En términos de rentabilidad para las empresas, este segundo semestre es clave ya que el verano y la incertidumbre puede provocar que el consumo acabe disminuyendo y su capacidad de generar ingresos puede mermar. De ahí que se empiece a poner en marcha una gestión eficiente del gasto para conseguir una estabilidad financiera.
“Identificar dónde hacer recortes sin que afecte al servicio o a la calidad de los trabajadores es necesario” explican.
Además de los desafíos fiscales, las empresas también deben cumplir con otras regulaciones y normativas, como las relacionadas con el medio ambiente, la seguridad laboral y la protección de datos. El incumplimiento de estas regulaciones puede resultar en sanciones y dañar la reputación de la empresa.
Sin duda, los próximos meses van a ser todo un desafío para que, a final del ejercicio 2023, las cuentas salgan. También se está a la espera de ver cuáles van a ser las nuevas políticas económicas, su repercusión en la empresa y, sobre todo, cuáles serán los nuevos requisitos llegados de Europa.
“Depende de quien forme gobierno puede haber más impuestos a las empresas o más flexibilidad. De ahí que sea uno de los momentos más complicados para poder de verdad hacer planes sin conocer si, finalmente, el tipo mínimo subirá al 15% como en el resto de Europa” concluyen.