El sistema de deducciones estatales o autonómicas del IRPF no funciona, ya que aunque existen deducciones muy bien pensadas como las de familias numerosas o ayuda a dependientes, estas ayudas no llegan a las personas que realmente lo necesitan porque las familias de las rentas más bajas no tienen los ingresos suficientes para conseguir el ahorro fiscal o simplemente no hacen la declaración. Así, al no llegar al mínimo o tener una tributación muy baja, no pueden beneficiarse de ninguna deducción ya que no existe el concepto de impuesto negativo como en otros países, mediante el cual el estado paga este dinero a esas personas aunque no lleguen a los mínimos.
También existe una mayor carga fiscal para empleados y autónomos (19% al 47%) y una menor carga fiscal sobre las rentas del capital (19% al 23%) o el pago de dividendos (del 21% al 28%). Esto siempre se ha premiado a quien logra convertir los ingresos laborales en beneficios societarios a través de la creación de empresas o el reparto de dividendos. Esto significa que las personas con capacidad para disponer de sociedades pueden tener ahorros fiscales en algunos casos de más del 50%, mientras que esto no está al alcance de los trabajadores y autónomos que son los que suelen sufrir la presión fiscal.
Para entender porque en España se castiga al trabajador o al autónomo frente a las grandes fortunas hay que analizar el diseño del impuesto de la renta porque que en lugar de un impuesto son dos.
Por un lado se gravan las rentas conocidas como rendimientos del trabajo, esto incluye un pago de una nómina, servicio como autónomo, prestación social, desempleo o pensión. Por otro lado se encuentran las rentas de capital, aquellas que se obtienen por ganancias en las inversiones y que van desde intereses o dividendos hasta ganancias patrimoniales o inmobiliarias.
Estas dos rentas tributan distinto, las del trabajo, tienen una fiscalidad mayor que las del capital. Por ejemplo si estás en el rango más alto del IRPF pagarás un 47% de rentas del trabajo, frente a un 23% en el caso de las rentas del capital.
El 1% más rico de España, obtiene la mayoría de sus ingresos principalmente de rentas de capital como dividendos, alquileres, venta de acciones o fondos de inversión y en un menor porcentaje por rendimientos de trabajo, lo que hace que literalmente un millonario pague menos porcentaje de impuestos (23%) que un que un empleado o autónomo ganando simplemente 20.200€ euros anuales (30%).
Así, quienes tienen un mayor porcentaje de ingresos procedentes de sus inversiones están claramente beneficiados por el sistema tributario español frente a los trabajadores, cuyos ingresos dependen de una nómina o sus servicios cómo autónomo.