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El futuro de Vietnam: escapar a la “trampa de los países de ingresos medios”

· La trampa de ingresos medios (middle-income trap) es algo así como llegar a una meseta

By Pablo Sanz Bayón
viernes 21 de febrero de 2025, 16:30h
El futuro de Vietnam: escapar a la “trampa de los países de ingresos medios”
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(Pablo Sanz Bayón, Profesor de Derecho Mercantil, ICADE).- Vietnam, un país que, impulsado por salarios bajos y un rápido crecimiento industrial, asciende hasta la categoría de ingresos medios. Al principio, la mano de obra barata y la abundancia de recursos impulsan la economía, pero a medida que los ingresos aumentan, esa ventaja competitiva se va desvaneciendo. Las empresas que antes prosperaban gracias a los bajos costes de producción, ahora deben enfrentarse a salarios más altos y a cambios en la demanda, y si no se transforman hacia sectores más innovadores y de mayor valor agregado, el crecimiento se detiene. Así lo describieron Gill y Kharas en su informe para el Banco Mundial, “An East Asian Renaissance: Ideas for Economic Growth” (2007).
El futuro de Vietnam: escapar a la “trampa de los países de ingresos medios”

En esencia, el país queda atrapado entre dos mundos: es demasiado rico para competir únicamente por sus bajos costes, pero aún no es lo suficientemente avanzado para liderar en innovación. Este desafío estructural, marcado por la falta de crecimiento en productividad, inversiones insuficientes en capital humano y obstáculos institucionales, puede impedir que un país logre el estatus de alto ingreso y en última instancia sea reconocido como un país desarrollado.

Como explican Eichengreen, Park y Shin, muchos países de ingresos medios se estancan porque no logran transformar sus estructuras económicas una vez que se agotan las ventajas de la mano de obra barata. Sin un impulso significativo en innovación y productividad, los países corren el riesgo de quedar atrapados en la categoría de ingresos medios (“Growth Slowdowns Redux: New Evidence on the Middle-Income Trap”, NBER Working Paper, No. 18673, 2013).

¿Está Vietnam atrapado en una economía de ingresos medios?

El recorrido de Vietnam es una historia notable de transformación. En el pasado, este país del Sudeste Asiático pasó de una economía devastada por la guerra y de planificación centralizada a convertirse en un centro manufacturero muy dinámico y orientado a las exportaciones, gracias a las emblemáticas reformas conocidas como “Đổi Mới” (Renovación), después del VI Congreso Nacional del Partido Comunista de Vietnam en 1986.

Durante décadas, Vietnam aprovechó sus bajos costes laborales para impulsar una rápida industrialización y un notable crecimiento en las exportaciones. Sin embargo, a medida que el país asciende a la categoría de ingresos medios, las mismas ventajas que impulsaron su crecimiento -salarios bajos y competitividad en costes- comienzan a convertirse en un lastre si no se acompañan de determinadas reformas que permitan la transición de una economía emergente a una desarrollada.

El Banco Asiático de Desarrollo ha afirmado que el futuro de Vietnam depende de una transición de un crecimiento basado en costes a estrategias impulsadas por la innovación (Asian Development Bank, Vietnam: From economic miracle to transformation challenge?, 2015). El Banco Mundial también ha destacado que la continua mejora institucional y tecnológica es fundamental para que Vietnam mantenga el crecimiento y logre la transición hacia una economía de altos ingresos (Vietnam 2035: Toward Prosperity, Creativity, Equity, and Democracy, 2019).

Para Vietnam, la dependencia histórica de la manufactura de bajo coste debe ahora ceder ante inversiones intensivas en educación, tecnología y reformas institucionales. El gobierno de Hanoi está promoviendo activamente industrias de alta tecnología, incrementando la investigación y el desarrollo, y modernizando la infraestructura para transformar el modelo económico hacia uno basado en la innovación y la productividad. Esto quiere decir que el gobierno, liderado por el Partido Comunista de Vietnam, es consciente de la trampa de los países de ingresos medios. No es algo que ignore.

