Cualquiera que viaje a las mencionadas localidades no podría ocultar su estupefacción al comprobar las desigualdades de ambos territorios. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) la tasa del Paro registrado en 2022 en el Campo de Gibraltar era del 35% mientras que al otro lado de la verja el porcentaje de desempleo no alcanza el 0,49%, la segunda más baja al mundo. Cómo afirma un taxista de La Línea, “quién no trabaja en suelo inglés es porque no quiere hacerlo”. Cifras que repercuten obviamente en la Renta per cápita al multiplicar la de los llanitos por diez respecto a la de sus colindantes. Con unos ingresos de 100 mil euros al año Gibraltar se coloca en tercer lugar a nivel mundial superado únicamente por Luxemburgo y Catar.
La esbelta silueta de los rascacielos Centenary Terraces difiere de la alargada sombra que proyectan los edificios estatales y los mastodónticos centros hoteleros del lado español. El poder adquisitivo favorecido por las enormes ventajas fiscales y los lucrativos negocios gibraltareños como el asesoramiento financiero o el comercio minorista contrasta con la precariedad de un territorio significado por una creciente dependencia del tráfico de estupefacientes y una enquistada narcocultura, como denuncia Francisco Mena de la coordinadora antidroga del campo de Gibraltar Alternativas.
No es baladí entonces el significado del monumento al trabajador transfronterizo, obra ubicada a escasos metros de la frontera que homenajea a las decenas de miles de asalariados que a su vez contribuyen con su mano de obra a la economía de la vecina colonia británica. Y asimismo es revelador que los transeúntes que crucen a pie el confín opten por fotografiarse en uno de los emblemáticos red telephone box, porque si de algo van sobradas ambas comunidades es de orgullo propio.
“Somos patriotas británicos con rasgos y sangre latina y nadie puede afirmar que esta tierra es española”, afirma una gibraltareña que sin embargo lamenta el enfriamiento progresivo entre ambas poblaciones. “Nuestros genitores se reconocían como ingleses”, confirma otro entrevistado, “pero son innegables las raíces en suelo español (…). Toda la gastronomía, cultura y música resienten de un mestizaje único”. Resulta sintomático que uno de los uniformados operativo en el control de pasaportes del flanco español negara “haber pisado nunca el otro lado”.
El Brexit “sólo contribuyó a dificultarlo todo”, reconoce una dependiente de una perfumería. “Todavía nonos damos cuenta de la tragedia”, concreta haciendo alusión a las repercusiones económicas del Brexit. La clase trabajadora de ambas comunidades exige “la inmediata firma de un deal”, porque “vivimos en la total y absoluta desconfianza” matiza el directivo de una importante entidad financiera. Manuel Triano, secretario del Grupo Transfronterizo, reconocía a Patricia Godino, corresponsal de El Periódico y autora de un interesante reportaje, que “(…) si se cerrara en falso este acuerdo no sólo se mandaría al paro a los que trabajan desde la colonia, sino que afectaría directamente a la economía de empresas que comen del Peñón”.
Otro factor en común que comparten linenses y gibraltareños es “la profunda insatisfacción y desconfianza” que suscitan tanto los gobiernos de Londres como de Madrid en salir del atolladero burocrático. El primero “no aportó información de ningún tipo” sobre la eventualidad de que el Reino Unido abandonaría Bruselas. Un ex alto cargo político hace hincapié en “los esfuerzos realizados para concienciar de ambas posibilidades, pero nadie quiso hacerme caso (…), el desconocimiento nos rodea y no trasciende información de ningún tipo que pueda aclarar las cosas”.
Pero no todo son críticas a la gestión de la crisis De hecho, el lamentado pasotismo de Londres contrasta con “la inesperada sensibilidad de Madrid, a quién hay que darle las gracias en lo que cabe” El Gobierno Español “ha garantizado los servicios esenciales y nos han proporcionado más de un comodín en este periodo de tiempo… No ha sido muy estricto y tampoco han hecho la vida imposible en la frontera desde que salimos de la Unión Europea”. Muchos recuerdan con cariño “la especial atención que recibimos” durante el obligado enclaustramiento por el Covid-19.
Tampoco sale dignificado del embrollo Fabián Picardo, actual mandatario de la Roca. Según el mismo interlocutor el líder del Partido Socialista Laborista (GSLP) se distingue por “una pésima gestión (…). Como nadie pensaba que la mayoría votara a favor del Brexit”, en Gibraltar el 96% de los sufragios se opuso a la ruptura, “la administración local se despreocupó por completo” y a pesar de las supuestas diferencias ideológicas el ministro principal “ni cuestiona la agenda de Downing Street, está a su servicio y lleva ocho años aceptándolo todo sin explicar nada”.
Lo que más apena a los llanitos es el arrinconamiento de Gibraltar por parte de Londres y “el cinismo imperante”. El paralelismo con la dificultosa frontera de Irlanda del Norte enerva sobremanera. Si con Belfast “se ha resuelto rapidamente”, insiste otro entrevistado, “no consigo entender porque aquí seguimos esperando (…). Nos sentimos ciudadanos de segunda categoría y llevamos perdida una década”.
Quejas similares a las de los actuales responsables administrativos del Campo. En 2015 los linenses, cansados de las promesas incumplidas de populares y socialistas, encumbraron al ex responsable del Área Tributaria municipal Juan Franco. El funcionario de clase A lidera una formación independiente, La Línea 100x100, que ha logrado en los comicios de 2023 un resultado histórico. Con el 75% de votos a favor resultó ser el alcalde más votado de España en una ciudad de más de cincuenta mil habitantes. Una de sus propuestas más llamativas es convertir a la urbe en una ciudad autónoma, con un estatuto similar al de Ceuta y Melilla.
Las ventajas fiscales que supondrían tal reconocimiento compensarían “la indiferencia de un Gobierno central que”, matizaba en 2019 el portavoz municipal Helenio Fernández, “no da soluciones integrales a nuestros problemas (…). Pretendemos acceder a un régimen de autogobierno para la gestión de nuestros intereses con plena capacidad para el cumplimiento de nuestros fines, siempre como parte integrante de la nación española (…)”.
Como se desprende de los varios testimonios el concepto de autodeterminación en ambos territorios es idéntico. Ni los gibraltareños y tampoco los habitantes de La Línea quieren separarse de las respectivas madres patrias. Reivindican una solución a la incertidumbre que les acompaña desde 2016 y que garantice “los derechos laborales tanto de unos como de otros (…). A nivel callejero nos llevamos muy bien, hay cariño y ayuda mutua y continuos esfuerzos humanitarios” aclara una conocida figura pública de la Roca que reconoce la dependencia de Gibraltar de la mano de obra española: “Es necesario que los transfronterizos puedan seguir cruzando la verja… Nuestras intenciones son buenas y queremos garantizar el bien común. Son los políticos nacionales quienes nos perjudican”.
Gibraltar y La Línea, realidades antagónicas y tan similares condenadas a entenderse.
1.-El Periódico, Los 15 mil trabajadores transfronterizos de Gibraltar: “Vivimos en la incertidumbre desde el Brexit”, 15 de abril de 2024. Véase contenido al enlace https://cutt.ly/Zw740ilw.