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¿Debe España reabrir el Instituto Cervantes de Damasco?

· Por José Luis Barceló, Editor-Director de "El Mundo Financiero"

By José Luis Barceló Mezquita
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jlbarceloelmundofinancierocom/9/9/27
La sede del Instituto Cervantes en Damasco, antes de su cierre.
La sede del Instituto Cervantes en Damasco, antes de su cierre.

La crisis en Siria continúa causando un terrible sufrimiento tanto a las personas que viven dentro del país como a las que se han visto obligadas a huir fuera. El conflicto continúa siendo la mayor crisis de refugiados a nivel mundial, con más de 11 millones de sirios que aún dependen de la ayuda humanitaria. El país ha recuperado poco a poco parte de su estabilidad, al menos interiormente, aunque las sanciones aplicadas unilateralmente por algunos países al régimen de Damasco hacen mella en un país que requiere más que sanciones un apoyo decidido a la reconstrucción. Además de la vida de las personas y la destrucción masiva, la guerra ha traído otras consecuencias, como el cierre del Instituto Cervantes. Hora es ya de planificar su reapertura.

¿Guerra civil?

La explicación de la llamada “guerra civil” en Siria, antaño uno de los países socialmente más estables de Oriente Medio hasta el estallido de la guerra, son complicadas de explicar. Lo primero, porque para muchos analistas y el propio régimen sirio, no fue tal “guerra civil”, sino un conflicto desatado por intereses externos y en el que han coincidido una serie de factores que se han apoyado unos a otros: el delicado equilibrio en la zona, desestabilizar a uno de los más serios aliados en la zona de la Rusia de Putin, el factor de Turquía en el área, que ha aprovechado el conflicto kurdo en su favor, o los grupos terroristas como Al-Qaeda o Daesh, apoyados finalmente por países como Estados Unidos o Turquía con el objetivo de derrocar struir el régimen de Bashar al-Ásad. Algo que no han conseguido por el momento, pese a tantos esfuerzos coordinados, pero que ha provocado un daño tremendo y contribuido a desestabilizar un área del planeta ya de por si bastante debilitada social y políticamente.

La guerra de Siria se inició tras las protestas de 2011, que derivaron en enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas del país y una supuesta oposición siria, que finalmente se ha demostrado que incluía varios grupos terroristas. Estas protestas y movilizaciones internas se transformaron posteriormente en un conflicto internacional entre varios países, incluidos las dos mayores potencias nucleares, así como otras regionales.

​Desde 2017, el Gobierno sirio emprendió una gran campaña militar recuperando los territorios al oeste del Éufrates y el 6 de diciembre del 2022, las autoridades sirias proclamaron el final de la operación contra el Estado Islámico.

Una guerra provocada

Al principio, los rebeldes contaban con un tipo de asistencia no genuinamente letal, sino más propia de las guerrillas insurgentes o de grupos terroristas, pero más tarde, Estados Unidos empezó a procurar financiación, armas y entrenamiento a estos grupos terroristas, llegando incluso a admitir que parte de dicha ayuda terminó en manos de dichos grupos que la usaron tanto contra el Gobierno y los civiles como contra la oposición. Otros países se animaron y se sumaron a entregas parecidas y con objetivos muy oscuros, como Arabia Saudita, Catar, Kuwait o Turquía, cada uno con sus propios intereses. Estas ayudas se cifran en «millones de dólares» a los «grupos terroristas» incluido el Frente Al-Nusra y el Estado Islámico. Un tiro que nos ha salido a todos por la culata.

David Cohen, secretario adjunto del Departamento del Tesoro especializado en Terrorismo e Inteligencia Financiera de EE.UU., ha llegado a admitir que ​hasta 2016 se estimaba que los grupos rebeldes recibieron unos 2.450 sistemas portátiles de defensa aérea, 1.750 sistemas antitanque, 650 lanzacohetes múltiples, más de 24.000 proyectiles de distintos tipos y más de 600 toneladas de explosivos.

