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Mare Nostrum: los puertos y su creciente trascendencia estratégica

· Pese a los desafíos geopolíticos y las tensiones en Oriente Próximo, el Mediterráneo y sus estuarios juegan un papel trascendental en garantizar la estabilidad regional y la prosperidad global

domingo 15 de diciembre de 2024, 09:44h
Mare Nostrum: los puertos y su creciente trascendencia estratégica
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El Mare Nostrum, como lo denominaban los antiguos romanos en la época imperial, es mucho más que una alargada masa acuífera. Cuna de civilizaciones, ha mantenido su relevancia económica y geopolítica con el paso del tiempo. Los desórdenes bélicos en Eurasia, el corte de suministros en el Canal de Suez por el bloqueo del estrecho de Bab al Mandeb, la guerra comercial entre la administración estadounidense y china y las nuevas rutas de los hidrocarburos colocan el Mediterráneo en un lugar trascendental desde el prisma mercantil y financiero. Igualmente, los puertos a lo largo de sus costas desempeñan una labor esencial para garantizar la estabilidad y la prosperidad de la región y de la economía mundial. En un escenario tan complejo como el actual sería trivial infravalorar la importancia de unos fondeaderos que aseguran solidez financiera, creación de empleo, transformación de zonas industriales abandonadas y avalan la cursante transición energética.

Su relevancia geopolítica deriva principalmente de la ubicación. Facilitan rutas comerciales al conectar África, Europa y Asia y garantizan la continuidad y eficiencia del transporte de bienes, servicios y recursos energéticos. Las centrales portuarias de Barcelona, Algeciras, Génova, El Pireo o Gioia Tauro garantizan los intercambios comerciales no sólo a lo largo del Mare Nostrum, sino también con los principales mercados a nivel global. En un mundo cada vez más interconectado, la estabilidad de la región mediterránea es esencial para garantizar perdurabilidad y seguridad.

Los puertos del Mediterráneo sirven como amortiguadores de las crecientes tensiones geopolíticas y ofrecen una zona segura para fomentar la cooperación entre estados. Esto conlleva a un beneficioso reforzamiento de los vínculos diplomáticos al generar confianza y aminorar los riesgos de conflictos. Los desafíos que plantean los flujos migratorios irregulares, el cambio climático y las desavenencias políticas obligan a consolidar rutas marítimas duraderas. Similar incertidumbre convierte los puertos en lugares propicios en la búsqueda de la estabilidad regional.

Las crisis en Oriente Próximo, los ataques de los hutíes a graneleros y buques mercantes han ocasionado fuerte desequilibrios al Canal de Suez. El efecto mariposa impacta en los puertos orientales del Mediterráneo. El Pireo y Port Said en Egipto registran un decrecimiento de su actividad operativa del 33%, y otros como el turco Mersin del 12%. El desempeño de los fondeaderos regionales se ha visto obstaculizado por las tensiones geopolíticas que afectan directamente a Israel y Grecia. Las mismas obligan a unos cambios en las inversiones estratégicas y en los patrones comerciales.

Sin embargo el citado Port Said y Limassol en Chipre exhiben una sorprendente resiliencia. El enclave egipcio ha experimentado un aumento del 7% en el tercer trimestre de 2024, mientras que Limassol incrementó su conectividad del 6% debido a fuertes inversiones en la infraestructura reforzando de tal manera su importancia regional. “Estos dos puertos han logrado adaptarse más eficazmente y otros se enfrentan a descensos sustanciales de su capacidad operativa” explica el ingeniero Guillermo Massot, fundador de la consultora Althium con sede en Países Bajos.

Los puertos del Mediterráneo han logrado mitigar el atolladero de Suez implementando heterogéneas medidas como el desvío de los enormes cargueros alrededor del Cabo de Buena Esperanza. Una decisión fructífera pese al incremento de los costes de tránsito y del periodo de circunnavegación. Los esfuerzos de Washington y del Reino Unido para garantizar la seguridad de tránsito en el Mar Rojo con acciones militares selectivas no están dando los resultados esperados a corto plazo.

Asimismo, se han reforzado vías alternativas de transporte como el ferroviario y el aéreo evitando así zonas particularmente agitadas. Un mero parche nada satisfactorio al ocupar los intercambios comerciales por vías acuíferas el 90% del tráfico mundial de bienes, servicios y recursos energéticos.

Según Massot “el potencial de crecimiento económico de los puertos del Mediterráneo es inmenso”. Trátense de centros operacionales que generan ingresos sustanciales a través de actividades de transporte marítimo, aranceles comerciales y tarifas portuarias. Además sirven como nodos críticos en la cadena de suministro mundial al representar el 30% del comercio marítimo y se prevé que el envío de contenedores aumente significativamente en las próximas décadas.

Las inversiones en centrales portuarias fomentan la diversificación económica de las zonas colindantes. El desarrollo de centros logísticos, almacenes y redes de transporte estimula industrias auxiliares y conviertes urbes costeras en atractivos centros financieros. La modernización se alinea con las tendencias globales en digitalización y automatización, pero es necesario un acompañamiento y tutelaje del gobierno central. Fíjense en Algeciras, cuyo puerto es el cuarto por funcionalidad, eficacia y sostenibilidad a nivel europeo únicamente por detrás de Rotterdam, Amberes y Hamburgo. Su presidente, Gerardo Landaluce, lleva denunciando desde hace tiempo la necesidad de reformas estructurales que posibiliten competir con los marroquíes Tánger Med y Nador West Med, apadrinados por la monarquía alauita. La respuesta de Moncloa sigue esperándose…

Tampoco debe olvidarse la importancia del turismo en la región mediterránea. Las urbes costeras utilizan las bahías como puertas de entrada para cruceros y ferrys al beneficiarse las economías locales con la creación de empleo en el sector hostelero, el de transporte y el minorista. La naviera española Balearia está de dulce al haber conseguido la licitación de la primera línea marítima verde intercontinental entre Tarifa y Tánger. Según un informe de la International Maritime Organization (IMO) por cada empleo creado en un puerto se originan entre 1,5 y 2,5 puestos de trabajo en sectores relacionados como la logística, manufactura o servicios locales.

La misma revitalización de terrenos y zonas abandonadas tiene relación directa con el buen funcionamiento de los puertos del Mediterráneo al estar los mismos históricamente vinculados a intensas actividades industriales. La degradación ambiental y el consecuente deterioro socioeconómico podrían revertirse mediante iniciativas de reurbanización que transformarían zonas descuidadas en valiosos activos para el crecimiento económico regional. Involucrar a las entidades locales en procesos de reurbanización puede garantizar que los mismos se alineen con las necesidades comunitarias.

Los puertos del Mediterráneo lideran la transición energética hacia fuentes más sostenibles y se posicionan como actores claves en la cadena de suministro energético facultando la importación de crudo, gas natural y renovables como la solar y la eólica. El desarrollo de nuevas infraestructuras energéticas, como las terminales de gas natural licuado (GNL) o hidrógeno verde – Iberdrola gestiona en la localidad de Puertollano la planta más grande para uso industrial de Europa – reduce la dependencia de los combustibles fósiles.

La coyuntura actual a nivel global otorga a los puertos del Mare Nostrum la posibilidad de redefinir su posición económica y fortalecer el tejido social de las respectivas comunidades. Pero tales objetivos no podrán alcanzarse sin una colaboración a largo plazo entre gobiernos, empresas y sociedad civil en aras de una prosperidad compartida.

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