Cosa distinta son las castas privilegiadas y parasitarias, los burócratas de Bruselas y Estrasburgo que trabajan día a día para la ruina de todos y su propio lucro; y que, mientras desde su incompetencia -y en ocasiones, desde su maldad- se enriquecen, están cavando la tumba para una UE que va ‘transicionando’: de ser un actor pequeño, ha quedado reducido ya a un simple pigmeo, el párvulo, el pardillo, el personaje totalmente marginal cuando se trata de discutir y decidir sobre lo relevante.
La paz que se fragua entre Estados Unidos y Rusia, literalmente a dos bandas (con el corrupto Zelensky colgado de la brocha), es un fiel reflejo, probablemente el más perfecto, de que la inane UE no sólo está recogiendo lo que ha sembrado sino que tiene por delante un auténtico ‘vía crucis’ si sigue empeñada, desde las alturas y para destrozo de los ciudadanos, en hacer avanzar la agenda en la que aparentan sólo caber ‘la sostenibilidad’, ‘la inclusividad’ y la ‘inmigración ilegal descontrolada’; como ha apuntado JD Vance -no hace falta estar en el IQ de Einstein, bastaría el de Yolanda Díaz-, auténtico caballo de Troya este último fenómeno para un continente no a la deriva, mucho peor: en el harakiri.
La Unión Europea, cuyas castas privilegiadas, parasitarias y burocráticas se concentran ininterrumpidamente en llenar sus bolsillos es hoy una caricatura, es la vaca que, pasmada, mira cómo pasa el tren, sin más. Es un armatoste con una serie de individuos en su interior que, desde despachos y sillas pagados por el acribillado contribuyente, ven pasar los acontecimientos sin discernir entre lo importante y lo accesorio; exactamente como el animal que deja de pastar y se pone a mirar un rato el conjunto que viaja tras la locomotora, como si todo fuesen vagones idénticos, que pasan sin parar.
El giro de los acontecimientos que vienen marcando partidos patriotas en Italia, en Francia, parece que en Alemania (en menor medida en España), puede ser un soplo de esperanza. Todo lo que sea hacer cuanto antes retroceder los intereses y los planes de la gerontocracia y los nuevos indocumentados que ocupan posiciones relevantes de poder en Bruselas y Estrasburgo será enormemente positivo para los intereses y los planes de la inmensa mayoría de la población.
Hay margen para la remontada y actores, en la línea de lo apuntado por JD Vance, que tienen voluntad y capacidad para hacerla posible. Ahí, lejos de la actual ruina, del patetismo y la pura marginalidad y los señores de negro, está el futuro.