Recuperar las relaciones diplimáticas

Finalizada la situación dramática de la guerra, y teniendo el estado Sirio un control de casi todo su territorio, el gobierno está hjaciendo esfuerzos denodados por recuperar las relaciones diplomáticas de antaño así como los acuerdos culturales y comerciales.

Siria tiene algunas cualidades como que lo hacen interesante de analizar. Hasta el estallido de la guerra ha sido un país que internamente guardaba acertadamente los equilibrios entre las diferentes etnias y confesiones religiosas como cristianos o musulmanes y era un país socialmente avanzado. Muchos habitantes de países de alrededor, como Líbano o Jordania acudían a Siria a comprar o hacer acopios de todo tipo de artículos y era muy habitual hacer viajes para comprar mobiliario o electrodomésticos para casas, ya que eran más baratos y más seguros.

Siria cuenta con una población de unos 17,5 millones de habitantes, la mayoría de los cuales hablan árabe y profesan la religión islámica, siendo el suní el grupo mayoritario. Entre los musulmanes no sunitas en Siria están los alauitas y chiitas. Además, existen minorías de las etnias asiria, armenia, turca y kurda junto a miles de refugiados palestinos.

Desde la guerra, Siria ha sufrido un aislamiento entre buena parte de los países de la región y muchos otros de la comunidad internacional. Las relaciones diplomáticas han sido cortadas con varios países, incluyendo Turquía, Arabia Saudita, Canadá, Francia, Italia, Alemania, Estados Unidos, Reino Unido, Bélgica y los estados árabes del golfo Pérsico. España se sumó como otros de sus aliados occidentales a los cupos de sanciones.

Siria continúa manteniendo buenas relaciones con sus aliados tradicionales, Irán y Rusia, pero hay muchos otros países con los que mantiene buenas relaciones, como son los dos gigantes China o India, además de Corea del Norte, Angola, Cuba, Venezuela,​ Brasil, Ecuador,​ Nicaragua,​ Guyana,​ Sudáfrica,​ Tanzania, Pakistán, Armenia, Argentina, Bielorrusia, Tayikistán,​ Filipinas,​ Uganda,​ Zimbabue, entre otros muchos. Entre los Estados de la Liga Árabe, Siria continúa manteniendo buenas relaciones con Irak, Egipto, Argelia,​ Kuwait, Líbano y Omán. Con muchos países las relaciones de normalidad se han ido restableciendo o recuperando poco a poco y no hay motivo alguno para perpetuar con Siria la situación anormal de no mantener relaciones diplomáticas o, al menos, la intención de normalizarlas.

Con España las relaciones están “suspendidas” y la representación se ejerce a través de un “encargado de negocios” en la legación de la Embajada.

Reabrir el Cervantes en Siria

Una de las consecuencias más traumáticas de la suspensión de relaciones diplomáticas ha sido la del cierre, aparentemente “provisional” del Instituto Cervantes en la capital de Siria, Damasco. Pero este cierre “cautelar” ha llevado a la pérdida del edificio donde se desarrollaban sus actividades, que fueron muy provechosas tanto para el mantenimiento de la presencia del español y nuestra cultura en Oriente Medio como para los propios sirios. Miles de personas que hoy hablan español en Siria, entre ellos sus diplomáticos, lo hicieron asistiendo a las clases del Instituto Cervantes, uno de los referentes en la zona.

En la región de Oriente Próximo el Instituto solamente tiene centros en Israel, Jordania y el Líbano. El centro de Siria fue abierto el año 2000, y contaba con una magnifica biblioteca, la Álvaro Cunqueiro. Aunque en la web del Instituto Cervantes asegura que la sede ha sido “cerrada temporalmente”, lo cierto es que ha supuesto el abandono de la sede, con la pérdida de su biblioteca incluida, e incluso se ha llegado a clausurar, incomprensiblemente, la web, que ya no aporta ninguna información. El esfuerzo y el negociado de tantos años, ganando una posición envidiable y privilegiada, se ha echado a perder por unas decisiones políticas que no han sido explicadas en modo alguno.

