En este contexto, Bene Bono apunta a 3 claves que se pueden adoptar de forma sencilla en el día a día y que cuentan con una importante implicación para reducir el desperdicio de alimentos:
Cocina de aprovechamiento: utilizar las sobras de ciertos alimentos para cocinar otros platos es una de las prácticas que más repercusión tienen a la hora de apostar por un mejor aprovechamiento de los alimentos. Así, la cocina de aprovechamiento supone también una oportunidad para reducir la huella de carbono y disminuir la cantidad de residuos que se generan.
Apuesta por productos imperfectos: iniciativas como Bene Bono mantienen el compromiso y su actividad en dar salida a productos, en concreto frutas y verduras, que son desperdiciados para la comercialización en grandes superficies solo por motivos estéticos (son más grandes, más pequeños, tienen una forma rara, etc). Sin embargo, están en perfecto estado para el consumo.
Planificación: Muchos alimentos se desperdician porque las personas compran más de lo que necesitan o porque no planifican adecuadamente sus comidas. Una buena planificación de las compras y las comidas puede ayudar a reducir el desperdicio alimentario. Se recomienda hacer una lista de la compra y comprar solo lo que se necesita, planificar las comidas con anticipación y almacenar adecuadamente los alimentos para prolongar su vida útil.
"Cuidar el medio ambiente es una tarea que se debe asumir como global, ya que en ella estamos involucrados desde los propios consumidores individuales, como las superficies de alimentación y toda la cadena alimentaria. Por ello, desde Bene Bono apostamos por una mayor concienciación sobre la reducción del desperdicio de alimentos, dando paso a prácticas fundamentadas en la planificación y el aprovechamiento de los productos que están en perfecto estado para el consumo", apunta Sven Ripoche, cofundador de Bene Bono.