Taiwán sabe que la UE es un socio confiable, porque su enfoque de las relaciones internacionales guarda proximidad con los fines que busca Taiwán. De hecho, a través de la nueva Estrategia del Indo-Pacífico, la UE pretende mejorar la seguridad regional con más rutas marítimas y una mayor presencia naval en la región. Por ello, todo hace pensar que las relaciones UE-Taiwán no harán sino reforzarse y mejorar en el corto y medio plazo.
Del mismo modo, la UE es sin duda una plataforma institucional estratégica para las empresas tecnológicas taiwanesas que operan en las diferentes dimensiones de la conectividad con el resto de socios del Indo-Pacífico. La clave de esta nueva institucionalidad se basa en la iniciativa europea Global Gateway, la ya mencionada Estrategia de la UE para la cooperación en el Indo-Pacífico y la Estrategia de la UE para conectar Europa y Asia.
El año pasado, en el marco del Foro Ministerial de Cooperación en el Indo-Pacífico se dieron varias pistas del conjunto de oportunidades que pueden desarrollarse. En mi opinión, dentro de la amplitud de ámbitos donde puede darse esa cooperación, hay mucha capacidad de reforzar los vínculos en torno al comercio electrónico. Para ello, como sucede con el resto de la región, la seguridad cibernética es clave. En particular, todo lo concerniente a la aplicación y desarrollo del Convenio de Budapest sobre el crimen cibernético. Las empresas de Taiwán y de la UE están en muy buena posición para convertirse en referentes en este campo, para lo que será necesario que a ambos lados se despliegue un 5G seguro donde las empresas tecnológicas europeas y taiwanesas puedan cooperar mutuamente. En este sentido, sería conveniente un marco regulatorio básico para el despliegue de infraestructuras físicas ciberseguras y resilientes, en línea con los Principios de Calidad del G20.
El llamado “efecto Bruselas”, por el cual la UE aspira a situar su regulación como un estándar global -como así lo ha hecho en materia de protección de datos (GDPR) y también lo pretende con la Inteligencia Artificial (AI Act)-, debe ser un elemento a considerar por las empresas taiwanesas para posicionarse tanto en Europa como en el Indo-Pacífico, fomentando un cumplimiento normativo de estándares globales influidos y potenciados por la diplomacia pública europea. La regulación de la UE puede funcionar para Taiwán como un enlace mundial con los principios de buena gobernanza (incluida la transparencia, la sostenibilidad financiera y fiscal, la competencia leal y el uso de herramientas multilaterales) y la dimensión ecológica (incluido el apoyo a infraestructuras más limpias, la garantía de evaluaciones ambientales y sociales adecuadas y la promoción de una transición justa hacia el cambio climático).
Un elemento esencial del éxito de la cooperación entre empresas europeas y taiwanesas se dará en el campo de la digitalización dentro de un Internet abierto, seguro y centrado en el ser humano. Por ello, se hace preciso que ambas partes aseguren un alto nivel de protección de los datos personales y de privacidad para fortalecer la confianza en la economía digital y preservar un flujo de datos confiables online. Desde esta visión, sería muy oportuno a mi juicio -aunque de momento no esté sobre la mesa-, que al igual que la UE ya ha realizado con Japón y Corea del Sur, se pusiera en marcha una Asociación Digital entre la UE y Taiwán, sobre la base de los valores compartidos y un enfoque común para una transformación digital centrada en el ser humano.
No cabe duda de que para las empresas taiwanesas entrar en el mercado interior europeo es una gran oportunidad. La UE está atrayendo a inversores taiwaneses a través de iniciativas como el Foro Europeo de Inversiones realizado en Taipei. Cumplir con los estándares legales de la UE garantiza a las empresas taiwanesas moverse en un mercado común integrado por 27 países, y a través del pasaporte europeo aprovechar la libertad de movilidad de trabajadores, capitales y servicios. Buena prueba de ello es que en los últimos años las inversiones de Taiwán en la UE se han duplicado.
Ahora mismo es un buen momento para estrechar los vínculos comerciales e industriales, aprovechando todo el potencial de la Estrategia del Indo-Pacífico de la UE antes mencionada, que ofrece un excelente marco para las empresas europeas para adentrarse en Taiwán y maximizar las ventajas del Diálogo de Política Industrial y del Diálogo sobre Economía Digital. La UE necesita urgentemente reducir las vulnerabilidades que tiene con respecto a sus cadenas de suministro y de valor más críticas, por lo que la cooperación recíproca en sectores estratégicos será muy bienvenida.
Taiwán ha logrado un extraordinario renombre internacional por su capacidad de diseño y fabricación de productos informáticos, especialmente en microelectrónica, mientras que la UE es un líder mundial en arquitectura y aplicaciones de tecnología innovadora. Por lo tanto, la cadena de valor industrial de los dos lados puede ser altamente complementaria.
Un ejemplo de esta importancia es la Ley Europea de Chips, centrada en lograr la resiliencia de la cadena de suministro europea. La Comisión Europea se ha propuesto como objetivo duplicar la cuota de mercado global de semiconductores de la región del 10% a por lo menos el 20% para 2030. Este ambicioso objetivo no podrá ser cumplido sin la colaboración de Taiwán. Si atendemos al artículo 7 de la norma se estipula que la Comisión Europea debe buscar socios estratégicos con ideas afines entre los líderes mundiales en semiconductores, como es el caso de Taiwán. El paulatino desacoplamiento de las economías china y estadounidense convierte a la UE y Taiwán en socios necesarios, en un entorno complejo que se ha dado en llamar “Diplomacia de los semiconductores”.
Otro buen ejemplo de esta colaboración “euro-taiwanesa” se vio el año pasado en el "Taller conjunto sobre 6G” coorganizado entre el Departamento de Tecnología Industrial (DoIT) del Ministerio de Asuntos Económicos taiwanés (MoEA) y la Dirección General de Redes de Comunicación, Contenido y Tecnología de la Comisión Europea. En dicho evento se compartieron resultados de los proyectos de colaboración UE-Taiwán 5G, se anunció un plan de investigación y desarrollo en tecnología 6G y los delegados de la UE compartieron la iniciativa sobre Redes y servicios inteligentes (SNS) en el marco del programa "Horizonte Europa", en la perspectiva de cooperación en 6G entre Taiwán y la UE.
En un mundo tensionado por la creciente rivalidad geopolítica entre EE.UU. y la República Popular de China, Taiwán y la UE pueden asegurar su desarrollo mediante una prometedora colaboración económica y comercial.
(*) Actualmente, Pablo Sanz es Profesor visitante en la Universidad Nacional de Taiwán en el marco del Programa Taiwan Fellowship 2023 del Ministerio de Asuntos Exteriores taiwanés.