Tras décadas de inversión en investigación, desarrollo e innovación (I+D+I), tecnologías como la energía eólica y solar han alcanzado niveles de madurez que las posicionan como las formas más económicas de generar energía. Este avance, calificado como una revolución tecnológica sin precedentes, ha colocado a España en una posición privilegiada dentro de Europa. Con abundantes recursos solares y eólicos, nuestro país cuenta con una ventaja competitiva respecto a nuestros vecinos europeos, consolidándose como un actor clave en el sector energético global.
Además de producir energía limpia y asequible, este liderazgo está atrayendo nuevas oportunidades industriales. La implantación de industrias electro intensiva, la atracción de giga factorías de baterías, los centros de datos y otros sectores digitales emergentes, se perfila como una de las consecuencias directas del desarrollo renovable en España.
Pero el impacto de las energías renovables no se limita al suministro energético, sino que España ha sido pionera en este ámbito, desarrollando una industria nacional que hoy emplea a más de 96.000 profesionales altamente cualificados. Estamos frente a un sector que no solo crea empleos, sino que también exporta conocimiento y tecnología, como es liderar proyectos en todo el mundo, desde la fabricación de componentes hasta desarrolladores, ingenierías y gestores de activos.
“Gracias a esta experiencia y know-how, España se ha convertido en un punto de referencia internacional, atrayendo la atención de multinacionales que instalan sus centros globales de renovables en el país”, aclara César Gimeno, Co-Fundador y CEO de IASOL.
Sin embargo, la transición hacia un modelo 100 % renovable no está exenta de desafíos. Uno de los más importantes es garantizar un suministro energético constante a partir de fuentes intermitentes. En este sentido, la hibridación de tecnologías, los sistemas de almacenamiento energético y la gestión inteligente de la demanda son elementos clave para superar esta barrera.
No obstante, los sistemas de almacenamiento, como las baterías de gran capacidad, pese a la mejora de eficiencia y bajada de costes del 82% en los últimos diez años, aún no han alcanzado la madurez tecnológica y económica necesaria para su implementación masiva. “Para ello, será fundamental seguir apostando por el I+D+I, reducir los costes de estas tecnologías y adaptarlas a las necesidades del mercado. Además, serán esenciales los cambios regulatorios que fomenten la inversión en este sector”, matiza el CEO de IASOL.
Otro gran reto es la electrificación de la economía. Actualmente, solo el 40 % de la energía primaria consumida en España es de origen eléctrico; el 60 % restante proviene de combustibles fósiles. Electrificar sectores clave, como el transporte y la industria, será imprescindible para reducir esta dependencia. De esta forma, tecnologías emergentes como el hidrógeno verde y los biocombustibles están generando grandes expectativas, aunque todavía se enfrentan a desafíos en términos de coste y eficiencia, por lo que se prevé que jugarán un papel crucial en la descarbonización del transporte pesado y la industria de alta temperatura.
La transición hacia las energías renovables no puede ser una tarea unilateral. Requiere la colaboración activa de todos los actores sociales y económicos, desde las comunidades locales hasta los gobiernos y empresas tradicionales. De ahí que el autoconsumo y la generación distribuida se presenten como estrategias clave, al fomentar la participación ciudadana y promover un modelo energético más equitativo.
A pesar de los avances, España aún se encuentra rezagada en comparación con otros países europeos en términos de autoconsumo. Recuperar terreno en este ámbito será esencial para consolidar su posición como líder en la transición energética. En este sentido, nuestro país ha iniciado con éxito el camino hacia un modelo energético renovable. La clave estará en combinar el despliegue de tecnologías maduras con el desarrollo de soluciones innovadoras, siempre de forma sostenible y sincronizada.
“La lucha contra el cambio climático no es un esfuerzo aislado; requiere la colaboración de todos los países y sectores, por lo que este desafío compartido, nuestro país está llamado a desempeñar un papel de liderazgo, demostrando que el cambio es posible y que las energías renovables no solo son una solución ambiental, sino también una oportunidad económica y social”, concluye César Gimeno.