La labor desarrollada por el Instituto Cervantes en Siria ha sido magnífica, y un ejemplo a seguir por otros centros, creando una positiva corriente hispanista en el mundo árabe inédita hasta la fecha, por lo que puede afirmarse que dicho Instituto cumplió sobradamente sus objetivos. Hay una cercanía entre sirios y españoles que hacen que el estudio del español en este país sea un motor para la dinamización de nuestro idioma y cultura en el mundo árabe y su corriente ha sido provechosa para el mundo hispánico, como queda constatado por su impecable hoja de servicios.

Como menciona el propio Anuario de 2021 del Instituto Cervantes, “para los sirios, los españoles tienen un carácter más afín al suyo que el resto de los europeos. Son más agradables, simpáticos y hospitalarios que sus vecinos del norte de Europa”.

A finales de la década de los noventa hubo un hito importante ya que se implantó el estudio de español en las escuelas de idiomas de las universidades de Alepo, Damasco y Latakia, algo que se vio muy perjudicado tras el inicio de la guerra de Siria, retrocediendo a los inicios. ​La guerra lo destruye todo.

Los estudios de español en Siria responden a una atracción muy positiva de los estudiantes por la cultura española. Esta atracción probablemente viene motivada por la percepción de similitud entre nuestra cultura y la suya, y por el interés por la historia de España o de países hispanoamericanos, principalmente Argentina y Venezuela, según la memoria de las respuestas a las encuestas al alumnado realizadas en su día por el Instituto Cervantes de Damasco. El aprendizaje del español es además un formidable instrumento de promoción personal para obtener un mejor trabajo o para facilitar la emigración y progresar, algo que los sirios siempre han conseguido con creces sobre otros países de su entorno.

Hubo otros hitos. El 3 de julio de 2007 la Universidad de Damasco firmó un memorando de entendimiento con la Embajada de España y el Instituto Cervantes de Damasco para la creación del primer Departamento de Filología Española en Siria. El memorando, de cuatro años de duración, tiempo necesario para la graduación de la primera promoción de licenciados, establecía que la licenciatura comenzaría su andadura en el curso 2007-2008. A partir del quinto año, la Universidad de Damasco financiaría completamente el departamento. El memorando estipulaba la necesidad de contar con un profesor con el grado de doctor y comenzaros a surgir flujos interesantes entre profesores y alumnos a uno y otro lado de ambos países.

La pérdida de vigencia del memorando coincidió con el inicio del conflicto que aún asola Siria y cuyas consecuencias totales no han sido calibradas aún. Lamentablemente, tanto los lectores de español como el profesorado del Instituto Cervantes abandonaron el país. Fueron sustituidos por los nuevos licenciados que iba produciendo el departamento, con poca experiencia y aún sin el dominio apropiado de la lengua. Los graduados más brillantes, además, emigraron. La situación resultante ha supuesto un retroceso gigantesco en el desarrollo del hispanismo en el país y de su influencia en el área. A pesar de todo, el departamento ha mantenido un número aceptable de estudiantes a lo largo de estos años en los que ha contado con la ayuda de las embajadas hispanoamericanas, fundamentalmente la de Venezuela, ocupando este país parte del espacio desalojado por España. Al menos nos queda la tranquilidad de que se trata de idioma español.

En el curso académico 2011-2012, último curso de funcionamiento del Instituto Cervantes de Damasco, la cifra de matrículas en cursos de español descendió a 759, cuando la media de los últimos años había rondado las 3.000. La guerra y la inestabilidad que se apoderaron de Damasco fueron la causa de este fuerte descenso en el número de estudiantes no solamente en español, sino en todas las demás materias y disciplinas. Además, hay que tener en cuenta el hecho de que el estudio de español en Siria estaba muy relacionado con la motivación laboral, y la situación no lo propiciaba. A pesar de todo, hasta el último día de funcionamiento del centro, se contó con un alumnado fiel que, en gran parte, siguió sus estudios en el Centro Hispánico de Damasco. Este centro continuó la labor del Instituto Cervantes con el mismo currículo académico gracias a la ilusión, el esfuerzo y la determinación de su directora, Rocío Rojas, profesora del Instituto hasta su cierre.

