El impacto de la catástrofe en la economía turca es aún incierto, pero los recursos económicos necesarios para la recuperación ya se estiman entre 50.000 y 85.000 millones de dólares (según la Confederación Empresarial y de Negocios de Turquía). Aunque la inflación es ya muy elevada (58%), la pérdida de producción agrícola y el inicio del Ramadán en marzo deberían incrementar el fenómeno. Coface estima que la inflación alcanzará una media de 50% en 2023, mientras que ascendió a 72% en 2022.
Según los análisis, los sectores más afectados por la catástrofe son el textil, la confección, la alimentación, los servicios, las TIC, los metales, los productos químicos y el comercio minorista.
En el ámbito político, los efectos del terremoto, unidos a las turbulencias económicas del año pasado (inflación históricamente alta, la debilidad de la lira turca, etc.) podrían inducir a la población, convocada inicialmente a elecciones el 14 de mayo, a centrarse en la situación económica interna del país. Sin embargo, existe un debate sobre la celebración de estas elecciones: la oposición pide que se mantengan, pero hay una gran incertidumbre al respecto.