El desafío es hoy el que era, acrecentado si cabe por el retroceso democrático del último lustro. Por eso tiene todo el sentido la presencia en el escenario electoral, cara a las próximas elecciones (autonómicas y locales) de Valents.
Con paso firme y propuestas sólidas, esta formación, que tanto interés está despertando de la noche a la mañana, propone lo que tantos ciudadanos reivindican y esperan: un gobierno catalán que cumpla la ley y respete la Constitución, el adelgazamiento de la obesa administración pública y la eliminación de sus chiringuitos, la defensa de un sistema trilingüe, el incremento de los recursos policiales para defender a los ciudadanos honrados y trabajadores de los delincuentes, el freno a la inmigración descontrolada e ilegal o la aplicación de medidas que impulsen -de verdad- la reactivación económica.
Municipio a municipio, paso a paso, Valents está conformando un equipo compacto y unido y, al tiempo, hilvanando y proyectando propuestas que pasan por el sentido común al que jamás deberían renunciar nuestros dirigentes entre tanto grito, tanta esquizofrenia y tanta mediocridad y tanto onanismo.
El tiempo dirá hasta donde llega su fuerza en las urnas después del caudal de ilusión que están levantando. Dar brazadas contracorriente no es fácil. Pero, como en tantas ocasiones, vuelve a merecer la pena.
La causa de la libertad (su esencia, su origen, su defensa, su posibilidad), desde Descartes a Spinoza, desde Leibniz a Hegel o Kant constituye en términos filosóficos la piedra que corona y sostiene el edificio entero del sistema de la razón pura. Pero, además, en términos democráticos, constituye la viga maestra que soporta la estructura de todo Estado de Derecho. Y eso es lo que está en juego, una vez más, en Cataluña. Nada más. Pero nada menos.