Como institución oficial de referencia en la enseñanza de español, uno de los objetivos primordiales del Instituto Cervantes en Siria fue el acercamiento a las universidades. Se pretendía, por un lado, potenciar la inclusión del español en los currículos de estudios y, por otro, ofrecer servicios relacionados con los diplomas de español DELE y, si la red informática mejoraba, ofertar también el Aula Virtual de Español (AVE). Esta política fructificó con la apertura del Departamento de Filología Española en la Universidad de Damasco y con la posibilidad de abrir también un departamento de español en la Universidad de Alepo, con la consiguiente implantación de la licenciatura en español. Su rector, M. Nizar Akil, sondeó esa posibilidad el 16 de febrero de 2005 con la ayuda del Instituto Cervantes, opción que entonces no pudo llevarse a cabo.

En el curso 2007-2008, la creación del Departamento de Español en la Universidad de Damasco, comenzó a dar sus frutos. Entre sus primeras promociones destaca una pléyade de brillantes hispanistas como Yafar Alaluni, instalado en Almería y nieto del gran poeta sirio Adonis, a quien ha traducido; Nasser Hayo, actualmente residente en Estados Unidos, o Faiad Barbash, doctorado en la Universidad de Córdoba y residente en España.

El perfil de estudiante de español en Siria correspondía a jóvenes de entre 18 y 30 años que lo aprendían para mejorar sus expectativas laborales, para obtener un trabajo mejor o como herramienta para facilitar su emigración a España o a Latinoamérica, donde existen importantes comunidades sirias fruto del continuo flujo migratorio que tuvo lugar durante la mayor parte del siglo xx.

El aumento del número de estudiantes de español en el ámbito universitario a partir de 2008 ha estado directamente relacionado con la apertura del primer Departamento de Filología Española en la Universidad de Damasco (curso 2007-2008) y con el fuerte posicionamiento del Instituto Cervantes de Damasco tras su cambio de sede en el año 2006.

La demanda de español en el ámbito universitario no ha ido pareja a un aumento de su oferta en educación secundaria, muy lejos del nivel de otras lenguas europeas tales como el inglés, el francés o el ruso.

En Siria resulta, pues, imprescindible el desarrollo de políticas educativas y acuerdos intergubernamentales para que el español entre en la enseñanza reglada tanto en primaria como en secundaria y se asiente a largo plazo su aprendizaje. Solo así será posible crear nuevos departamentos de filología española en las distintas universidades del país y conseguir que el estudio del español se corresponda con la atracción que tiene nuestro país para el pueblo sirio, una verdadera punta de lanza de España en Oriente Medio. Algo que como país debería interesarnos y no abandonar el proyecto, tan felizmente iniciado, a su suerte, por la concurrencia de una guerra cruel que ha traído sanciones que paga toda la población y que incluso estamos pagando nosotros mismos con un retroceso que nadie justifica pero que tampoco es seguido por países como Francia o Reino Unido.

Por todo ello, la reapertura del Instituto Cervantes de Damasco tiene que ser una acción prioritaria para continuar el desarrollo progresivo de la lengua española en Siria. Debemos hacer esfuerzos por recuperar el tiempo perdido.

Como ha mencionado el erudito Antonio Gil de Carrasco, “la reapertura del Instituto Cervantes de Damasco tiene que ser una acción prioritaria para continuar el desarrollo progresivo de la lengua española en Siria, tras el retroceso provocado por la guerra”.

No hay ningún motivo para no acometer este proyecto con un renovado impulso constructivo.

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