Un primer y triste pensamiento es constatar que la peor violencia, la que sirve los “valores” que destrozan convivencia democrática, justicia y ¡vidas! tiene réditos políticos en España. No digamos la actual violencia no cruenta que se practica, por lo menos, en Hispano Cataluña y en Vascongadas, a través de intimidación, opresión, exclusión social, adoctrinamiento totalitario e incumplimiento impune de la LEY. Debe hacernos reflexionar el hecho del grave deterioro de nuestra democracia que ha supuesto el abandono por parte del Estado de contraponerle la única violencia legítima en una democracia, que es la del Estado, en representación de la mayoría del pueblo, a través de la aplicación más severa de la LEY y el uso de las fuerzas de seguridad del Estado. Llevamos 40 años de lenidad, o complicidad, y aquí hemos llegado, con disparates tan letales como la legalización forzada y antijurídica de Bildu. A lo mejor es momento de convertir España en una democracia militante. Tan militante como las que nos rodean.
Una segunda idea que, lamentablemente, restalla, es que Bildu quiere dejar muy claro que contrariamente a la falaz versión oficial ETA, o Bildeta, o el consorcio militaro/industrial ETA/PNV, ha ganado y sigue ganando políticamente. Llevamos años en los que los jerifaltes de casi todo el arco político nos quieren convencer de que “hemos vencido a ETA”, confundiendo el abandono de la violencia cruenta, momentáneo y estratégico en términos históricos, pasando a violencia incruenta, con la derrota de un movimiento totalitario racista antidemocrático que pretende destruir la sociedad española. ETA ha ganado porque ha conseguido el total desguace de España, ha propulsado la desigualdad ontológica de los españoles, ha blanqueado el racismo, ha convertido a asesinos en héroes, ha prostituido la Democracia y la Educación en valores, y un largo etc… que padecemos todos los días. No lo hubiera conseguido sin su etapa violenta, aunque ahora estratégicamente consiga mejor sus objetivos ocupando las Instituciones y obteniendo financiación pública. Pero con su última decisión de poner etarras abundantes en las listas Bildu da un paso más que completa los homenajes a etarras. No sólo nos recuerda que ETA va ganando sino que, inteligentemente, utiliza la humillación, el “vae victis”, para hundir más a los derrotados: la democracia y la ciudadanía españolas. Hemos escrito que es muy difícil que una sociedad se sobreponga a un desastre frente al terrorismo. A esto nos referimos.
Y una reflexión final, entre otras tristes que podría haber, es que Bildu ha desbaratado todo intento de reducir las elecciones del 28-M a problemas locales en las regiones y en las villas más importantes. La situación de nuestra vieja Nación es tal que toda elección de envergadura se mide por los problemas fundamentales que le azotan. Cierto que la democracia liberal está en crisis y en las que nos acompañan tienen elecciones que siempre versan sobre la polarización o el refuerzo de los valores republicanos. En España versan sobre problemas de existencia y de decencia. Mal asunto.