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¿Es posible la reunificación de Corea? Perspectivas económicas

¿Es posible la reunificación de Corea? Perspectivas económicas
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· Por Pablo Sanz Bayón, Profesor de Derecho Mercantil, Universidad Pontificia Comillas

By Pablo Sanz Bayón
jueves 29 de junio de 2023, 07:10h

El conflicto coreano es el resultado de un choque bélico e ideológico que quedó congelado en el tiempo en el paralelo 38. Un símbolo de una guerra cerrada en falso con el Armisticio de 1953 que dividió a una sociedad en dos países antagónicos. Contribuir a la solución del conflicto en la penísnula de Corea tiene que pasar por explorar las estrategias económicas y comerciales que podrían reestablecer la paz y la seguridad en la región tras 70 años de enfrentamiento. Revertir la situación actual es evidentemente muy complicado porque Corea del Norte se caracteriza por su aislamiento y estancamiento económico. Hay acciones que podrían facilitar e incentivar el desarrollo económico del Norte. La clave consiste en sentar las bases para desarrollarlas en el marco de una futura integración pacífica de las dos Coreas (v. Sung-wook Nam, “¿Es posible la reunificación? Estrategias”, Vanguardia dossier, Nº 66, 2017, pp. 55-59). Las posibilidades para una reunificación coreana voluntaria por etapas son variadas, desde aquellas que optan por la conservación del statu quo, hasta aquellas que propugnan un modelo federal o confederal, como explora Xavier Boltaina Bosch, en su trabajo “La reunificación de Corea: Escenarios para el siglo XXI”, Humania del Sur: Revista de Estudios Latinoamericanos, Africanos y Asiáticos, Nº 21, 2016, pp. 45-67. Lo que no se puede discutir es que la condición necesaria para que un proyecto de esta dimensión sea factible debe pasar por una reforma en profundidad del sistema económico norcoreano.

La reunificación de Corea es posible y podría ser un proyecto geopolítico que contribuyese decisivamente a la paz y a la seguridad mundial. Una reunificación de Corea mediante una reforma previa de la estructura económica del Norte que procurara unas condiciones lo suficientemente asumibles para el Sur llevará sin duda mucho tiempo, pero no es imposible.

El informe de Statistics Korea, “2022 Statistical Indicators of North Korea”, señala que el Producto Nacional Bruto (a precios actuales) de Corea del Norte en 2021 fue de 36,3 billones de wones, esto es, el 1,7% del de Corea del Sur (2.094,7 billones de wones) y per cápita de 1,423 millones de wones, un 3,5% del de Corea del Sur (40,482 millones de wones). Esto refleja básicamente un problema de muy baja productividad, que está vinculado al sistema de economía dirigida. Las capacidades industriales y agrícolas de Corea del Norte no han sido transformadas por un sistema de mercado ni integradas con las economías regionales, como aborda Jong‐Wha Lee, “North Korea and Economic Integration in East Asia”, Economic record, Vol. 96, Nº 315, 2020, pp. 524-525.

Esta autarquía y subdesarrollo ha conducido a una situación de vulnerabilidad que, además, en épocas muy duras y no tan lejanas ha llevado al país a atravesar importantes desabastecimientos y hambrunas, como sucedió en los 90. Si observamos las resoluciones del 8º Congreso del Partido del Trabajo, celebrado en Pyongyang en enero de 2021, el gobierno de Kim Jong-Un reconoce una situación de crisis muy grave, derivada de la pandemia y del cierre con la frontera con China, su cordón umbilical con el exterior (v. Ruediger Frank, “Key Results of The Eighth Party Congress in North Korea”, 38North.org, 15 de enero de 2021). De hecho, de 2019 a 2020, las importaciones de Corea del Norte disminuyeron un 45% y las exportaciones un 72%. Por tanto, dada la asimetría entre las dos Coreas, es patente que las reformas deben implementarse antes de abrir la economía de Corea del Norte a su hermana del sur y al resto del mundo.

Corea del Norte, es decir, la República Popular Democrática de Corea (RPDC) desde su creación formal en 1948 hasta el 2021 ha experimentado tres periodos políticos: el régimen de Kim Il Sung, el de Kim Jong Il y finalmente, la etapa actual que se inicia a finales de 2011 con la llegada al poder de Kim Jong-Un. La dinastía norcoreana es una dictadura personalista, en la que la figura de la máxima autoridad, Kim Jong-Un, se reconoce como Suryong (Líder Supremo), Jefe del Estado, del Partido y del Ejército. La ideología del “Partido del Trabajo de Corea” (PTC) es la única que puede asumir el Estado, como expone Xavier Boltaina Bosch, en su tesis doctoral, La estructura de poder en Corea del Norte: el régimen de Kim Jong-un. Constitución e instituciones políticas y administrativas, UNED (2021). Por tanto, cualquier pretensión de transformación política y económica tendrá que provenir de la voluntad personal de Kim Jong-Un, quizá por influjo de su círculo más próximo de asesores.

