pero con el riesgo de que está sin organizar, sin sistematizar. Internet nos provee toda la información por igual, de manera plana y horizontal, privilegiando la información rápida e imprecisa de lo muy actual, y favoreciendo la información audiovisual, corta y veloz, sobre cualquier otro tipo de información calibrada o contrastada. Este es uno de los grandes riesgos que padecen los Medios de Comunicación hoy en día, y es que la convergencia con Internet condiciona la propia viabilidad del Medio. Y la desinformación suele ser uno de los ingredientes de este tipo de información imprecisa de consumo rápido e inmediato.

Hoy en día, cualquier diario comprado en un quiosco por la mañana para tomarnos un café, nos parecerá anticuado y su portada reflejará ya la información de hace muchas horas: Internet y lo inmediato han variado también nuestra manera de percibir la realidad e interpretarla.

Existe un Derecho Internacional que pretende defender la libertad para expresar un pensamiento, que, aunque no es un derecho absoluto, su condición de base de la democracia obliga, según este mismo Derecho Internacional, a que cualquier posible limitación en la libertad de comunicación sea mínima, proporcionada y justificada. Su importancia deriva de la propia Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) de 1948 que en su artículo 19 reconoce que "todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión", un derecho que "incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. La misma relevancia le dan al artículo 19 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) y el artículo 10 del Convenio Europeo de Derechos Humanos (CEDH).

Las tentaciones para el control de la Prensa y Medios de comunicación han sido una tendencia creciente, especialmente desde la Primera Guerra Mundial, hace más de un siglo, cuando se puso de manifiesto que la propaganda que se emite desde los medios de comunicación puede convertirse en un arma tan decisiva como el propio armamento de guerra. Porque una cuestión crucial es el papel que los medios de comunicación juegan en la creación de opinión, favorable o no, ante determinados sucesos o actos de lo Público, incluida la guerra o la imagen que se tiene del enemigo.

Los medios pueden funcionar realmente como aparatos de creación de un estado de la opinión, y el control de los Medios es una de las grandes amenazas para construir una verdadera libertad de expresión, que no este condicionada por los Poderes del Estado o el gran capital ligado al sostenimiento y viabilidad de las empresas de medios de comunicación. Porque, no nos olvidemos, detrás de la cabecera de un medio, está el trabajo de un periodista, pero detrás de todo ello hay empresas editoras que requieren una explotación comercial como ocurre con cualquier otro negocio.

La tentación para los Gobiernos es demasiado grande, e incluso las Democracias Parlamentarias gestionan cuantiosas partidas de sus presupuestos para invertir en campañas de publicidad en Medios de Comunicación, de tal manera que con estas partidas pueda llegar a controlarse parte de la información que los medios independientes puedan emitir o publicar: efectivamente, detrás de cada campaña pública invertida en medios de comunicación puede encontrarse un condicionante para el Medio, que no podrá verter tal o cual información o ésta o aquella opinión hacia un candidato o cargo electo concreto.

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