Mienten como bellacos. Se aferran a lo que malamente pueden. Callados como puertas. Sin contrapesar sin un solo argumento los hechos probados que caen como losas sobre el entorno familiar y político de un presidente literalmente abrasado y que, en medio de su cada día más desencajado rostro, sólo conserva su patética intención de agredir y de inventar.
El último de esos esperpénticos inventos es el de denunciar, delante de las máximas autoridades del Tribunal Supremo y del Constitucional (esto último importa menos, dado que su presidente es un simple perro de presa socialista), el ‘acoso judicial’ al que está siendo sometido precisamente su entorno político y familiar.
Ese entorno familiar y político, dado su raquítico nivel formativo e intelectual (y su nivel en general) seguramente desconoce lo que significa el ‘judiciary bullying’, que es lo que denuncia el impresentable y chamuscado Sánchez.
Según el inquilino de la Moncloa, se ha orquestado una campaña por parte de multitud de jueces con el único fin de perjudicar y dañar a las personas, hoy imputadas, que han vivido (Ábalos) o viven (Begoña) en las faldas de Sánchez. Una campaña infundada, sin indicios ni pruebas, bajo la mera apariencia de legalidad. Sin motivo real alguno. Con la única y maliciosa finalidad, en efecto, de perjudicar.
La realidad es que estas campañas de acoso (pesadillas en la mente del presidente), al realizarse oficialmente a través de los juzgados y tribunales como sostiene falsa e impúdicamente Sánchez, conllevan que las personas demandadas o denunciadas no puedan ignorarlas. Todo lo contrario, son requeridas judicialmente y obligadas a contratar abogados, procuradores y peritos para desmentir cada procedimiento judicial iniciado falsamente en su contra.
Sin embargo, ¿está revelándose infundada la interposición de demandas y denuncias penales contra la megacorrupción socialista? ¿por qué entonces la administración de justicia (descontando a la lacayuna fiscalía) está avanzando con diligencias constantes y hallazgos nuevos contra esa megacorrupción socialista? ¿por qué se amontonan y multiplican los indicios contra los autores de esa megacorrupción socialista? ¿son ciertamente sujetos como Ábalos o Begoña las víctimas de un daño personal, económico, psicológico e incluso moral, o son los españoles las auténticas víctimas de esa megacorrupción socialista?
El hecho de que los presuntos autores de la megacorrupción hayan enmudecido desde hace varias semanas y ya ni siquiera hablen de bulos es la prueba del algodón de que, más pronto que tarde, van a dar con sus huesos -como mínimo- en el banquillo.
Cuando se apremia de forma insistente a alguien para que aclare hechos que pueden terminar conduciéndolo hasta el patio de una cárcel, lo lógico no es que se responda con molestias o amenazas o ataques a diestro y siniestro (o con el silencio) sino que se exponga, a plena luz del día, la verdad. Pero esto es imposible, puesto que esa presunta megacorrupción socialista no se entiende sin un Sanchismo que es el estandarte, como sistema, del bulo, del fango… y de la mentira. ¿Necesitamos más pruebas?
Si (
No(
