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El Frente Popular de 1936 versus la Constitución de 1978

· Por Enrique Miguel Sánchez Motos, Administrador Civil del Estado y autor del libro “Historia del Comunismo

By Enrique Sánchez Motos
lunes 03 de marzo de 2025, 09:14h
El Frente Popular de 1936 versus la Constitución de 1978
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La Constitución de 1978, se redactó, democráticamente, tras la muerte de Franco, sobre la base de la reconciliación nacional, y se la sometió a referéndum, el 6 de diciembre de 1978. El pueblo español, con una altísima participación del 67,1%, la aprobó con una aplastante mayoría del 91,8%. Ahora el sanchismo ha tomado la decisión de dedicar el presente año 2025, cincuenta años después de la muerte de Franco, para difundir y sustentar la tesis de que Franco, y sus 35 años y medio de régimen franquista, fueron lo peor de lo peor. Por ello, pensé en escribir un artículo “Franco versus la Constitución de 1978”. Sin embargo, ante las más de 100 actividades contra Franco, anunciadas por Sánchez, me ha parecido que sería más interesante dedicar el artículo a comparar al Frente Popular con el espíritu de la Constitución de 1978.

Cierto es que Franco se sublevó contra el gobierno del Frente Popular y lo derrotó, tras una trágica Guerra Civil que todos, o al menos una inmensa mayoría, lamentamos. Ahora bien, ¿quién fue el causante de esa guerra y cuáles hubieran sido las consecuencias si la hubiera ganado el Frente Popular?

Respecto a nuestra Segunda República y Guerra Civil, los que vivimos bastantes años bajo el franquismo, somos testigos de que no se nos enseñó nada o casi nada al respecto, en nuestras asignaturas de Historia ni de la llamada Formación del Espíritu Nacional. Por ejemplo, yo me enteré, tan sólo a mediados de los años 80, del golpe de estado armado que el PSOE y la UGT promovieron en 1934 contra la República, y que ocasionó entre 1000 y 1500 víctimas.

En la época de Franco, muchos universitarios éramos antifranquistas porque anhelábamos el régimen de libertades que tenían los países de la Europa del Oeste y por ello aprobamos con bastante entusiasmo la Constitución del 78. Pero no teníamos la menor formación sobre qué era el Marxismo, ni qué había pasado en la República, ni cuál fue el proceso que llevó a la Guerra Civil, ni cuáles eran los partidos que existían durante la República. Sabíamos que, en España, no había elecciones, que existía el Muro de Berlín en Alemania, que los países de Europa del Este, así como nuestra querida Cuba eran comunistas, y creíamos que el comunismo iba, a ser eterno en todos ellos.

No estaría de más que todo el dinero que se está despilfarrando a cuenta de la Ley de Memoria Histórica se destinase a pagar a estudiosos, de ambos lados, para que realizaran análisis basados en datos objetivos, a fin de que se reduzca el nivel de emocionalidad y se puedan contrastar las conclusiones, aunque fueran antagónicas. Estoy convencido de que una gran mayoría de españoles, tanto de izquierdas como de derechas, creemos que tomar esa decisión sería mucho más constructivo para la “convivencia democrática”, que postula la Constitución de 1978 en su preámbulo, que seguir gastando dinero público para vender una visión sesgada de nuestra historia.

Ya iniciado el siglo XXI y en especial tras la aprobación de la Ley de Memoria Histórica por Zapatero, he leído a diversos autores a fin de hacerme mi propia opinión sobre el proceso de llegada de la República, su funcionamiento y finalmente sobre la Guerra Civil.

A efectos de brevedad y de ceñirme al título del artículo, eludo referirme a la llegada de la República en abril de 1931 y al golpe de estado del general Sanjurjo, de 10 de agosto de 1932, que fue insignificante comparado con el de octubre de 1934. A este último tan sólo hago una breve, pero necesaria referencia, porque sus inspiradores y organizadores fueron personajes clave en el Frente Popular.

Largo Caballero fue, junto con Indalecio Prieto, el cabecilla principal de ese golpe. Ya un año antes, en “El Socialista" de 9 de noviembre de 1933 se recogían sus ideas “Vamos, repito, hacía la revolución social… mucho dudo que se pueda conseguir el triunfo dentro de la legalidad. Y en tal caso, camaradas habrá que obtenerlo por la violencia… nosotros respondemos: vamos legalmente hacia la revolución de la sociedad. Pero si no queréis, haremos la revolución violentamente”

Al año siguiente, en octubre de 1934, pasó de las palabras a los hechos y pilotó el Golpe de Estado contra la República, la llamada Revolución de Asturias, o Revolución de Octubre de 1934, diecisiete años después de la que llevó a Lenin a crear la sangrienta y terrible dictadura comunista, que duró más de 70 años, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

¿Qué fue el Frente Popular? Fue una coalición electoral española, creada en enero de 1936, por los principales partidos de izquierda: los republicanos de Azaña, el PSOE, el PCE principalmente.

Su promotor fue Azaña, que tenía un odio visceral a todo lo que no fuera lo que él creía y, en especial, a la derecha. Se consideraba el auténtico representante del republicanismo y del estado de derecho y decía “Hay que centrar la República en la democracia y en lo que nos es común a todos los demócratas españoles”.

Bonitas palabras, pero su concepto de democracia parece muy corto ya que se abstuvo de criticar a los socialistas y a los nacionalistas catalanes por haber realizado la Revolución de octubre de 1934 y por sus sangrientas consecuencias.

Tres meses después, en enero de 1935, Azaña escribió al líder socialista Indalecio Prieto, que había conseguido escapar a Francia por su implicación en ese golpe de estado, y le propuso buscar una fórmula de unidad para formar “una fuerza política tan poderosa como para ganar la primera batalla política que se nos presente”

En abril de 1935, le envió una nueva carta en la que le proponía acordar un programa electoral común, a la vez que le manifestaba su oposición a la inclusión del PCE en la posible coalición de izquierdas: “¿A dónde podemos ir nosotros, ni ustedes, con los comunistas? Espantarían a los electores y desnaturalizarían, en perjuicio nuestro, el carácter de la coalición”

Avanzados esos contactos, en noviembre de 1935, Azaña hizo la oferta al PSOE de formar una coalición electoral en base al acuerdo de conjunción de las fuerzas de la izquierda republicana. Indalecio Prieto, líder del PSOE, dio su acuerdo, pero Largo Caballero, líder de UGT, solo acabaría aceptando el pacto tras lograr incluir al Partido Comunista de España (PCE) en la coalición.

La manipulación que Alcalá Zamora, presidente de la República, hizo de la Constitución, con el apoyo e inspiración de Azaña, le llevó a convocar, el 7 de enero de 1936, unas elecciones anticipadas que se celebrarían el 16 febrero de ese año. Esa convocatoria era innecesaria desde el punto de vista democrático, puesto que la derecha y el centro tenían una amplia mayoría absoluta en el Congreso. Además, tampoco era obligatoria convocarlas hasta finales de 1937. Por ello, aunque formalmente Alcalá Zamora actuó dentro de sus competencias como Presidente de la República, su decisión de adelantar la convocatoria de elecciones, fue una grosera manipulación de la democracia que después tuvo trágicas consecuencias.

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