Siendo la 21ª economía más grande del mundo y el mayor productor de semiconductores, Taiwán desempeña un papel clave en las cadenas de suministro mundiales. Y como defensor de la democracia, Taiwán trabaja para salvaguardar el statu quo en el Estrecho de Taiwán y el orden internacional basado en reglas.
Ahora más que nunca, la creciente intimidación retórica y militar de China, intensificada con las continuas maniobras e incursiones militares que realiza en torno a Taiwán, está poniendo en peligro la paz y la estabilidad regionales, con el consiguiente impacto en la seguridad y el bienestar del mundo. Por tal motivo, es imperativo recordar a la ONU que todas las personas, incluido el pueblo de Taiwán, merecen ser escuchadas y ser parte del esfuerzo colaborativo para abordar tales desafíos.
Negar la participación en la ONU de quienes tienen la capacidad de contribuir es una pérdida moral y material para el mundo. Resulta por ello necesario que la ONU considere a Taiwán como lo que es: un socio valioso y digno, preparado para cooperar y contribuir a la sociedad internacional.
Por todo ello, ahora es el momento de que la ONU dé la bienvenida a Taiwán y de que, haciendo justicia con los 23,5 millones de taiwaneses, le otorgue el sitio que merece dentro de esta organización internacional.