Existe un gran potencial para que Vietnam escape de esta “trampa”. Al aprovechar sus fortalezas históricas y adoptar reformas estructurales profundas, el país podría transformar su economía para competir en base a un alto valor agregado en lugar de solo en costes bajos, aprovechando una magistral ambigüedad estratégica conocida como “Diplomacia de Bambú”.

En efecto, el viento de cola que representa el desacoplamiento entre las economías china y estadounidense, así como la incipiente guerra comercial entre ambas superpotencias propicia que la economía vietnamita reciba inversiones de ambos lados y se sitúe como una plataforma excepcional para estrategias comerciales y empresariales que mitiguen el riesgo y los efectos adversos del choque entre Trump y Xi.

Una senda ambiciosa de reformas

Países como Malasia, Brasil y Tailandia han experimentado estancamientos tras alcanzar el estatus de ingresos medios, al no haber logrado modernizar sus modelos económicos. Para evitar este destino, Vietnam deberá implementar reformas profundas en política industrial, educación e infraestructura.

La primera clave es asegurar la estabilidad de lo logrado. Vietnam ha pasado de ser un país de bajos ingresos a alcanzar el estatus de economía de ingresos medios, con un PIB per cápita a precios corrientes en 2024 estimado en 4.700 dólares, un aumento interanual de 377 dólares. Oficina General de Estadísticas de Vietnam, noticia de Vietnam Plus de 6 de enero de 2025).

Sin embargo, para aspirar a convertirse en una economía de altos ingresos para el año 2045, Vietnam deberá mantener un crecimiento anual del PIB del 7 a 8% y, al mismo tiempo, hacer frente a importantes debilidades estructurales, tales como la baja productividad, la escasa innovación y las desigualdades sociales, como ha reconocido el mismo Ministerio vietnamita de Planificación e Inversiones en reiteradas ocasiones.

En el ámbito industrial y tecnológico, el país busca acelerar su ascenso en la cadena global de valor.

A pesar de que el sector manufacturero representa alrededor del 25% del PIB, sigue dependiendo en gran medida de empresas extranjeras, como Samsung, Intel y Foxconn. Con el objetivo de revertir esta situación, se están promoviendo medidas orientadas a incentivar la transferencia de tecnología, obligando a las empresas de inversión extranjera directa (FDI) a asociarse con proveedores locales, una estrategia similar a los “requisitos de contenido local” implementados en China (Vietnam’s Electronics Export Data 2023).

Comienza a vislumbrarse el desarrollo de una industria de semiconductores y electrónica robusta. Vietnam, que exporta anualmente productos electrónicos por valor de 100.000 millones de dólares, aún carece de fabricantes nacionales de chips. Frente a este desafío, se ha propuesto la creación de un Fondo de Desarrollo de Semiconductores de 5.000 millones de dólares, siguiendo el ejemplo del ambicioso plan de inversión en chips de Corea del Sur, que alcanza los 450.000 millones de dólares.

Paralelamente, el país asiático apuesta por la promoción de vehículos eléctricos (EV) y tecnologías verdes, mediante incentivos para la investigación y desarrollo, y la implementación de exenciones fiscales en la compra de estos vehículos, en línea con políticas adoptadas en otros países de la región (Bloomberg, “Vietnam’s VinFast Expands EV Production with $2.5 Billion Investment”, 2023).

La modernización no se limita a la industria, sino que abarca también la transformación digital y la adopción de la denominada Industria 4.0.

Vietnam aspira a aumentar su inversión en investigación y desarrollo del actual 0,5% al 2% del PIB, aunque aún dista del 4,8% de países como Corea del Sur (UNESCO, Institute for Statistics, Vietnam’s Research & Development Expenditure as Percentage of GDP, 2023).

El éxito de esta transformación también depende en gran medida del desarrollo del capital humano. Con una población activa de 56 millones de personas, Vietnam reconoce la necesidad de modernizar su sistema educativo para dotar a la fuerza laboral de competencias tecnológicas y habilidades blandas, incluyendo el dominio del inglés, que actualmente solo alcanza el 5% de sus trabajadores, muy por debajo del 27% observado en otros países como Malasia (EF Education First, “EF English Proficiency Index 2023: Country Rankings”).

