El caso de Rovai es emblemático para comprender el modus operandi de sujetos que campan a sus anchas ufanándose de sus vínculos con figuras mediáticas. Titular de la pizzería Bella Napoli, ubicada en la localidad de Majadahonda, suele publicar en Internet fotografías con conocidos artistas y hombres de negocios. Las paredes del mencionado local rebosan de instantáneas del empresario acompañado de mediáticos futbolistas tanto del Atlético como del Real Madrid. Una forma de blanquear su actividad delictiva y lucirse como un honesto trabajador.
Una conducta parecida a la de Salvatore Romano, también arrestado en julio de 2014. Se define como pizzero oficial del equipo blanco colgando imágenes que le retratan junto a Florentino Pérez. Vinculado directamente a Ettore Bosti, hijo del jefe mafioso Patrizio, lloró la desaparición del hermano Raffaele secuestrado y asesinado por una organización colombiana hace una década. Su cuñada, Annunziata Montella, saturó las redes sociales de mensajes en recuerdo del fallecido.
Resulta incomprensible como tal sujeto, dueño del histórico restaurante Totò e Peppino sito en el barrio de las Salesas, haya podido en enero de 2023 abrir las puertas de un nuevo comedor en zona Retiro. También cabe señalar su participación a eventos gastronómicos y jornadas lúdicas organizadas por el cuerpo diplomático transalpino en Madrid. Una presencia bochornosa que sólo puede justificarse con el beneplácito del ente organizador.
Durante el mandato del embajador Pasquale Terraciano (2006-2010, NdA) algunos de los contratos por servicios de restauración fueron monopolio exclusivo de familias de la Camorra asentados en Rivas. Asimismo, en la sede consular madrileña se organizaron ceremonias para galardonar a supuestas empresarias gastronómicas, las hermanas Zucchini, también vinculadas al narcotráfico. Una de ellas fue detenida en Barcelona en 2010 junto al compañero sentimental mientras transportaba varios kilos de cocaína.
Entonces asistieron a la ceremonia personajes de la talla de Regina Teghemiè y Errico Tranchino, dueños de la sociedad Gusto & Gusto operativa en el sector hostelero y proovedora de los restaurantes citados. Trátense de la hija y del yerno de María Licciardi, apoderada del homónimo clan y responsable de la Alleanza di Secondigliano, consorcio criminal monopolístico en actividades de narcotráfico y falsificación de productos de alta gama, como explica el académico Francesco Forgione en su libro Mafia Export.
Los ejemplos citados representan la punta del iceberg. No existe sector lucrativo, como el de la construcción o turístico, que no haya sido infiltrado por organizaciones criminales transalpinas. La primera en asentarse fue Cosa Nostra a finales de los setenta, seguida por los más poderosos clanes de la Camorra y las familias de ‘Ndrangheta, la temida mafia calabresa cuyos tentáculos se extienden en los cinco continentes.
Gracias a la connivencia de autoridades locales y funcionarios corrompidos, usan España como base operativa para fortalecer sus vínculos con bandas latinoamericanas. Personajes de la talla de Massimilano Avesani o Roberto Pannunzi, referentes a nivel mundial del tráfico de estupefacientes, se hospedaron en los hoteles más exclusivos de Madrid. Las fuerzas policiales documentaron las excursiones de Raffaele Imperiale en su Ferrari por Marbella, un narcos que escondía en uno de sus domicilios pinturas de Vincent Van Gogh.
La península ibérica sigue interesándoles por diferentes razones. A los negocios ilícitos mencionados cabe sumar la posibilidad de agigantar su patrimonio mediante el tráfico ilícito de residuos, una actividad extremadamente lucrativa. Las autoridades estatales obstaculizaron la posible llegada de Manlio Cerroni, el rey de la basura, en las Baleares hace una década. Pero las condiciones geográficas, la superficie territorial de España duplica la italiana, y la densidad de población resultan ser extremadamente apetecibles. Sin una más que necesaria labor preventiva algunas zonas del territorio podrían convertirse en vertederos.
Pero el desempeño policial debe ir acompañado de una imperativa actividad pedagógica que despoje el crimen organizado de su distorsionado atractivo. La existencia de una cadena de restaurantes como “La Mafia de sienta a la mesa” es contraproducente y desvirtúa los esfuerzos de Libera, asociación que promueve actividades de divulgación y varios tipos de acciones de protesta contra el fenómeno mafioso.
Asimismo, la visión de series exitosas como Narcos o Gomorra debería realizarse desde una perspectiva crítica y no de adulación. El hijo de Pablo Escobar, Sebastián Marroquín, denunció recibir cartas de jóvenes que pretenden emular las atrocidades del progenitor. De igual manera, resulta kafkiano que los productores de Gomorra alquilaran la villa de un conocido narcotraficante para grabar algunas de las escenas interiores. Para los amantes del celuloide aconsejamos Las Buenas Madres, la cruel y real historia de tres mujeres que se enfrentaron a los códigos machistas y aniquiladores de la ‘Ndrangheta.
El juez Giovanni Falcone, asesinado junto a su mujer y los escoltas por Cosa Nostra en mayo de 1992, solía recordar que “la mafia es un fenómeno humano (…) y como todos tiene un inicio, una evolución y un final”. No se exigen gestas heroicas ni tampoco un conocimiento pormenorizado del mundo criminal. Simplemente no dejemos que las nuevas generaciones sean embaucadas por su tóxica fascinación y narrativa perturbadora. Como redactó Peppino Impastato, activista crecido en una familia de Cosa Nostra, “la mafia es una montaña de mierda”. No lo olvidemos.