Lo cierto es que la apertura de la economía de Corea del Norte es una condición indispensable para que se pueda desarrollar el país, siempre que previamente haya acometido reformas para preparar la conexión con el mundo exterior. Abrirse antes de que se completen las reformas podría no ser una buena idea. El miedo al aperturismo por parte de las autoridades norcoreanas es en buena medida comprensible. Corea del Norte teme que, si se abre al mundo, su sociedad pueda verse influenciada por ideas del "exterior", particularmente de Corea del Sur, y entonces el régimen político pudiera tambalearse e incluso caer. Sin embargo, si atendemos a otras experiencias parecidas -como Vietnam y China-, vemos que sus economías se abrieron al mundo, pero mantuvieron sus regímenes políticos comunistas. Por tanto, la única forma en que Kim Jong-Un promovería una apertura de Corea del Norte sería encontrando la vía de abrir su economía sin ponerse en peligro, es decir, sin exponer a su régimen.

Corea del Norte, a diferencia de Corea del Sur, tiene la suerte de tener la mayoría de los recursos minerales para operar sus propias industrias metalúrgicas y químicas. Pero esto no es posible por la sencilla razón de que carece del capital suficiente para invertir sostenidamente en tecnología y lanzarse a los mercados de exportación. Ambos países tienen economías complementarias y la integración podría dirigirse en este sentido, con objetivos y metodologías muy concretas.

Hay pasos que debe dar Corea del Norte, pero también la comunidad internacional si quiere notar cambios. El primer aspecto es que Corea del Norte no es miembro de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Unirse a la OIT debería ser parte de cualquier acuerdo. Corea del Norte también debería unirse a la Organización Mundial del Comercio (OMC), que supervisa los aranceles globales sobre las exportaciones. Esto ayudaría al país a emprender el camino hacia el desarrollo y la integración. Por esta razón, se debe facilitar que Corea del Norte se convierta cuanto antes en miembro de la OIT y de la OMC.

Si Corea del Norte fuera un mercado libre, la vida de sus ciudadanos cambiaría drásticamente, como en su momento experimentaron sus vecinos del Sur, cuando el entonces presidente Park Chung-Hee, creó un nuevo sistema monetario y bancario en los años 1962-1963. Dicho sistema remuneraba los ahorros y permitía a las personas invertir. Hay que recordar que en los primeros años de posguerra Corea del Sur era un país con unas condiciones de vida muy deficientes, y su desempeño económico era mucho peor que Norcorea. Pero en 1980, por efectos de las reformas mercantiles y administrativas de Park, pudo cambiar completamente (v. Hyung-A Kim, Korea's Development Under Park Chung Hee, Routledge, 2003, y Byung-kook Kim and Ezra F. Vogel, The Park Chung Hee Era: The Transformation of South Korea, Harvard University Press, 2011). La economía de mercado demuestra empíricamente que es capaz de alinear correctamente intereses e incentivos plurales y crear riqueza, empleo y prosperidad.

En tiempos recientes el régimen norcoreano vivió una tibia afluencia de inversiones exteriores que no pudieron fructificar, al carecer de un ordenamiento preparado para abrirse a la propiedad privada y a la economía de mercado, sumado a los efectos de las sanciones internacionales. Un ejemplo de lo retos que supone invertir y hacer negocios en Norcorea lo relata de forma práctica y pegado al terreno Felix Abt, empresario suizo, en su libro “A Capitalist in North Korea: My Seven Years in the Hermit Kingdom” (2012). Mientras el gobierno norcoreano no proceda a realizar reformas más audaces, no conseguirá generar confianza ni recibir crédito del exterior.

Si la comunidad internacional quiere verdaderamente contribuir a la resolución del conflicto en la península coreana, también debe dar algún paso para facilitar la apertura de Corea del Norte al comercio internacional. En este sentido, desde el lado occidental, también es necesario hacer autocrítica y revisar la política de sanciones aplicada, que ha sido draconiana y antihumanitaria, perjudicando sobre todo a la ya de por sí precaria población norcoreana y no a su clase dirigente (v. Cecilia Añaños Meza, “El régimen de no proliferación nuclear y las sanciones de la ONU contra Corea del Norte”, Revista de Relaciones Internacionales de la UNAM, Nº 138, 2020, pp. 99-137).

Corea del Norte es un país que tiene un enorme potencial económico, pero las sanciones han limitado estas perspectivas, tanto para los norcoreanos como para las empresas e inversores occidentales. Las sanciones de las Naciones Unidas están bloqueando la capacidad comercial del país y han sido en general contraproducentes. Al imponer sanciones, la comunidad internacional pierde la oportunidad de comprometerse con la sociedad norcoreana, de participar de manera predecible y sostenible para contribuir a un posible cambio del régimen y a la reconciliación entre las dos Coreas.

La única forma de avanzar es entablando un diálogo con Corea del Norte para tratar de persuadir a sus autoridades de la conveniencia de emprender un camino más abierto y pacífico a través del comercio y de la economía de mercado.


* Este texto es un extracto de la ponencia del autor en el Seminario Internacional: “Regaining trust with the other side through sustainable win-win trade”, organizado por International Leadership Conference 2022 UPF’s Northeast Asia Peace Initiative (25 de junio de 2022).

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