En este sentido, se plantea la expansión de la educación técnica y vocacional, inspirándose en modelos como el de formación dual utilizado en Alemania, y la creación de un “Fondo Nacional de Actualización de Habilidades” de 1.000 millones de dólares, similar a iniciativas de capacitación en países como Singapur. Sobre este respecto, es de interés el informe del Ministerio alemán de Asuntos Económicos y Energía, “The Dual Vocational Training Model in Germany: A Blueprint for Global Skills Development” (2023).

La modernización de la infraestructura es otro pilar fundamental en este proceso.

Vietnam, que ocupa el puesto 77 a nivel mundial en calidad de infraestructura (Foro Económico Mundial, 2023), se encuentra actualmente inmerso en proyectos ambiciosos, como la construcción de un tren de alta velocidad de 58.000 millones de dólares que conectará Hanoi con Ciudad Ho Chi Minh, siguiendo el ejemplo del sistema Shinkansen japonés (Ministerio de Transportes vietnamita, “Feasibility Study on High-Speed Rail Development in Vietnam”, 2023). Modernizar los puertos de Hai Phong y Da Nang también debe ser una prioridad para alcanzar la eficiencia de competidores como el de Singapur.

No menos importante es la necesidad de reformar el sistema financiero y administrativo.

El sistema bancario vietnamita enfrenta retos significativos, como un elevado porcentaje de préstamos morosos (5%) y la falta de mercados de capital profundos según reconoció el Banco Estatal de Vietnam, “Financial Stability Report 2023: Non-Performing Loans in Vietnam’s Banking Sector”, 2023. Para atraer inversión extranjera y fortalecer la economía, serían necesarias reformas que incluyan la reducción de la participación estatal en la banca y el desarrollo de mercados de bonos corporativos.

Además, la adopción de tecnologías digitales en los procesos de contratación pública se vislumbra como una herramienta para mejorar la transparencia y combatir la corrupción. Los ejemplos de Estonia y Corea del Sur pueden ser útiles al respecto (Estonian e-Governance Academy, y la iniciativa Blockchain e-Government, de Corea del Sur).

La cuestión ambiental se erige como un desafío ineludible para Vietnam, uno de los países más vulnerables frente al cambio climático.

La transición hacia energías más limpias, con el objetivo de que las renovables constituyan el 50% de la matriz energética para 2045, y la implementación de un impuesto al carbono inspirado en mecanismos europeos, son estrategias que el país está explorando para mitigar su huella de carbono y fomentar el desarrollo sostenible. Expandir la energía eólica marina, aprovechando inversiones de empresas como la danesa Ørsted, es sin duda un aspecto clave para el futuro energético próximo (Ørsted, Vietnam Wind Energy Market Report).

Prospectiva: ¿Cómo será Vietnam en 2045?

En definitiva, la estrategia de reforma económica de Vietnam es ambiciosa y multifacética, pero ineludible si Hanoi quiere llevar su economía escapando de la inercia que representa la “trampa de los países de ingresos medios”. Vietnam tiene ante sí el desafío que consiste en transformar una economía basada en la ventaja de costes de producción bajos en una potencia innovadora y tecnológicamente avanzada.

Si el país logra implementar con éxito estas reformas integrales -que como hemos visto, abarcan la industria, la educación, la infraestructura, las finanzas y el medio ambiente-, no solo evitará caer en la “trampa de los ingresos medios”, sino que se posicionará como una economía de altos ingresos y un referente en la innovación para el año 2045, como el Ministerio de Planificación e Inversiones vietnamita ha proyectado en su documento Vietnam’s 2045 Economic Vision: Strategies for High-Income Status.

El paradigma de la nueva China puede ser un modelo ilustrativo para el gobierno Hanoi, habida cuenta de que el desarrollo que está experimentando actualmente Vietnam recuerda en gran medida al chino de hace dos décadas. En cierto modo, y salvando las distancias, es el lapso que hay entre que Deng Xiaoping comenzara a implementar las reformas en China -a finales de los años 70 y comienzos de los 80-, y el inicio de la Renovación vietnamita (“Đổi Mới”) en 1986 y el despegue económico efectivo a mediados de la década de los años 90.

China logró escapar a la trampa de los ingresos medios. ¿Será Vietnam en 2045 un país más parecido a Japón o Corea del Sur?

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