El magnate neoyorquino es quien supo interpretar mejor que nadie el estado de animo de millones de americanos hartos de el fracaso económico, la inflación, la inseguridad, la avalancha de inmigrantes ilegales, los impuestos, regulaciones asfixiantes y de la agenda woke de la administración demócrata de Biden y Kamala. Más del 60% de los americanos manifestaron en diferentes encuestas, el rumbo equivocado de un gobierno tan perdido como su presidente. El Partido Demócrata es hoy el rostro del establishment, eso sí, cercano a las estrellas del espectáculo que la apoyaron, pero alejado de las necesidades reales de la gente.
Trump ha conseguido su segundo mandato no consecutivo con una victoria más contundente aún que en 2016. Tiene cuatro años por delante para aplicar su programa, encaminar a los Estados Unidos en la senda de la recuperación y recolocarlo como potencia mundial nuevamente. Sin duda es una difícil tarea teniendo en cuenta la situación geopolítica actual, sin embargo, Donald Trump ha demostrado una vez más su fuerza y determinación como pocos lideres políticos en la Historia. Sabe también que es su última presidencia ya que no tiene posibilidad de reelección. Tendrá que hacer las cosas bien, cumplir con su programa y dejar asegurada la continuidad de lo que él mismo llama como “movimiento MAGA, el mayor movimiento político de la Historia”.
Uno de sus mayores méritos en su triunfo es haber conseguido movilizar a los sectores populares de su país, desde los trabajadores más humildes, negros, blancos, latinos, hombres y mujeres de diferentes extractos sociales que inclusive no votaban por el Partido Republicano, que se han visto reconocidos como nunca antes por Donald Trump. En definitiva, el hoy presidente electo, ha comprendido la esencia de la América profunda, es la victoria del sentido común.
Cabe recordad que Trump no proviene de las elites del poder político, que es un hombre hecho a si mismo, audaz, exitoso, provocador incluso y, sobre todo, auténticamente popular. Esa misma fórmula, ese perfil es el que comparte con otros lideres políticos -salvando lógicas distancias- como Javier Milei en Argentina o Jair Bolsonaro en Brasil, entre otros.
Aún queda mucho por ver y mucho por delante, pero la aplastante victoria de Trump es un paso más en un cambio de época. El presidente electo norteamericano tiene también la responsabilidad y el difícil desafío de recuperar y reforzar los valores de Occidente. El mundo libre espera que los Estados Unidos, con determinación y coraje, vuelva a estar en el lado correcto de la Historia, enfrentando con claridad y firmeza a los enemigos de la soberanía de los pueblos y las libertades democráticas. Que así sea.