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Cruz de navajas en la posconvergencia

Cruz de navajas en la posconvergencia
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· Los partidos están formados por seres humanos y, contrariando la doctrina del estratega militar Carl von Clausewitz, a veces todo indica que sea la política la continuación de la guerra por otros medios

domingo 10 de diciembre de 2023, 08:17h
Giulio Andreotti, histórico primer ministro transalpino, solía recordar que “en la vida hay amigos, conocidos, adversarios, enemigos y compañeros de partido”. No hay peor ejercicio de cinismo que las sonrisas exhibidas en campañas electorales o los abrazos entre dirigentes una vez finalizados los escrutinios, siempre que los resultados sean beneficiosos. Operaciones de maquillaje perfectamente estudiadas y que buscan invisibilizar las discrepancias internas, las envidias y resentimientos mutuos. Similar teatralización de la concordia únicamente recaba efectos contrarios al deseado, o sea que el interés mediático se centre en refriegas y luchas por el poder desmejorando la apreciación ciudadana de los representantes institucionales. Basándonos en encuestas realizadas por consultoras como GAD3 o CISA el prestigio de las formaciones políticas sigue decreciendo y los entrevistados les asocian más a agencias de colocación que a virtuosos colectivos.

Ninguno de los grandes partidos con representación en el Congreso navega en aguas tranquilas y sosegadas, causando las turbulencias internas más inconvenientes que la competición parlamentaria. Fíjense en la lucha cainita entre moderados y radicales que significa al Partido Popular (PP), ha descabezado VOX, aniquilado a Ciudadanos y obligado al PNV a desterrar a Iñigo Urkullu y recuperar su vertiente más nacionalista y conservadora. Los anhelos de poder han hecho estallar el proyecto Sumar y hacen peligrar las fundamentas de ERC. Tampoco Pedro Sánchez, que ha convertido al PSOE en un rebaño de ovejas, logra silenciar toda crítica interna.

Pero la formación que más despunta por jugarretas sucias, engaños y apuñalamientos es sin lugar a duda Junts per Catalunya (JxCat). Desde hace un tiempo el secretario general, Jordi Turull, está maniobrando para amortizar el crédito de la presidenta Laura Borrás y sus acólitos. La salida del Gobierno de la Generalitat en octubre de 2022 representó el canto del cisne del denominado sector octubrista. O sea de aquellos que no proceden de la antigua Convergencia y encontraron cobijo en las listas autonómicas de diciembre de 2017 por su radicalismo y posturas maximalistas a favor de la independencia.

La purga se está llevando a cabo tanto en Barcelona como en Bruselas. Puigdemont, deus ex machina del movimiento, y su guardia pretoriana han optado por un estratégico pragmatismo al investir al líder socialista. Una decisión que responde principalmente a un interés personal – el regreso impune a Cataluña – y desvirtúa toda la narrativa construida alrededor del 1-O y que siguen alimentando los más fanatizados. Marcos Lamelas, periodista de raza, informaba en El Confidencial de un plan urdido por el mismo Turull que consistiría en incorporar a más de dos mil nuevos militantes y alterar los equilibrios internos.

Asimismo, la elección de Francisco Galindo como “acompañante” suizo no es baladí. El salvadoreño fue representante del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Los emisarios del PSOE cedieron sin rechistar a las exigencias de Waterloo contribuyendo a reforzar el cuento ficticio de la sistemática violación de los Derechos Humanos (DD.HH.) por parte del Estado. Un relato que sirve para facilitar el reconocimiento del separatismo catalán como Grupo Objetivamente Identificable (GOI).

Todos los esfuerzos jurídicos desde el chalet belga van dirigidos a estos propósitos y no a validar el simulacro referendario de 2017. Fíjense en el modus operandi del Gonzalo Boye, letrado del gerundense, de Josep Lluís Alay o del mosso Escola, acusando al juez García Castellón de malversación de fondos. Actuación similar a la de Iñigo Iruin, penalista de la fugada Marta Rovira (ERC) y que atesora una larga trayectoria en desacreditar al Estado por supuestas torturas contra etarras o enfangar la más que necesaria política carcelaria de dispersión perfeccionada por Antoni Asunción.

Argumentario que refuerzan los colaboradores de Puigdemont en Barcelona y que minimiza el protagonismo de la citada Borrás y de su guardia pretoriana formada por los diputados autonómicos Aurora Madaula, Francesc De Dalmases, Cristina Casol, Joan Canadell o el abogado Jaume Alonso-Cuevilla. La primera, secretaria de Mesa, desafió abiertamente el grupo parlamentario de JxCat en el Parlament acusando a compañeros de “violencia silenciosa y machista”. Anna Erra, presidenta de la cámara regional, no tardó en retirarle su apoyo invitándola a reflexionar. El viraje hacia el calculado pragmatismo liderado por Turull y secundado por Puigdemont no entiende de prisioneros.

Reyertas que debilitan la imagen de la formación, duramente castigada tanto en las elecciones autonómicas de mayo como en las políticas de julio y que una endemoniada cábala ha resucitado milagrosamente. El historiador Agustí Colomines, sabedor de los entresijos posconvergentes, en un demoledor texto comparaba a la formación con el Frente Popular de Judea de la hilarante comedia La vida de Brian de los Monty Python. Acusaba a los octubristas de “no tener la astucia, la ambición y el intelecto de los grandes políticos”. Una crítica viciada también por el divorcio de la misma Madaula a raíz de un lío de faldas entre la diputada y una persona de máxima confianza del mismo Puigdemont en Waterloo.

Sin embargo el presunto regreso de JxCat a los axiomas pujolistas genera recelos también entre aquellos que nunca secundaron el desafío de 2017. Un ex dirigente que optó por desmarcarse del maximalismo separatista reconoce la existencia de “voces contrarias en la formación a la rentabilidad del teatro helvético”. La mesa no tendría “recorrido ninguno, no conseguirán nada de lo que exigen y únicamente se beneficiarán quienes se fugaron… Una vez más todos al servicio de Puigdemont”.

Mientras tanto sigue reforzándose la denominada cuarta lista impulsada por la presidenta de la ANC Dolors Feliu. Vicent Partal, director del periódico online VilaWeb, ha decidido sumarse al proyecto. Un movimiento significativo y que protagoniza uno de los defensores más acérrimos del ex alcalde de Girona. Josep Costa, otrora asesor del fugado y estrecho colaborador, informó en redes sociales de que el 20 de diciembre “algo especial” tendrá lugar en la Ciudad Condal. Un anuncio que ha alimentado las especulaciones de una posible participación en las siguientes autonómicas y que dejaría a JxCat en fuera de juego obligándole a una moderación innatural.

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