Después de recular y comprar a medias la casa de nuestro Premio Nobel Vicente Aleixandre, con la Comunidad de Madrid, declarar BIC la Casa Ricarda de Barcelona, fastidiando la ampliación del aeropuerto del Prat y viendo que en los fastos de “Franco murió en paz en la Paz” , ni está ni se el espera, nuestro Ministro de Cultura da un acertado toque de atención, sobre esto de que el Primer Ministro reforme la ley para limitar o anular la acusación popular. Un derecho recogido en el articulo 125 de la Constitución.
De igual manera, recientemente ha ensalzado el “milagro” obrado por los científicos del laboratorio del Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena, para extraer y conservar el pecio fenicio Mazarrón II, (siglo VII a.C). Como el museo tiene un carácter marcadamente didáctico infantil, habrá disfrutado como en el circo.
Así mismo, su participación en el Festival Internacional del Cómic de Angulema (Francia) ha sido muy celebrada, defendiendo la paridad y diversidad territorial del sector, con representación de las lenguas oficiales como es el asturiano, demuestra que nuestra industria del cómic va pa’lante, pero no se hacia donde. Cada vez se compran menos cómics porque son carísimos y la distribución es una caca.
El Ministerio de Cultura informa de que el programa institucional para el cómic girará en torno a cuatro ejes estratégicos: la riqueza creativa del cómic español, la bibliodiversidad, la pluralidad lingüística y la igualdad de género, abordando la visión del sector desde una perspectiva feminista. Ejes que hace años ya se han implementado en España, pero ya sabemos que nuestro chico si no recurre a la verborrea indescifrable, no descansa.
Lo del bable, aranés, maragato y menorquín es cierto: pocos avances se han hecho en esto del cómic.
También por fin sabemos cuales son los daños culturales provocados por la DANA cuantificados por el ministerio: 7 librerías, 12 bibliotecas y 2 cines destruidos. ¡Menos mal!. Y a mi que expertos y asociaciones locales, me habían comentado que los daños patrimoniales culturales podían ascender a mil. ¡Exagerados que son, Che!.
Vemos pues, que la agenda de nuestro ministro pugna por sacar cabeza en este ministerio de Cultura bicéfalo que tenemos, y en el que se compite entre la Plaza del Rey que se encarga de los Titulares Gag del tipo Monty Phyton y la Foto – Performance – Política, y el otro, en Moncloa, que controla, cuando no desdeña y humilla o intenta directamente usurpar las competencias del anterior.
Aunque si de verdad el ministro travieso quiere liarla, le recomendaría que antes de irse y cerrar la puerta, le echase un vistazo al Convenio de Nicosia que entró en vigor el 1 de abril de 2022, estableciendo disposiciones sustantivas de derecho penal sobre los delitos contra los bienes culturales. En virtud del Convenio, el robo y otras formas de expolio, excavación ilícitas, exportación o importación ilegal, falsificación de documentos, así como la adquisición en el mercado negro se consideran actos delictivos.
Los delitos contra el patrimonio cultural constituyen un delito transnacional que no respeta fronteras y, por tanto, cada nueva ratificación mejora la capacidad del Convenio para combatir esta lacra.
Algo importante y de calado como se ve, y en el que nuestro país tendría mucho que aportar y por supuesto beneficiarse, pero que extrañamente y viniendo del Consejo de Europa, nadie en España sabe de que va. Y así continuamos llorando por la leche derramada.
Me consta que el ministerio de Cultura, Interior y en el Instituto de Patrimonio Cultural de España, sí saben de que va el Convenio de Nicosia porque se presentó en Zaragoza en 2022, pero para vergüenza propia y ajena, España, inexplicablemente ni siquiera ha firmado su adhesión.
Y es que para reformas serias y fundamentales, el Ministerio de Cultura, no sirve. Y los niños díscolos, menos.