Sánchez protagonizó un nuevo ejercicio de descarado cinismo en el Comité Feral del pasado 28 de octubre al defender la concesión de la amnistía por “el interés de España y en defensa de la convivencia”. Las voces discrepantes brillaron por su ausencia, con la excepción del gobernador manchego García Page y el ex alcalde donostiarra Odón Elorza. Los plausos y las alabanzas del resto de asistentes certifican la pérdida de los valores fundacionales del partido. Los mismos que la vieja guardia busca salvaguardar mediante críticas acertadas pero intrascendentes. Cómo ha señalado Ignacio Varela, en el PSOE “ya todo da igual (…), donde antes se sentaban dirigentes políticos ahora se colocan muñecos que reaccionan mediante mando automático”.
Si tuviéramos que asociar al actual mandatario en funciones con un personaje literario este sería el Conde de Montecristo de Alexander Dumas. Una vez resurgido de las cenizas, sólo persigue la aniquilación del partido que le defenestró en 2016. Hace treinta y cinco años el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), organización chilena marxista-leninista, secuestró por ordenanza de ETA al empresario soriano Emiliano Revilla. Formaba parte de aquel comando tal Gonzalo Boye, hoy asesor jurídico de Carles Puigdemont que ha estado revisando los términos de la futura ley por la que su defendido podrá regresar sin entrar en prisión. No cabe duda de que el polémico letrado, imputado por blanqueo de capitales del narcotraficante José Ramón Prado Bugallo alias “Sito Miñanco”, supo aprovechar la estancia carcelaria.
Pero hay otra imagen que retrata a la perfección la decadencia socialista. La instantánea bruselense en la que el fugado y su bufón Jordi Turull dialogan amablemente con el mefistofélico Santos Cerdán y la europarlamentaria Iratxe García. Del primero nada bueno puede esperarse. Reconvertido en el principal fontanero de la Moncloa, la sede de Ferraz hoy ejerce tristemente como filial del gobierno, conversa a diario con los líderes de la izquierda abertzale y mantiene un trato preferente con el mismo Otegui. María Chivite, presidenta del Gobierno de Navarra, debe la investidura a los treques de Cerdán en su tierra natal.
Sin embargo la baracaldesa nos había acostumbrado a una ética y un modus operandi diferentes. En diciembre de 2019 arremetió contra David Sassoli, ex presidente de la Eurocámarara, por autorizar a los fugados la entrada en el hemiciclo bruselense. Un funcionario que presenció el enfrentamiento verbal detalla que García “enfadadísima tiró al suelo la carpeta y decenas de hojas volaron alrededor”. Cuatro años más tarde dialoga amablemente con quienes incumplieron sus obligaciones y desafiaron nuestro sistema constitucional. La subyugación al líder supremo alcanza cotas inverosímiles.
Es importante precisar que toda la escenografía ha sido impuesta por el ex alcalde de Girona. La mediatizada cumbre entre Puigdemont, Toni Comín y Yolanda Díaz, a su vez escoltada por el anodino Jaume Asens, tuvo lugar en una sala del Parlamento Europeo que no forma parte de los aposentos de JxCat. Cerdán y García fueron recibidos en una habitación de unos treinta metros cuadrados, próxima el despacho de Puigdemont y adornada por una gigantografía del 1-O. A estas alturas lo que más les desagradó fueron los incomodísimos sillones azulados que decoran ese cuadrilátero.
El acuerdo suscrito por ambas partes dispone el alivio penal por todos aquellos que incumplieron la legalidad y alimentaron la ensoñación separatista. Quedan invalidados los esfuerzos de las fuerzas y cuerpos de seguridad, de los servicios de inteligencia, de la judicatura para que el peso de la ley recayera sobre quienes agrietaron nuestro ordenamiento y estuvieron a punto de fracturar socialmente a Cataluña.
ERC ha logrado que los impulsores de Tsunami Democrático (TD) salgan de rositas después de financiar e impulsar un peligroso motín ciudadano. Xavier Vendrell y Oriol Soler serán vitoreados junto a Marta Rovira, una vez regrese de su escondite ginebrino. Tampoco seguirán adelante los juicios contra los integrantes de los Equipos de Respuesta Táctica (ERT), una violenta facción de los CDR dispuesta a ocupar el Parlament, fabricar bombas caseras y atentar contra representantes constitucionalistas.
Resulta desolador que similar bajada de pantalones de quienes nos gobiernan sea instumentalizada tanto por ERC como por JxCat para afianzar su relato en la pugna que mantienen por el gobierno de la Generalitat. Si la investidura se ha conseguido pagando tal factura, la gobernabilidad requerirá un precio desorbitado. Y tampoco se vislumbra una eficaz actividad opositora del Partido Popular (PP). Feijóo ha comprobado que Madrid difiere y mucho de la plácida y bucólica Galicia. En vez de la moderación y del sentido común se imponen los tonos agrios y una confrontación que sólo beneficia a Díaz Ayuso y quienes la asesoran.
Felipe González acierta cuándo vaticina que la arriesgada polarización social es alimentada principalmente por el desencuentro de las dos principales formaciones constitucionalistas. El desafío separatista, tanto catalán como vasco, debe tratarse como una problemática de Estado. Demasiados años se tardó en firmar el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo que propició la ley de partidos y la necesaria ilegalización de Herri Batasuna, brazo político de ETA.
Mientras tanto quedémonos con que Europol siga clasificando al independentismo como un fenómeno violento. Las misivas enviadas desde el Ministerio de Asuntos Exteriores no han tenido repercusión ninguna. Una vez más, como hizo el Washington Post en un editorial demoledor, desde el extranjero nos leen las cartillas. Errare humanum est, sed perseverare diabolicum.