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El ocaso del PIB como medida de la situación económica

Fuente: elaboración propia a partir de la Contabilidad Nacional recogida en el INE.
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Fuente: elaboración propia a partir de la Contabilidad Nacional recogida en el INE.

· Por Miguel Córdoba, economista

miércoles 18 de diciembre de 2024, 08:54h
Llevamos muchas décadas considerando el Producto Interior Bruto (PIB) como un indicador básico de la marcha de la Economía de un país, pero lo cierto es que, en los tiempos actuales, no es un indicador que nos dé mucha información. Obviamente, si en un país crece el PIB, las autoridades gubernamentales echan las campanas al viento porque les interesa, y se comparan con otros países del entorno, diciendo que vamos estupendamente, o incluso, como ha dicho recientemente The Economist, que España es la mejor economía de Europa.

Supongo que eso debería suponer que nos tenemos que creer que los españoles viven mejor que los alemanes, los holandeses o los daneses, a pesar de que ganen más del doble que nosotros y se puedan permitir unas vacaciones estupendas en nuestro país, cosa que la mayoría de nosotros no nos podemos permitir en sus países, ya que nuestro presupuesto no daría ni para estar allí una semana.

A lo mejor si extraemos algunos datos de la Contabilidad Nacional podemos llegar a alguna conclusión. Veámoslo en el cuadro que publicamos junto a este texto.

Podemos observar que, durante el período de gobierno del Sr. Sánchez, el consumo de los hogares españoles ha disminuido en 2,4 puntos sobre la Renta Nacional, mientras que el Gasto Público ha escalado en 1,3 puntos. También es interesante observar el miedo que tienen las familias a lo que les puede pasar, puesto que el Ahorro de los hogares se ha incrementado en 3,6 puntos, lo que significa que los ciudadanos españoles han ahorrado durante el mandato del Sr. Sánchez la friolera de 365.000 millones de euros, por si vienen mal dadas.

Como no podía ser de otra forma, el déficit público se ha incrementado en 0,73 puntos hasta suponer el 3,5% de la Renta Nacional, y en valores absolutos supone que en estos seis años el Gobierno ha gastado 366.000 millones de euros más de lo que ha ingresado por impuestos, y que tendrán que pagar nuestros nietos porque es imposible que lo hagan nuestros hijos con el nivel salarial de sus precarios trabajos.

El ahorro de las empresas representado por el incremento de reservas de sus balances ha perdido 2,6 puntos en peso sobre la renta nacional, y ello es debido a que se han reducido sus márgenes empresariales, cuya causa no es otra que el incremento continuado del Salario Mínimo Interprofesional en torno al 50%, en un país de micropymes, la mayoría de las cuales tienen tan solo uno o dos trabajadores y, evidentemente, no pueden reducir su plantilla sino que tienen que asumir el aumento recurrente de sus costes laborales con cargo a sus beneficios.

Todo lo ocurrido está en completa consonancia con lo que pretende un gobierno social comunista de una economía: que las empresas ganen menos, que las clases medias tengan menos renta disponible (de ahí el continuo incremento de impuestos), cuya consecuencia es que consuman menos, y que el sector público no haga otra cosa que ganar presencia en la economía, aun a costa de un déficit público permanente.

Hemos pasado en pocos meses de escuchar que la economía española va como un cohete a que somos la mejor Economía de Europa, pero ambas cosas no son ciertas. El espejismo del PIB no nos deja ver lo que realmente ocurre en ese bosque que constituye la economía española. Las unidades familiares no pueden adquirir una vivienda por el precio que tiene, los jóvenes no se pueden emancipar porque los alquileres son prohibitivos, al menos en las zonas tensionadas, Por supuesto, ni se pueden casar, ni tener hijos y, probablemente, ni comprarse coche. Cuando se pregunta a los ciudadanos si se van de vacaciones, muchos
de ellos responden que sí, pero que ahora se van tan solo unos pocos días porque no les llega. Vamos como a los alemanes, holandeses y daneses.

La conclusión, al menos para mí, es clara. El PIB se ha quedado obsoleto como indicador de la marcha real de una economía. Hemos de tener en cuenta que el mero aumento de la población genera PIB, y en España en los últimos quince años hemos incrementado la población en tres millones de personas, que consumen, ahorran, trabajan, etc., pero ello no significa que los españoles vivan mejor. Si comparamos el PIB de
Estados Unidos y el de China están relativamente próximos, pero resulta que hay 336 millones de norteamericanos y 1.417 millones de chinos y, por tanto, el PIB per cápita es seis veces mayor en Estados Unidos, o lo que es lo mismo que las cifras de PIB no son comparables.

Pero no es sólo eso, si un gobierno tiene déficit público permanente, está continuamente emitiendo deuda pública, la cual se coloca en los mercados internacionales y cuando el dinero llega a España, se utiliza para repartir “cheques” y generar un incremento de gasto social que posiblemente el país no se puede permitir. Ese dinero lo utilizan los receptores de las dádivas para consumir más y se crea una producción de bienes y servicios que no tiene su origen en la actividad nacional, sino en una especie de PIB fiduciario no productivo que aumenta ficticiamente las cifras oficiales.

Y nos queda todavía el gasto público, ya que si el gobierno se dedica a gastar un dinero que no recauda también está incrementado el PIB. Una parte ya ha ido a consumo, con indicamos antes, pero otro irá a infraestructuras, gastos suntuarios y demás (el Falcon no consume tanto), cuando no a incrementos en el coste de las obras civiles licitadas y cuya bondad de contratación está ahora precisamente dilucidándose en los tribunales.

En resumen, si un país está aumentando permanentemente su población, aunque sea por vía de la inmigración, está emitiendo continuamente deuda pública y está incrementando su gasto público, está jugando con las cartas marcadas a la hora de compararse con otros países que no lo hacen y, por tanto, la comparación del crecimiento del PIB no es homogénea; de ahí que insistamos en que el PIB no es una medida adecuada para valorar la marcha de una economía, por mucho que esté asumida por la mayoría de los economistas.

Hacer un cuadro como el que se ha indicado anteriormente da mucha más información sobre lo que ocurre en un país que el mero incremento del PIB, y no cuesta casi nada hacerlo a partir de la Contabilidad Nacional, pero si no dice lo que interesa que diga es mejor no hacerlo y que ocurra lo mismo que con las estadísticas de los empleados fijos discontinuos que deben ser el secreto mejor guardado del Ministerio de Trabajo.

Y es que la economía cada vez es más política y el marketing político ha sustituido a la ortodoxia económica. Así que seguiremos predicando en el desierto esperando que no me crucifiquen por haber escrito este heterodoxo artículo.

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