Bajo la presidencia de Trump, Rusia continuó siendo una potencia militar significativa y un jugador clave en la política global. Su arsenal nuclear y su influencia en conflictos internacionales, como el de Siria, reafirmaron su papel como un actor indispensable en la geopolítica contemporánea. Trump, por su parte, expresó en múltiples ocasiones su deseo de mejorar las relaciones con Vladímir Putin, una postura que contrastaba con las políticas de aislamiento y las sanciones impuestas por administraciones anteriores. Sin embargo, este intento de acercamiento se vio ensombrecido por las investigaciones sobre la injerencia rusa en las elecciones de 2016, lo que generó tensiones internas entre la sociedad norteamericana y complicó la relación bilateral.
Influencia en el conflicto de Ucrania
La guerra en Ucrania, que comenzó con la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014, se convirtió en un punto de fricción clave entre Moscú y Occidente. Durante su Presidencia, Trump adoptó un enfoque ambivalente hacia Ucrania, enviando ayuda militar mientras manifestaba su deseo de acercarse a Rusia. Una estrategia muy diferente de la llevada a cabo por sus compatriotas Victoria Nuland y John McCain -por cierto, con una ostentación suigéneris- durante la subvencionada rebelión de ‘Maidan’. Si famosa fue en aquella época la frase de Nuland “Fuck the European Union” no sería menos famosa la llamada telefónica de Trump con el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, donde subrayó la complejidad de su política hacia el conflicto. Eso sí, dicha llamada conllevó un juicio político. Aunque Trump mostró interés en negociar un acuerdo que pudiera poner fin a la guerra, sus estrategias a menudo resultaron contradictorias, lo que dejó a Ucrania en una posición vulnerable.
Influencia futura de Rusia sobre Europa
Rusia también ha mantenido una influencia considerable sobre Europa, especialmente a través de su papel como proveedor de energía. La dependencia europea de las importaciones de gas y petróleo ruso otorga a Moscú un poder significativo en la política energética del continente. Proyectos como el gasoducto Nord Stream 2 son ejemplos de cómo esta dependencia puede ser utilizada para ejercer presión política. Un pequeño inciso, recordemos que esta ‘tubería’ sufrió un grave sabotaje en 2022 del que nada se sabe, solo que Alemania cursó una orden de arresto internacional contra un ciudadano ucraniano. A medida que las tensiones aumentan, especialmente en el contexto del conflicto en Ucrania, es probable que la relación entre Europa y Rusia evolucione hacia un enfoque más cauteloso, con esfuerzos por parte de los 27 para diversificar sus fuentes de energía y reducir la dependencia de Moscú.
Peso geopolítico de los aliados: Rusia, China e Irán
La alianza entre Rusia, China e Irán representa un eje de poder emergente que desafía el dominio occidental. Estos países comparten intereses comunes en mantener regímenes autoritarios y combatir la influencia de EEUU y sus aliados. La cooperación en áreas como defensa y economía ha crecido, evidenciada por maniobras militares conjuntas y acuerdos comerciales. Este bloque geopolítico tiene el potencial de alterar el equilibrio de poder global, llevando a un nuevo orden multipolar que podría desafiar la hegemonía de Occidente. Además, los tres países son integrantes del llamado BRICS un conglomerado de aquellas naciones no alineadas y del que se supone marcará el futuro geopolítico y económico.
Relaciones de Trump y Putin
La relación entre Trump y Putin ha sido objeto de atención mediática y política. La dinámica personal entre ambos líderes se caracterizó por una mezcla de admiración y escepticismo. Trump ha elogiado a Putin en varias ocasiones, lo que ha suscitado críticas sobre su enfoque hacia un líder considerado autoritario. Las decisiones del norteamericano, como la retirada de tropas de Siria, han sido vistas como movimientos que podrían beneficiar al líder ruso al reducir la presencia militar estadounidense en regiones clave. En este segundo mandato Trump ya ha dado pasos decisivos en reanudar un acercamiento con Putin, lo que podría llevar a cambios significativos en la política exterior de la Casa Blanca, un ejemplo de ello son el inicio de las negociaciones para poner fin al conflicto ucraniano y en su relación con la OTAN.
Conclusión
A medida que el mundo afronta desafíos geopolíticos sin precedentes, el reciente desarrollo de la cumbre en Múnich y las negociaciones de paz entre Rusia y Estados Unidos por la guerra en Ucrania marcan un punto de inflexión crucial. La cumbre, que ha reunido a líderes mundiales y expertos en seguridad, ha destacado la urgencia de encontrar soluciones diplomáticas al conflicto que ha devastado parte del territorio ucraniano y ha alterado el equilibrio de poder en Europa. Durante este encuentro, se ha evidenciado la importancia del diálogo y la cooperación entre las grandes potencias para abordar las crisis actuales.
Las negociaciones de paz que se están iniciando representan una oportunidad significativa para desescalar las tensiones y buscar un camino hacia la estabilidad en la región. Si bien el camino hacia un acuerdo duradero es complejo y está lleno de obstáculos, la disposición de ambas partes para participar en conversaciones es un indicativo de que, a pesar de las diferencias, hay un reconocimiento compartido de la necesidad de evitar un conflicto prolongado. Por cierto, Ucrania y Europa ni están ni se les espera en estas reuniones.
Este nuevo enfoque en las negociaciones podría redefinir las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, y, por extensión, influir en la política europea y global. La posibilidad de llegar a un acuerdo no solo podría aliviar el sufrimiento humano en Ucrania, sino también proporcionar un marco para la cooperación futura en otras áreas de interés común.
En este contexto, es esencial que las potencias mundiales trabajen juntas para construir un orden internacional más estable y evitar que las rivalidades históricas se intensifiquen en detrimento de la paz global. Las decisiones que se tomen en este momento crítico tendrán repercusiones significativas no solo para Ucrania y Rusia, sino para el futuro de las relaciones internacionales en un mundo cada vez más interconectado y complejo. Pero también hay que recordar que toda negociación conlleva una cesión de intereses, derechos o anhelos y que una base para toda negociación en geopolítica son los acuerdos y tratados… los firmados y los de palabra.