Sorprende relativamente, por muy previsible, la posición de una fila de oenegés apelando al cumplimiento escrupuloso de los derechos de los presos, por si se pudiesen estar produciendo determinados abusos. Las conclusiones de esta guerra sin cuartel contra estos hijos de Satanás que tantas vidas se han llevado y se llevan todavía por delante (hasta hoy con casi entera impunidad) son, sin embargo, claras: 9 de cada 10 salvadoreños aprueban la gestión de Bukele, especialmente en este capítulo que está causando verdadera conmoción planetaria, y 7 de cada 10 entienden que es un hombre que cumple con su palabra, no como la mayoría absolutísima de los políticos de cualquier continente. Tan es así, que el protagonista de esta heroica historia ha anunciado que volverá a ser candidato a la presidencia en las elecciones de 2024.
El denominado Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) en Tecoluca es la máxima expresión de la política de ‘ley y orden’, de la aplicación de la mano dura contra estructuras criminales que han arrasado sociedades enteras en América Latina y sembrado el pavor y el miedo entre la población.
Ha resultado ser un despertar que en la política moderna se hayan recuperado métodos perfectamente democráticos, eficaces, sin complejos, que parecían haber sido arrojados para siempre a un rincón de la Historia. Pero Bukele ha demostrado que, cuando se quiere, se puede; en otros términos, que las sociedades no sólo admiten sino que aplauden un sistema penal más estricto que para los pies a las malas bestias y los despojos que merecen malvivir entre muros de hormigón.
El gran Orwell sostenía que “en tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”. Bukele está demostrando que más revolucionario aún se convierte el gesto de ‘hacer esa verdad’, materializarla, obrarla, en tiempos de aborregamiento universal… que es posible revertir.