La pretendida derecha, el PP, ha vuelto a caer en un debate absurdo pero que se desarrolla de acuerdo con el marco mental de socialistas y comunistas, entre otros enemigos de España, y, por tanto, se ha dejado arrastrar hacia un terreno en el que se encuentra patéticamente empantanada.
No. El PP aún no se ha cerciorado de que los esfuerzos no hay que concentrarlos en la aritmética del reparto de menas. El foco no puede ser si tal o cual región recibe más o menos que la de al lado, o si Cataluña se va a librar de acoger a quienes generan tanta inseguridad, tantos problemas y tanta merma para las libertades civiles, o si el País Vasco prácticamente se va a escapar, obteniendo ventaja del referido reparto.
El debate es otro. El foco es opuesto. Pero para ponerlo donde ha de estar son necesarios principios, valores y luces que parece que se antojan, hoy por hoy, demasiado largas para la pretendida derecha. El debate y el foco es la devolución de quienes invaden, lentamente, nuestro país, al que dicho sea de paso no respetan y ultrajan con sus acciones; es la articulación de medidas eficaces para desbaratar los planes de las mafias criminales que trafican con seres humanos entre África y Europa; es, entre tanto, la aplicación de medidas policiales y judiciales absolutamente contundentes contra esos menas que vienen a esparcir la violencia por nuestras calles y a aterrorizar a los más vulnerables: personas mayores y mujeres.
No. No es verdad que la izquierda sea especialmente mañosa en el manejo de la propaganda. Menos aún, por supuesto, que sus políticos sean ‘maestros de la propaganda’, como con frecuencia, ridículamente y sin fundamento alguno se llega a exagerar. Es más penoso y simple. Es que esa izquierda, que anda al límite de capacidad neuronal, se encuentra una y otra vez a una pretendida derecha derrotada ésta por incomparecencia, por pura cobardía. Y, por descontado, auto-derrotada desde su acreditada inutilidad, reiterada y grave, para comunicar y afianzar sus ideas. ¿Habrá algún día remedio?