Y, por favor, ¡ten en cuenta que la inflación no va a desaparecer! En este contexto tenemos la titánica tarea de actuar y enfrentarnos al cliente con la verdad de que tenemos que adaptar los precios a la inflación. Todos los clientes saben perfectamente que las cifras que nos dan sobre la inflación no son reales.
Ajustar las tarifas para que se alineen con la inflación nos da una oportunidad para que nuestros negocios se distingan del resto. Adaptar las tarifas a esta tendencia inflacionista debe convertirse en un movimiento bien planificado para mantener el equilibrio financiero. Que garantice que los ingresos generados mantengan el ritmo de los crecientes gastos, manteniendo también de esta manera la rentabilidad y la viabilidad.
Al mismo tiempo, debemos comprobar nuestra estructura tarifaria y garantizar que no vendemos nuestras soluciones por menos de su justo valor. Eso incluye tanto el precio por hora de los diferentes niveles de profesionales, como las cuotas de tareas específicas, como las cuentas anuales.
Debemos ser conscientes de que esta es una medida proactiva que refleja el compromiso con la salud financiera a largo plazo y la adaptabilidad. Aprovechar esta oportunidad única permite un marco financiero más resiliente y sostenible, beneficiando a todas las partes interesadas en un entorno económico que está evolucionando.
No es una tarea fácil y debemos ser conscientes de que en algunos casos quizá nos veremos obligados a decirle a algún cliente que no podemos mantener nuestros servicios con tarifas que están por debajo de su justo valor.