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Error

· Por Julio Bonmatí, observador de masas

domingo 28 de abril de 2024, 08:55h
Error
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Estamos inmersos en la incertidumbre, y por ello no nos libramos de la continua posibilidad de la presencia y la compañía del error en nuestras vidas; para disminuir este sabemos que primero hay que inevitablemente disminuir aquella; y para ello hemos inventado la ciencia y la tecnología. ¡Bienaventurado el saber que disminuye la probabilidad de mis errores! Las catástrofes naturales, la degeneración propia del paso del tiempo o la enfermedad no son un error; son una manifestación, a nuestros ojos canalla y fastidiosa, de la naturaleza que siempre acierta aunque a veces asusta y no gusta. La naturaleza no yerra solo al humano le ha sido concedido la posibilidad de hacerlo, para garantizarle poder gozar del real libre albedrío. Y solo ya considerar lo acontecido un error disgusta y en más de una ocasión también produce miedo, por sus consecuencias; pero si no hubiera la opción al error no habría un completo derecho a elegir.

Por suerte somos falibles y finitos, lo que supone que no tenemos mucho tiempo ni ocasión para pensar la forma de subsanar y a continuación manufacturar la corrección del error cometido. Eso cuando no cabe su reversión, o lo que es peor tiene efectos retroactivos.

Queremos estar en paz mediante la ausencia de guerra. Queremos estar acompañados mediante la ausencia de soledad. Queremos estar satisfechos mediante la ausencia de carencias.

¿Es inteligente buscar el resultado positivo simplemente evitando padecer el resultado negativo, o tal actuación es un mayúsculo error? Dudo mucho y me niego a creer que no portarse mal sin más evitando perjudicar al prójimo implique automáticamente portarse bien, con beneficio real para los otros. "Para que el mal triunfe, solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada". Edmund Burke.

Creo que inexcusablemente para realmente garantizar lo positivo se precisa la combinación de inteligencia en el pensar con diligencia en el hacer. La Inteligencia sin diligencia tiene corto recorrido; y con la diligencia sin inteligencia antes o después se materializa el error.

No disfrutar de la mayor libertad posible ciertamente es un error, y la mayor ausencia de libertad la sufre quien se obliga a estar sin tregua constantemente pensando para evitar el error.

Si no pensar es el camino seguro que lleva al error, pensar no garantiza su ausencia, solo lo cambia del plano y de vereda; y ahora el error puede venir por un pensar insuficiente o apresurado, o lo que es peor por un pensar demasiado o tardío. La justicia humana cuando es puntual es un oportuno acierto, la justicia si llega con retraso es un error sin parangón.

El error es ocasional y nunca es duradero, si acaso la afición al mismo para alguno es pertinaz, obviamente son sus consecuencias las que tristemente pueden durar una eternidad. Más vale no ver el error como el efecto. No es un error no ser apto en junio y que te tengan que volver en septiembre a examinar; el error está en la causa, sencillamente el error fue estudiar para aprobar en lugar de hacerlo para saber.

Me gusta pensar que la ocurrencia del error para el humano, dada su natural inclinación en primer lugar a la pereza y en segundo como consecuencia de la anterior a la torpeza, debería figurar como una especie de particular certeza en la oquedad de su cabeza; más nos vale confiar en su existencia como posibilidad y que por mucho que lo utilicemos no se va a acabar, pues no veo otra manera como punto de partida para mejorar.

Y en la misma línea, por aquello de mantenerla y no enmendarla, es un error olvidar que mientras vives solo hay una inmutable certeza, que cuando la parca sin ninguna explicación así lo quiera, sin derecho a presentar recurso de revisión, saldarás tu deuda con ella; paradójicamente solo el condenado a muerte sin incurrir en error tiene dos certezas, aunque solo una de ellas es a su favor: la primera, para su desgracia que la muerte ya ha venido a cobrar y no admite mora, el óbito es inminente; y la segunda, para su suerte que el último cigarro fumado delante del paredón un minuto antes de la ejecución no le va a producir cáncer de pulmón.

Mira tú por donde la vida a veces da sorpresas, y a la decisión de echar a modo de despedida ese último cigarro que, en un normal devenir, por la ciencia [que te aleja de la incertidumbre] es considerado arriesgado y perjudicial; si en el fusilamiento acierta y es certera la bala [que asusta y no gusta recibir], le es robada toda posibilidad, tanto la de ser un inevitable acierto como la de ser un evitable error.

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